VALLE DEL CAUCA
Esta es la historia de vida de Víctor Escobar y su clamor por una muerte digna
Este ciudadano caleño tiene enfermedad pulmonar crónica que le impide levantarse de la cama.
Luego de que un juez le ordenó a la EPS Coomeva realizar un comité científico para llevar a cabo el acompañamiento de Víctor Escobar, quien desde hace dos años está pidiendo que se le practique la eutanasia, este viernes 17 de diciembre se conoció la fecha en la que se le practicará este procedimiento voluntario.
El abogado Luis Carlos Giraldo, quien es el apoderado del paciente, informó que tras una reunión conjunta con la entidad de salud se estableció el 7 de enero de 2022, a las 7:00 p. m., como el día en que se cumpla su voluntad personal.
Como se recuerda, el pasado 9 de diciembre el Juzgado 17 Civil del Circuito de Cali le ordenó a la EPS Coomeva realizar el comité científico dentro de los siguientes 15 días para realizar el acompañamiento a Víctor Escobar en la eutanasia y escoger la fecha para realizar ese procedimiento.
En ese plazo se realizó la reunión entre las partes, en la que se estableció la fecha escogida por Escobar, quien tiene 61 años y quien desde hace varios años padece Epoc, que es una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y otras dolencias.
El abogado explicó que el siguiente paso es que la EPS defina cuál será el prestador de salud que le practique este proceso.
Con esta determinación, Víctor Escobar se convertirá en el primer paciente no terminal en recibir la eutanasia en el país.
El proceso para acceder a una muerte digna estuvo lleno de obstáculos y distintos conceptos que, por un lado, dan vía libre a que este colombiano pueda someterse a la eutanasia, pero por otro, despachos judiciales echan para atrás todo lo que ha logrado Escobar junto con su apoderado.
El pasado 23 de noviembre, la Sala Civil del Tribunal Superior de Cali declaró nula la orden judicial que garantizaba la eutanasia de este paciente. Esto significa que debía retomar, completamente de cero, el proceso jurídico que le permitiera tener la muerte asistida que tanto ha solicitado a las autoridades colombianas.
Luego de varios años de batallas judiciales para conseguir la aprobación de la eutanasia, el lunes 11 de octubre se conoció que el Juzgado 17 del Circuito de Cali ordenó a Coomeva EPS conformar un comité científico que acompañe al caleño Víctor Escobar, de 59 años, en el proceso de ponerle fin a su vida de una manera digna.
Escobar tiene una grave enfermedad pulmonar crónica que lo mantiene postrado en una cama, con una movilidad reducida. El fallo del juez ordena a Coomeva EPS adelantar, acompañar y garantizar el proceso de eutanasia a este paciente en el menor tiempo posible, “que no podrá ser superior a lo que el paciente indique o máximo 15 días después de reiterada su decisión”, dice el documento.
Historia de una vida de lucha
“¿Y si me muero esta noche?”, le dice Víctor Escobar a su esposa, Diana Nieto, antes de dormir. Ambos ya saben el protocolo por si la muerte, por fin, se digna a llegar al apartamento 301 de la unidad residencial Portal del Parque, barrio Mojica, oriente de Cali. Allí la esperan desde hace dos años, pero es esquiva.
Víctor habla poco porque el aire le falta hasta para levantar la mirada. Sus días desde hace once años han estado conectados a dos respiradores artificiales, con los que toma aliento para hilar tres o cuatro palabras antes de caer presa de su ahogo perpetuo. Dos accidentes cerebrovasculares y los pulmones operando solo a 40 % lo han hecho reflexionar sobre su vida: ahora solo quiere una muerte digna. Quiere –desde hace dos años– la eutanasia.
En las noches se acuesta con la ilusión de no levantarse, aunque con seguridad en la madrugada la tos con expulsión de sangre le empeña la máscara de oxígeno. Diana se levanta para retirarla, limpiarla y volver a instalarla; esa misma rutina la repiten cada 90 o 120 minutos. No hay paz, hay mucho dolor. Por eso, Víctor llora y ruega por una muerte digna. “Esto es un calvario, esto es muy duro. Cada noche que me acuesto quisiera no despertar. Esto es una vida muy difícil, esto no se lo deseo a nadie”, le contó a Semana Noticias.
Víctor tiene 59 años. Siempre trabajó como conductor de tractomulas y en una fábrica de cemento donde manipulaban altos niveles de asbesto. Antes de los accidentes cerebrovasculares era un tipo sano, fumador y de poco descanso; tiene tres hijos que no viven con él y conoció a su actual esposa cuando ya la salud le era esquiva. Diana es su ángel de la guarda: lo baña, lo viste, lo lleva al médico, lo auxilia en las noches, limpia la sangre de su ropa, arregla la casa y lo alimenta con los cuidados propios de un bebé de apenas meses de nacido. Víctor come poco y todos los alimentos deben ser semiblandos para poder ingerirlos.
Los dos –y una hija de Diana– viven en el apartamento 301. El cronograma de citas médicas está en una agenda pegada en la puerta de la habitación. Antes de la pandemia, Víctor iba al médico dos veces por semana. Y ante la falta de recursos para pagar un taxi, toman el transporte público masivo. Cada salida es una prueba de fuego.
“Mi familia sufre, mi esposa sufre, mis hijos sufren y yo sufro al verlos sufrir a ellos. Estoy cansado de todo esto y quiero que mi Dios se acuerde de mí y dejar tanto sufrimiento. Mi ciclo está cumplido y en las manos de Dios entrego todo. Si esto es malo, él me va a perdonar, sé que él tendrá misericordia conmigo”, dice Víctor.