Judicial
Esto fue lo que pasó 72 horas antes de encontrar el cuerpo de Carlos Ruiz, quien murió en Baum Festival. Su padre entrega detalles
Álvaro Ruiz habló en SEMANA y narró cronológicamente lo que tuvo que vivir antes encontrar a su hijo sin vida tras la fiesta electrónica.
Carlos Ruiz era un administrador de empresas muy joven. Escogió la misma profesión de su padre, Álvaro Ruiz, para ganarse la vida.
En diciembre se graduó de la Universidad Javeriana. Tenía 25 años y vivía con papá y mamá en un apartamento de Bogotá. Días antes de su extraña muerte, escuchó con intensidad la música que lo conectaba con sus raíces. La pronta partida de Omar Geles fue el tema de conversación en su entorno.
Carlos creció entre el vallenato y le gustaba, según narró Álvaro. Sus padres son oriundos de Valledupar, Cesar, y hace 27 años decidieron radicarse en la capital de Colombia y en esta misma ciudad que el pasado 26 de mayo les hizo vivir el momento más doloroso de sus vidas.
Carlos David Ruiz fue hallado sin vida en las instalaciones de Corferias, en el marco del famoso evento musical Baum Festival que se realizó durante el 24 y 25 de mayo. La electrónica era otro de sus gustos musicales y allí se puso cita con sus amigos. “Él era muy sociable, tenía amigos de diferentes universidades, de la Javeriana, de los Andes, de la Nacional”, describe su papá.
Cuando le preguntan al padre qué pudo haber pasado, lo primero que hace es recordar cómo fueron sus las últimas horas junto a él. La última vez que conversaron fue el jueves 23 de mayo en la noche. “Nosotros hablamos permanentemente, me contó que estaba saliendo de trabajar, que ese había sido un día pesado, duro. Pero que llegaba contento”, cuenta Álvaro, contextualizando que su hijo trabajaba desde hace 15 meses en una compañía internacional de seguros.
Cuando llegaba del trabajo y no estaba muy cansado solía ir al gimnasio, o hacer deporte, jugaba futbol, baloncesto o montaba bicicleta. El viernes casualmente no hablaron. Su padre había viajado a Valledupar, “yo me imaginé que había llegado cansado, porque a veces llegaba a las 6 y se quedaba dormido hasta las más o menos 9 y apenas se despertaba, me llamaba”.
Esa fue la misma noche del evento, al finalizar este, cuentan los amigos que Carlos se desapareció entre la multitud, pero en Valledupar su padre solo pasó la noche pensativo y extrañado por la falta de comunicación, lejos de siquiera sospechar lo que estaba sucediendo.
Álvaro decide coger el celular y llamar a su hijo sobre el mediodía del sábado 25 de mayo. La sorpresa fue que la voz al otro lado de la línea no era la de Carlos. Un hombre que se presentó como amigo de él le explicó que le habían perdido la pista hacía más de 10 horas. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Álvaro.
Inmediatamente, compró un tiquete aéreo de regreso a Bogotá. A la par ya estaba poniendo en aviso a las autoridades de la posible desaparición. Abordó en el último vuelo. “Yo abrí la puerta de mi apartamento con la ilusión de que estuviera acostado en su cama, pero no, todo estaba bien organizado en su habitación y sola”, relata.
Dejó la maleta pasada la una de la mañana y arrancó a recorrer los hospitales y clínicas cercanos a la zona, donde fue visto por última vez. La tarde del sábado fui a la Clínica de Occidente, a la Universitaria que queda sobre la 68″, manifiesta que cada vez que le indicaban que no estaba allí sentía tranquilidad.
“Porque yo guardaba la esperanza de encontrarlo vivo, quizá sí con alguna novedad de que le habían dado algo (burundanga), pero nunca muerto”, esa esperanza se avivaba cuando en Medicina Legal le decían que no sabían nada de él, pero a su vez crecía la incertidumbre con el paso del tiempo. Los amigos del joven empezaron a poner carteles de ‘se busca’ por toda la ciudad.
Álvaro asegura que esa noche del sábado no pudo dormir pensando en qué pudo pasar, no le cabía en la cabeza que alguien quisiera hacerle daño. “Carlos era un muchacho alegre que hacía lo que hace cualquiera de su edad. Era un muchacho confiable, cariñoso. De su hogar, vivía conmigo y su mamá. Estudió en el Colegio San Mateo Apóstol y en la Javeriana, íbamos a misa cada domingo”.
Menos el 27 de mayo. Ese domingo, Álvaro se levantó, contestó los mensajes de su esposa e hijo mayor, diciendo que aún no tenía respuesta a sus preguntas. Se puso en contacto con la Defensoría del Pueblo, Procuraduría, con todos los que él creía lo podían ayudar. Activaron el mecanismo de búsqueda urgente de personas desaparecidas. A las nueve de la mañana la Policía lo contactó para decirle que no había pista alguna.
Un uniformado le alcanzó a mencionar que Corferias tiene un coronel retirado como jefe de seguridad y que ellos tienen un sistema robusto, así que averiguarían por ese lado a ver qué lograban.
Después de las dos de la tarde, personal del Gaula citó en su vivienda al padre del joven para darle algunas recomendaciones, entre ellas que no creyera en todas las personas que llamaran a dar información de su hijo porque muchos delincuentes se camuflan como buenos samaritanos y lo único que buscan son víctimas que terminan aprovechándose de su angustia; estaba en esa charla cuando le entró una llamada al miembro del Gaula.
Una mirada extraña hizo pensar a Álvaro que algo estaba pasando. “Me dicen que encontraron un cuerpo en las instalaciones de Corferias y necesitamos hacer reconocimiento”, recuerda Álvaro con un nudo en la garganta. El uniformado pidió características, pero no esperaron a que se las dieran, decidieron arrancar cada uno en un carro diferente mientras se las entregaban.
Cuando llegó el padre del joven al lugar, vio que todo estaba acordonado, había presencia de Policía Judicial, Fiscalía, Bomberos; a él lo acompañaba su hermana, pero no pudo ingresar. “Me tocó ir solo a vivir el momento más difícil de mi vida”. Describe que sobre las 5 de la tarde confirmó que su hijo estaba sin vida en el tanque de agua junto a una gran estructura utilizada en el concierto. ¿Qué pasó? No lo sabe, confía en los investigadores, para que le den esas respuestas. Solo sabe que el vacío que dejó su hijo de la noche a la mañana es tan grande que no cree que algún día pueda reponerse.
“No puedo sacar conclusiones hasta que todos hagan su trabajo técnico y operativo, espero que la información de las autoridades sea oportuna, tengo confianza en que Fiscalía hará bien la investigación y nos explique todo pronto”, enfatizó.
Las honras fúnebres se llevarán a cabo en Valledupar, el cuerpo llegará a la ciudad en la tarde noche del martes.