reportaje
Indignante: el ELN está sembrando de nuevo minas antipersonal donde ya habían sido erradicadas
Las minas antipersonal han dejado huellas imborrables en la historia del conflicto armado colombiano. ¿Cómo va el desminado en las regiones?
Una fuerte explosión sacudió el corregimiento de Mochadó, en Bajo Baudó, Chocó, el pasado 30 de marzo. Eran las nueve de la mañana y Manuel Cáceres, un cultivador de banano, caminaba con una anciana de 80 años, su hermana de 40 y una sobrina de 14. Iban para la finca. Cerca del río, las tres mujeres alcanzaron a cruzar el camino. En menos de un parpadeo, la tierra tembló, un pito insoportable en los oídos quedó retumbando, las piedras volaron. En el suelo estaba Manuel gritando de dolor. Fue él quien activó una mina antipersonal con la pierna derecha.
La niña corrió a buscar ayuda, sus hermanitos, enfrentándose al campo minado, fueron a socorrer al hombre de 64 años, tenían que sacarlo de la zanja que causó la onda explosiva. La Alcaldía de Bajo Baudó pidió apoyo a la fuerza pública para evacuar con urgencia al campesino. El hombre fue escoltado por miembros de la Armada y la Policía hasta el municipio de Pizarro. En la zona, un helicóptero de la Fuerza Aérea lo esperaba para trasladarlo hasta el hospital de Quibdó. Allí lo atendieron; salvaron su vida, pero debieron amputarle la pierna derecha.
Las minas antipersonal no son monstruos del pasado, es una realidad latente a la que se enfrentan en los territorios. En Colombia, más de 12.170 personas han sido víctimas de estos artefactos, de las cuales 1.272 son menores de edad, 4.884 civiles y la mayoría de los afectados son integrantes de la fuerza pública. Los departamentos con más víctimas son Antioquia, Meta, Nariño, Norte de Santander y Caquetá. Cuando las guerrillas empezaron a reemplazar la agricultura por la siembra de las minas antipersonal no lo hacían únicamente para generar terror, sino que estaban convencidos de que dichas bombas, más que un arma, se convertían en un soldado perfecto. Así lo dejó claro alias el Mono Jojoy en el manual que impartió a las extintas Farc. “Las minas son el soldado perfecto porque causan bajas, heridas y retrasan el avance del enemigo sin comprometer en mínima parte la vida, la integridad o la seguridad de quienes las usan”.
Con las minas antipersonal se han asesinado, desde 2003 a la fecha, 1.698 miembros del Ejército y otros 6.286 han resultado heridos. Los relatos de aquellos que han sobrevivido son estremecedores, luego de ver volar a sus compañeros o partes de sus cuerpos por entre los bosques y de regresar a sus casas mutilados. Sacan fuerza para seguir luchando, demostrándole a la sociedad que no son menos por estar “incompletos”, sino que, por el contrario, tienen la gallardía de dar su vida por muchos que a los que ni siquiera conocen.
Jesús María Izquierdo cayó en un campo minado en La Uribe, Meta, en una operación contra las Farc, hace 12 años, cuando era soldado profesional. Tenía 28 años. Luego de algunos meses de duelo por perder la pierna izquierda, decidió ponerse de pie y ayudar a otros como él. Lo contrataron en el taller de prótesis y amputados del Hospital Militar, donde le enseñaron cómo fabricarlas. Desde ese día, por más cansado que esté, no ha dejado de estar cerca del horno y del molde donde diseñan las piezas que les dan calidad de vida a las víctimas de las minas. “Verlos caminar y sonreír porque su autoestima mejora al verse erguidos es lo más gratificante de mi trabajo”, dice Jesús, mientras corre para tener listo el molde del siguiente paciente, un compañero al que conoció mientras estaban activos y patrullaban protegiendo a los colombianos.
Aunque las minas fueron implementadas por las guerrillas para atacar a los miembros de la fuerza pública, los más afectados en el último año son civiles. Según información entregada por el alto comisionado para la Paz, Juan Camilo Restrepo, en 2021 se registraron 152 víctimas de minas antipersonal. De ellas, 25 han sido menores de edad, 93 civiles y 53 integrantes de la fuerza pública. En 2022 ya se cuentan 36 víctimas, de las cuales diez son militares.
El panorama ha mejorado y Restrepo asegura que este es el Gobierno en el que más se ha desminado. Colombia ocupó el segundo puesto en el mundo con más minas antipersonal sembradas, después de Afganistán, y el 78 por ciento del territorio se encuentra libre de minas. El Gobierno del presidente Iván Duque liberó 197 municipios de estos artefactos, para un total de 871 municipios limpios. SEMANA conoció que el 4 de abril, cuando se conmemora el Día Internacional de la Sensibilización contra las Minas Antipersonal, el Gobierno viajará a Sonsón, Antioquia, para entregar 13 municipios libres de minas en los departamentos de Antioquia, Bolívar, Boyacá, Casanare, Santander, Tolima y Vaupés.
Sin embargo, hay un desafío importante porque las disidencias de las Farc y el ELN están resembrando minas. Manuela Cáceres, nieta de don Manuel, el campesino víctima de una mina en Chocó, dijo que esa zona en la que cayó su abuelo ya había sido revisada, pero el ELN volvió a instalar artefactos explosivos.
La sensibilización contra este tipo de minas va más allá de estremecerse con las historias. Hay que darles a las víctimas la importancia que se merecen y aún no se entiende por qué la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) no ha creado un macrocaso con quienes han caído en campos minados. Los militares ruegan que sean tenidos en cuenta como víctimas y no escuchar respuestas indicándoles que si se metieron a soldados sabían cuáles eran las consecuencias, pues este tipo de armas son prohibidas en los tratados internacionales de derechos humanos.