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Esta es la increíble historia de dos policías que aseguran haber tenido un encuentro ‘paranormal’; estuvieron hospitalizados y entregaron este impactante testimonio

Dos uniformados se enfrentaron hace cinco años a lo que ellos llaman una experiencia paranormal. Aparecieron mojados, en shock y con fiebre, a pesar de que en la noche no llovió. Hoy ya no están en la institución. Relato de miedo.

Redacción Semana
19 de agosto de 2023
Dos uniformados se enfrentaron hace cinco años a lo que ellos llaman una experiencia paranormal. | Foto: getty images

La escena paranormal los paralizó. Fueron segundos ―o minutos― escalofriantes que llevaron a dos uniformados de la Policía en la costa Caribe a sufrir un severo cuadro postraumático. La situación los obligó incluso a abandonar la institución y a dejar en pausa sus carreras como servidores públicos. Y aunque el hecho ocurrió en el 2018, los patrulleros Luis Gutiérrez y Emilio Márquez lo llevan tatuado en el alma.

Era la media noche en su turno de patrullaje en el corregimiento Las Piedras, en zona de San Estanislao de Kostka, en Bolívar. Recorrieron en una patrulla algunas calles del pueblo Bayamo, tristemente famoso por una terrible masacre a manos de grupos armados. Y al salir del pueblo comenzaron a ocurrir cosas inexplicables.

Las luces del vehículo se apagaron y creyeron que estaban “salados”, pero luego vino la primera alerta. Cuentan que los sorprendió una supuesta larga lluvia y los destellos de luz que antecedían a los fuertes truenos les permitían, a ratos y por muy pocos segundos, ver el camino. Ya para ese momento, el miedo llegó a la escena. Había algo que no les cuadraba y, según su relato, “algo había en el ambiente”.

La escena paranormal se habría presentado en este paraje de la costa Caribe. Los uniformados fueron llevados al hospital local, donde fueron diagnosticados con fiebre alta.
La escena paranormal se habría presentado en este paraje de la costa Caribe. Los uniformados fueron llevados al hospital local, donde fueron diagnosticados con fiebre alta. | Foto: suministradas a semana api

Rezaron por algunos minutos hasta que vieron un manto negro que levitaba frente a ellos. Estaba suspendido en el aire a un costado de la vía sin moverse más de lo necesario. Gutiérrez y Márquez, en principio, actuaron como dos policías, desenfundaron sus armas y apuntaron hacia el cuerpo extraño, pero ante la situación, el miedo los paralizó. “El radio del carro tampoco servía, se dañó en ese momento y comenzó a sonar extraño y se prendía y se apagaba”, dijo uno de ellos.

“No pasa nada raro”, eso lo repetían a ver si se lo creían y, en medio de aquel panorama sombrío, lanzaron el primer llamado de alto, para que lo que fuera que caminaba cerca de ellos se detuviera, como si se tratara de un ladrón. Pero no pasó, no era un delincuente y no levantó las manos; la extraña figura desapareció.

Se bajaron lentamente del vehículo con sus armas de dotación. Cuentan que, para ese momento, el frío del espanto comenzó a apoderarse de ellos.

Los rayos que caían del cielo dejaron entrever nuevamente la silueta negra y fue allí cuando lanzaron la segunda voz de alto, “dijimos ‘alto ahí, quién está ahí’”; si les hubiese respondido lo que quiera que fuera que caminaba o flotaba en el aire, seguro no habrían podido contar la historia. Dicen que el manto no respondió.

 Los dos policías fueron sacados de las calles y reasignados a labores administrativas, pero tiempo después pidieron la baja de la Policía. Ahora, es un misterio su paradero. Desde la Policía dicen que no encuentran explicación a lo que sucedió.
Los dos policías fueron sacados de las calles y reasignados a labores administrativas, pero tiempo después pidieron la baja de la Policía. Ahora, es un misterio su paradero. Desde la Policía dicen que no encuentran explicación a lo que sucedió. | Foto: suministradas a semana api

Se sintieron perdidos, recuerdan que nunca habían sentido tanto miedo, no se trataba de un 5.33 (código: emergencia común) ni de un 5.8 (código: disponible para el servicio).

Sus acciones no fueron suficientes, no tenían escapatoria con el vehículo dañado, así que empezaron a correr bajo la lluvia. Todo estaba en su contra, como si se tratara de una emboscada del “enemigo”, de esas que en estos tiempos son muy frecuentes, pero lo peor estaba por ocurrir, y el enemigo al que se enfrentaban pareciese que era algo mucho más poderoso.

Escucharon un silbido y entendieron que no estaban solos con el manto negro; “eso se detuvo y se dio media vuelta”, subrayó uno de los patrulleros. Aquel chiflido hizo lo que ellos no pudieron: el manto negro se detuvo y mostró lo que parecían ser unos ojos rojos. Solo eso pudieron ver porque era tanto el destello que con palabras se les hace difícil explicar, “parecían de fuego”.

Cuentan también que de repente se escucharon los cascos de un caballo que galopaba con un ruido parecido al que generan “muchas moscas juntas”; era un zumbido que los alteraba, presentían que “el caballo” iba a chocar contra la patrulla en la mitad del camino, pero pasó derecho, con mucha prisa y borrando prácticamente la escena que presenciaban.

“Es la hora que me acuerdo y se me eriza la piel”, dice aún el oficial Gutiérrez asombrado; cuenta que la sorpresa mayor fue descubrir que la figura del manto negro desapareció frente a sus ojos: “Lo que caminaba allí, se lo llevó el caballo”.

Uniforme de la Policía Nacional.
Policía Nacional. | Foto: Colprensa

Martínez recuerda que corrieron hacia la patrulla, se subieron y su compañero Márquez comenzó a hablar en lenguas; la lluvia cesó e inexplicablemente el carro se encendió y por la radio se escuchó una extraña voz con un mensaje que nunca entendieron.

De allí en adelante no recuerdan cómo salieron de aquel lugar, solo recuerdan su historia cuando se levantaron al día siguiente en el hospital del pueblo, donde fueron atendidos por presentar escalofríos y fiebre muy alta.

Sus compañeros no entendían por qué los uniformes verdes de la época estaban mojados, si no había caído una sola gota de lluvia aquella noche. Tuvieron ataques de pánico y se les escuchaba decir que en San Estanislao de Kostka se les había aparecido el diablo; desde entonces, tuvieron que recibir ayuda psicológica y fueron sacados de las calles para trabajar en oficinas administrativas de la institución.

Años más tarde salieron incluso de las oficinas y ahora son bajas de la Debol. Les cambió la vida. Su actualidad es un misterio; lo único claro es que vivieron una experiencia inexplicable que por poco los lleva a la muerte.