ESPECIAL 20 DE JULIO
“Fue un antes y un después en mi vida”: Ximena Restrepo recuerda el bronce de las olimpiadas en Barcelona
Tenía 23 años y se había marchado del país. En el año del racionamiento eléctrico, la luz que brilló en el país fue la de la atleta antioqueña, primera mujer en subir a un pódium en la historia de los Olímpicos, en el estadio Montjuïc, el 5 de agosto de 1992. “Fue un alivio”, recuerda Ximena desde Santiago de Chile, donde vive hace 30 años.
En 1992, los hogares colombianos quedaron en tinieblas. Las velas y la radio se volvieron compañeras de largas noches que terminaban a las 6 de la mañana, cuando en realidad eran las cinco. La luz que brilló aquel año del racionamiento eléctrico fue la de Ximena Restrepo, una paisa de 23 años que se había graduado del Marymount de Medellín, y que partió de su país en 1989.
Ella no dejó apagar la llama colombiana en las olimpiadas de Barcelona, que parecía haberse extinguido cuando la selección de fútbol, con ‘Tino’ Asprilla, Iván Valenciano, Víctor Aristizábal, Víctor Pacheco, Harold Lozano, ‘Carepa’ Gaviria, Jorge Bermúdez, Miguel Calero y Farid Mondragón, se había colgado la medalla de oro antes de salir de Colombia, y en primera ronda tuvo que devolverse a casa. Pero, gracias a esa eliminación, los periodistas volcaron sus ojos en una atleta que, contra todo pronóstico, se clasificó a la final de los 400 metros planos.
El 5 de agosto transmitieron esos metros finales. Ella, con malicia indígena, inclinó hacia adelante su cabeza, como si quisiera sacar la cara por el país. El photo finish sentenció que cruzó la meta en tercer lugar. Medalla de bronce que brilló como si fuera de oro. Primera colombiana que se subía a un podio en la historia de los Olímpicos.
“Fue un alivio. Cuando se gana una medalla que no estaba en los planes, es maravilloso. Ese día marcó un antes y un después en mi vida”, señala Ximena desde Santiago de Chile, donde vive hace 30 años. Por eso, la atleta dice que todos los días se siente “orgullosa de ser colombiana”.
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Ximena recuerda que aquellos metros finales han sido los más duros de su carrera. “La gasolina empieza a faltar en la última parte, pero yo lo había entrenado mucho. Mi entrenadora siempre fue consciente de que esa era la parte decisiva de la carrera, sobre todo si estaba peleando una medalla como era mi circunstancia en ese momento. Si uno revisa en los vídeos que hay de la carrera te puedes dar cuenta que yo lo que pude mejorar, lo que pude mantener en realidad, fue que no me desarmé. Me mantuve ordenadita, braceando y tratando de mantener lo que más pudiera la velocidad con la que yo venía. La que quedó cuarta, Olga Nazarova, se desarma y empieza a correr para todos lados. Eso fue lo que ayudó para que yo ganara la medalla. El haber entrenado siempre eso, los últimos metros, y que mi entrenadora siempre fue muy enfática en decirme que al final tenía que bracear siempre, porque los brazos tienden a seguir las piernas y mantenerse técnicamente muy ordenada, porque es la única manera de poder seguir corriendo y que la velocidad que uno lleva la pueda mantener un poquito mejor. Realmente, ya al final de la carrera uno va tan cansado que no es mucho lo que avanza, pero cualquier cosita ayuda y siento que el haberme podido mantener técnicamente, mejor que Olga Nazarova, fue lo que me ayudó a mí a ganarme ese bronce y no haber sido cuarta”, recuerda Ximena Restrepo aquellos instantes de gloria.
“Realmente yo soy como la Ximena antes de la medalla y la Ximena después de la medalla. Fue un éxito que llegó muy temprano en mi carrera deportiva. Estaba muy joven, tenía 23 años y fue para mí, dentro de todo, una sorpresa. Yo tenía todas las intenciones de ser finalista, pero no estaba esperando esa medalla, así que cuando llegó fue una gran alegría y, sobre todo, yo siempre lo repito, para mí fue mucho alivio. Había entrenado muchísimo, entonces fue rico poder ver que había sido capaz de, en el momento, en el lugar, haber corrido la mejor marca que yo corrí en toda la historia de mi carrera deportiva, entonces eso me hace sentir muy orgullosa, porque es difícil muchas veces poder rendir en el momento que corresponde y que se alineen todos esos astros para que uno pueda hacer las cosas bien”, recuerda Ximena.
“La premiación fue al día siguiente, entonces tuve tiempo de pensar un poquito lo que había pasado y lo que estaba significando para mi país. Después de que corrí la final me di cuenta de que realmente en Colombia habían estado pasando todas las clasificatorias. Yo tuve que correr cuatro veces, eso también fue generando un ambiente y mucha gente se fue uniendo a estas transmisiones. Fue muy entretenido. Ahí me di cuenta de lo que había despertado y lo que había generado en Colombia, el tema de una competencia en atletismo, que no era un deporte como el fútbol, porque todos sabemos que es lo más tradicional y lo que más siguen los colombianos. Ese pódium, esa medalla, se entregó al día siguiente. Iba muy arregladita, con mi uniforme de Colombia, muy contenta y todavía en las nubes. Realmente cuando se gana una medalla que no estaba dentro de lo que yo tenía pensado en ese momento, fue maravilloso. Fue una sensación increíble, como pocas, la verdad”, dice Restrepo.
A pesar de su gesta, Ximena no pudo escuchar el himno nacional en Barcelona, pues los que se interpretan solo son para los ganadores de medalla de oro. Por eso recuerda que el día en que las notas marciales del himno, cuya música fue compuesta por el colombo-italiano Oreste Síndici, más la emocionó fue en Río de Janeiro, en los Olímpicos de 2016. El día en que la también antioqueña, Catherine Ibargüen, se colgó la medalla de oro en la final del salto triple.
“Me dio una nostalgia, un orgullo increíble, ver que tremenda mujer, esta negra hermosa, porque es hermosa, una representante de nuestra raza. Ella (Catherine Ibargüen) con esa sonrisa, esa alegría, realmente representa lo que es el pueblo colombiano. En ese momento me sentí muy orgullosa de ser colombiana y de ver a una compatriota alcanzar lo máximo en una competencia deportiva de ese nivel”, dice Restrepo.