TECNOLOGÍA
Teletrabajo: las empresas no están listas
Durante más de 12 años, miles de firmas colombianas desoyeron los llamados a crear puestos de teletrabajo para ayudar al medioambiente, la movilidad urbana y la calidad de vida. Ahora la crisis del coronavirus las puso a correr.
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La emergencia sanitaria tomó a miles de empresas colombianas fuera de base y no se puede culpar a nadie más que a ellas mismas. Desde 2008 existe la Ley 1221 de teletrabajo, y un decreto muy importante –el 884– desde 2012, que ofrecen el marco normativo y los estímulos para adoptar el teletrabajo con planeación, acompañamiento y logística. Y si no hace falta política pública, tampoco conectividad. A las costas colombianas llegan ocho cables submarinos, el país dispone de un NAP (un gran centro de interconexión y tráfico de internet), y una buena red de fibra óptica existe en suelo colombiano desde hace varios años. Entonces, ¿por qué la necesidad de enviar a los empleados a casa tomó sin preparación a tantas compañías, incluso a las medianas y algunas grandes y poderosas?
“Hay un tema cultural de fondo, de desconfianza, todavía hay gerentes a los que les gusta ver a los empleados sentados en su puesto de trabajo”, afirma el viceministro de Economía Digital, Germán Rueda. La última encuesta oficial informa que en el país hay 122.000 teletrabajadores, de unas 12.900 empresas en los sectores de manufactura, comercio y servicios. Esta cifra no incluye a los independientes y el dato corresponde a 2018, así que hoy seguramente son muchos más. Pero es baja, considerando que la política pública existe desde hace tantos años.
Adriana Correa, exdirectora de apropiación en el MinTIC entre los años 2015 y 2017, y tuvo a cargo la política de teletrabajo, considera que la timidez de las empresas para interesarse en este tema les cobrará una factura muy alta. “Era un cambio de cultura muy grande para los colombianos acostumbrados a un estilo laboral muy controlado”, dice. El teletrabajo funciona bien en sociedades en las que la confianza en los demás es más fuerte que la vigilancia. Y todos los expertos consultados coinciden en que la cultura organizacional colombiana se caracteriza, precisamente, por lo contrario, la desconfianza.
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No es lo mismo el teletrabajo que laborar de manera remota desde la casa. La semana pasada centenares de empresas enviaron a sus empleados a trabajar en sus hogares, improvisando soluciones y solo con perspectiva temporal. El teletrabajo es otra cosa. Los teletrabajadores, de común acuerdo con los empleadores, realizan sus labores a distancia, previo proceso de consultoría para disponer en su casa o donde sea de las condiciones mínimas de productividad. Normalmente, las ARL se encargan de visitar la casa del empleado para asegurar que cuenta con un espacio aislado del resto de la familia, un escritorio y las condiciones ergonómicas y de salud ocupacional básicas. La empresa provee el punto de acceso a internet que la labor exige (no necesariamente la conexión de la familia) e instala la Red Privada Virtual (VPN) para conectar de manera segura el computador con la red de la compañía. Además, le proporciona el software de trabajo colaborativo, una diadema y otros implementos para la comunicación. Es un proceso acompañado por MinTIC y protegido por la legislación laboral colombiana.
