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Huracán Iota: “Estamos incomunicados y con miedo”, turista en San Andrés
Familias que se fueron de paseo terminaron atrapadas en medio del mayor ciclón que haya vivido la isla. Este es su relato de lo que se vive por el paso del huracán Iota que alcanzó este lunes la máxima categoría.
“Mucha lluvia. Mucho viento. Esto está descontrolado”, así describe Juan Carlos lo que se vive en este momento en la isla de San Andrés. El hombre había decidido escapar al encierro de la pandemia y aprovechar la reactivación del turismo para darse un puente soñado. Sin embargo, las cosas terminaron bastante distintas a como las había planeado y ahora esos días de felicidad se convirtieron en momentos de miedo.
“Las plantas se han caído. La puerta del hotel se cayó y se reventó. No sabemos qué va a pasar”, señala el hombre que habló desde la isla con SEMANA. La situación para ellos se complica pues las autoridades de la isla ya ordenaron cerrar el espacio aéreo. Por lo tanto, los planes de regresar también se han esfumado.
“Estamos un poco asustados. Esto está bastante duro”, agrega. En el hotel hay seis parejas y está la administradora, pero el personal del hotel se fue y no ha vuelto. Las autoridades decretaron el toque de queda y por eso, nadie puede salir ni de los centros vacacionales ni de sus casas. “En el hotel nos dicen que no es usual, pero que se están tomando medidas para nuestra seguridad. Estamos por ahora aquí resguardados y protegidos”.
El huracán Iota alcanzó en las últimas horas la categoría 5, según informó tanto la Dirección General Marítima (Dimar), como el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam). Hace 12 horas estaba en categoría 2. De acuerdo con los reportes de las entidades oficiales, Iota continúa afectando las Islas Providencia y Santa Catalina y Banco Quitasueño, con vientos huracanados y una marejada ciclónica de hasta 6 metros, generada por el fenómeno.
“Hemos quedado incomunicados. No hay televisor, no hay celulares, no hay wi fi”, alerta Juan Carlos. Relata que él sigue en su habitación, pero que no hay mucho que hacer distinto a esperar que la tormenta pase. “Se inundó la recepción, la piscina se desbordó”, señala.
Iota podría convertirse en el ciclón tropical más fuerte de toda la temporada 2020, según explica Christian Euscátegui, metereólogo de Videoclimet y director de la Maestría en Gestión del Riesgo de la Escuela de Ingenieros Militares.
“Estando cerca del final oficial de dicha temporada, que culminará el 30 de noviembre, fecha que se ha preestablecido a partir de todos los registros históricos de ciclones tropicales, las aguas cálidas del mar Caribe han permitido una rápida evolución de Iota y nos muestra una condición de amenaza en áreas marítimas colombianas lo cual podría perdurar por lo menos para las siguientes dos o tres semanas, todas las condiciones océano-atmosféricas en dicha zona del Atlántico”, explica Christian Euscátegui, metereólogo de Videoclimet y director de la Maestría en Gestión del Riesgo de la Escuela de Ingenieros Militares.
Un ciclón sin precedentes en Colombia
El huracán Iota se convirtió en un potente ciclón de categoría cinco, la máxima, al acercarse este lunes al Caribe de Nicaragua, donde pobladores fueron evacuados y albergados ante esta nueva amenaza para Centroamérica, dos semanas después del devastador paso de Eta.
El Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos reveló que Iota alcanzó vientos máximos de 260 km/h horas antes de que arremeta contra el Caribe centroamericano, entre Nicaragua y Honduras. En la misma región que dos semanas atrás sufrió el violento embate del huracán Eta, que dejó más de 200 muertos y 2,5 millones de afectados en el istmo.
“Se espera que Iota se mantenga como un catastrófico huracán categoría 5 al acercarse esta noche (del lunes) a la costa noreste de Nicaragua”, indicó el NHC en un reporte. Advirtió que se esperan “fuertes lluvias, inundaciones repentinas y crecidas de ríos que amenazan la vida” a lo largo de partes de Centroamérica.
