JUSTICIA
“Escuché un estruendo como el de un disparo”: vigilante cerca al CAI donde murió Javier Ordóñez
SEMANA conoció el testimonio de un celador que trabaja en un conjunto vecino al CAI de Villa Luz. El hombre fue testigo de los brutales golpes que descargaron los policías sobre el abogado. Este es su relato. Exclusivo.
Un proyectil de bala que habría aparentemente rebotado en el piso y cuyas esquirlas se encontraron en el cuerpo de Javier Ordóñez ha despertado un nuevo interrogante sobre ese caso que conmocionó al país por cuenta de la brutal agresión policial que le terminó costando la vida al abogado.
Vea el programa con las nuevas revelaciones de este caso
SEMANA conoció gran parte del expediente judicial del caso de la muerte del abogado. En la Fiscalía reposan una serie de elementos probatorios que apuntan a dilucidar en detalle lo que ocurrió esa noche del 7 de septiembre que estremeció al país. Entre esos elementos, está el documento completo de la necropsia de Javier Ordóñez. En este informe, el perito relata con precisión uno a uno los golpes contundentes que recibió el abogado.
Los principales hallazgos de la necropsia comprueban lo que el país vio en las imágenes que fueron grabadas por sus amigos esa noche y en el video de las cámaras de seguridad del CAI que posteriormente revelaron que aún al interior de ese lugar, el abogado seguía recibiendo golpes sin compasión, en un estado de total indefensión.
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Además de todos estos golpes, el informe de Medicina Legal registra algo que hasta ahora no se conoce a profundidad: el impacto de un proyectil en el cuerpo. El documento señala que se revisó el informe de balística forense DRB-LBAF-0001194-2020 y que con base en este “se determina que no es posible estimar el rango de distancia de disparo para las perforaciones 1 y 2 de la prenda de vestir, anotan que no se evidencian residuos de disparo”. En una diligencia ante la Procuraduría, el patrullero Harby Rodríguez relató que esa noche disparó al suelo para disuadir a Ordóñez y sus amigos, quienes supuestamente los habían agredido. El oficial no registró en ese testimonio el impacto de esa bala en el cuerpo de Ordóñez.
Además de la necropsia, la Fiscalía cuenta con un testimonio que busca soportar el hecho de que esa noche se usó un arma. Se trata de un celador de un conjunto residencial vecino que narra lo que escuchó desde su puesto de trabajo. Según el hombre, él se encontraba en la garita, cuando a medianoche “escuché un estruendo fuerte, como un disparo”.
Asustado por ese sonido, el trabajador salió corriendo a la calle, pero allí lo que encuentra es la escena de los dos policías golpeando a un hombre en el piso, quien “les suplicaba que no le hicieran más eso porque sentía mucho dolor”. El hombre narra cómo en ese momento ve que suben a uno de los amigos a la patrulla y luego a Javier Ordóñez y aclara que este ya no podía oponer resistencia pues se encontraba muy golpeado.
Para ese momento, Ordóñez ya había recibido varias descargas del Taser sobre su cuerpo y “no podía respirar”, según relata el testigo. “La policía se propasó”, advierte el celador. Su testimonio en este momento hace parte del acervo probatorio, al lado de los informes periciales de Medicina Legal.
La conclusión de ambos es relevante porque hasta ahora los datos que había arrojado la investigación registraban los golpes y el impacto de la pistola Taser, pero no el uso de otro tipo de armamento policial. Según el documento de Medicina Legal, en ese informe de balística “se determina que fragmentos recuperados (dos) hicieron parte constitutiva de proyectil constitución plomo o de núcleo de proyectil encamisado, sin determinar calibre del mismo”. Sobre el impacto de bala, Medicina Legal asegura que “se determinó que los fragmentos metálicos recuperados de los tejidos blandos de la pierna derecha corresponden a proyectil de plomo o núcleo de proyectil encamisado, sin residuos de disparo en la prenda”.
Los peritos, sin embargo, aclaran que el disparo no fue la causa de la muerte. El informe detalla que el deceso “se explica por hemorragia masiva intraabdominal y retroperitoneal, secundario a trauma cerrado de abdomen, contundente, de alta energía. Según lo encontrado en la necropsia, las lesiones se producen por múltiples traumatismos contundentes en abdomen y región lumbar”.
La investigación continúa.