Muchos se preguntan si aguantará internet para ese pico de teletrabajo y educación virtual obligado por el coronavirus. Con tantas personas confinadas en casa, incluidos los niños y jóvenes, con las familias consumiendo más Netflix y más YouTube que de costumbre, es casi seguro que internet domiciliario, ya de por sí bastante pobre en el país, se sobresaturará. Hay que tener en cuenta que las empresas medianas y grandes cuentan con accesos dedicados, es decir, los proveedores de internet les brindan anchos de bandas muy grandes, de centenares de megas y de uso exclusivo para cada organización. El acceso a internet en los hogares es compartido, pues la ley les permite a los proveedores el llamado “reúso”, es decir, cuando una familia contrata 10 megas, en realidad comparte esos 10 megas con unos vecinos. El reúso, a veces para cinco o más hogares, se basa en la suposición de que no todos los vecinos van a conectarse al mismo tiempo. Así funcionan los servicios para el hogar de Claro, Movistar, TigoUne o ETB, y hay que señalar que estas empresas duplicaron las velocidades de acceso fijo a sus respectivos suscriptores sin costo adicional. Claro lo hizo solo para los que tienen contratados tanto internet en casa como telefonía móvil, mientras Movistar, TigoUne y ETB lo hicieron para todas las suscripciones fijas, sin importar si también tienen cuenta de celular con ellos.
Javier Castro, gerente de Cisco en Colombia –que provee servicios de conectividad para los negocios–, reportó un aumento del 30 por ciento en las solicitudes de trabajo remoto de sus clientes y un incremento del 700 por ciento de las suscripciones a sus servicios gratuitos de trabajo colaborativo, que implica más usuarios para la aplicación WebEx de reuniones virtuales y para los paquetes de ciberseguridad.
El viceministro Rueda confía en que el país aguantará la demanda de internet, basado en que el incremento en los hogares disminuirá el consumo en las oficinas, ahora medio vacías. Hernán Yepes, gerente de Padtec, especialista en conectar por fibra óptica a las empresas colombianas, no piensa igual. “Las redes corporativas son de alta capacidad de internet dedicado, pero las redes de casa no están diseñadas para eso”. En su opinión, los proveedores de internet para el hogar deberían reducir la tasa de reúso, que ahora es un factor crítico en el país, para garantizar buen servicio a los colombianos en esta coyuntura.
Cálculos del MinTIC, basados en la encuesta de hogares integrada de 2019, estiman que la máxima proporción de trabajadores que podrían pasarse a la modalidad de trabajo en casa es del 43,7 por ciento de la fuerza laboral, lo que no impactaría la capacidad de consumo y tráfico de datos, según Rueda.
Es claro que Colombia cuenta con las redes suficientes para soportar la demanda: a las costas de Buenaventura, Coveñas, Barranquilla y Cartagena llegan cables submarinos que conectan a Colombia con la red mundial y que tienen todavía mucha capacidad disponible. “Las redes fijas y móviles en el país están bien preparadas para el incremento de demanda que hasta ahora hemos visto”, confirmó Alberto Samuel Yohai, presidente de la Cámara Colombiana de Informática Telecomunicaciones, administradora del NAP Colombia, el punto por donde circula todo el tráfico de internet del país. El mercado colombiano cuenta con nubes públicas y privadas de los más grandes proveedores mundiales, como Amazon, Microsoft y Google, para almacenar la información y gestionar los procesos de negocios. El problema es que la mayoría de las empresas no ha dado pasos hacia la llamada transformación digital.
Adriana Correa cree que esta crisis de salud pública puede ser una gran oportunidad para que el teletrabajo se instale de manera permanente en la economía colombiana. “Nadie había podido crear una política pública con la suficiente fuerza para reducir la movilidad y adoptar hábitos saludables para el planeta”, afirma la directora de Maloka. Se puede calcular la reducción de la huella de carbono que logra cada persona que trabaja en casa. Los desplazamientos diarios que se evitan durante un año equivalen a 1,3 hectáreas de bosque, a 282 galones de gasolina y a 35 días sentado en un bus cada 12 meses.
Hay ejemplos relevantes, como Argos, Sura o las principales multinacionales tecnológicas, que teletrabajan desde hace años. BairesDev, una empresa desarrolladora de software, tiene al 80 por ciento de su personal en modalidad a distancia y 100 funcionarios del MinTIC trabajan desde su casa mucho antes del coronavirus. El sistema funciona si la migración se hace bien planeada y con el debido acompañamiento profesional.