El impacto sería mayor en el noreste de Nicaragua y el este de Honduras, zonas aún devastadas por Eta. La evacuación masiva de las comunidades nicaragüenses de Karatá, Wonta, Wawabar, golpeadas por Eta, saturó los refugios, que el domingo recibieron aún más personas ante la amenaza de Iota, dijo a la AFP Eufemia Hernández, coordinadora de uno de los albergues en la universidad Uraccan.
“Son muchas familias grandes (….) este albergue está demasiado lleno, no tienen platos, vasos, cucharas, ni alimentos. No cocinamos nada porque es demasiada gente”, admitió Hernández. El director del Sistema Nacional de Prevención, Mitigación y Atención de Desastres (Sinapred) de Nicaragua, Guillermo González, informó que se prevén inundaciones y deslaves en el Caribe Norte y en los departamentos de Chinandega, principalmente en los alrededores del Volcán Casitas, donde el huracán Mitch de 1998 sepultó a miles de personas tras un derrumbe.
El noreste de Nicaragua, una región extensa y poco poblada, con habitantes de las etnias miskito, sumos, garífonas, creole y mestizos, recibió el 3 de noviembre el impacto del huracán Eta, cuyos efectos aún no terminaban de ser asimilados cuando surgió Iota, la tormenta 31 de la temporada.
Incertidumbre
Prinsila Glaso, una miskito de 80 años, dijo que en su comunidad al sur de Bilwi, “todo está destruido” por el paso de Eta, y ante la inminente llega de Iota, tuvo que dejar el lugar. “No he comido, no sé dónde voy a dormir aquí. Estoy muy triste”, contó.
“Siento mucho nervio porque Eta destruyó mi casa, mi coco, mi palo (árbol), todo quedó destruido. Ahora (con Iota) que pase lo que sea, solo quiero salvar la vida”, dijo Zoila Jacobi, también de la etnia miskita, junto a su hija de unos ocho años, recién evacuadas de la comunidad costera de Wonta.
En Honduras, Iota ya provocaba este lunes rachas de vientos y fuertes lluvias en los departamentos orientales de Gracias a Dios -habitado por indígenas miskitos-, Colón, norte de Olancho y parte de Atlántida, según la estatal Comisión Permanente de Contingencias (Copeco).
Según medios locales, más de 175.000 personas habían sido evacuadas desde el sábado, especialmente en zonas inundadas durante el azote de Eta en el Valle de Sula, cerca de San Pedro Sula, la capital industrial del país, 180 km al norte de Tegucigalpa.
Las evacuaciones preventivas de pobladores fueron ejecutadas en 10 de los 18 departamentos del país, inclusive en barriadas cercanas a ríos en Tegucigalpa, la ciudad más vulnerable por los cerros poblados como cinturones de miseria propensos a derrumbes.
El Salvador, que sufrió poco con el paso de Eta, declaró alerta naranja (alto grado de riesgo) en todo el país ante la posible necesidad de evacuar pobladores, según el ministro de Gobernación, Mario Durán.
Panamá, afectado por las bandas del huracán Iota, declaró en tanto alerta roja en las provincias occidentales de Chiriquí y Boca del Toro, y en la comarca indígena Ngäbe-Buglé.
En la localidad de Bilwi, en Nicaragua, pobladores se apresuraban a proteger techos y ventanas con restos de lo que dejó Eta y otros buscaban un refugio porque sus viviendas no tienen condiciones de resistir la embestida de Iota.
El gobierno y organismos de socorro se apresuraban a enviar por tierra alimentos y otros víveres para socorrer a los damnificados en el Caribe de Nicaragua, antes de que la región quede incomunicada por la crecida de los caudalosos ríos que la atraviesan.