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Escolta que disparó a un ladrón para evitar que se robara una moto será imputado por homicidio: “Estoy muerto en vida”
John Arley Sandoval es escolta. Trabajaba en una empresa de seguridad en Cúcuta. Un ladrón trató de llevarse una moto del lugar, él cumplió su trabajo, trató de evitarlo, pero, ante una amenaza, disparó y mató al criminal. Por cumplir su trabajo, puede ir a la cárcel.
El 14 de octubre de 2023 fue uno de los peores días para el escolta John Arley Sandoval, que presta los servicios de seguridad para la empresa SMB security Ltda.
A las 9:05 de ese sábado, Sandoval se encontraba prestando su servicio de vigilancia, como era su rutina. Su jefe le había pedido que estuviera atento en el sitio, pues la zona era insegura. Días antes, los comerciantes del sector, el barrio Chapinero, en Cúcuta, habían hablado entre ellos, preocupados por la ola delincuencial, como ocurre en muchos lugares de Colombia.
Con la recomendación hecha por su jefe, Sandoval puso en práctica sus conocimientos como hombre de seguridad y estuvo en estado de alerta. El entrenamiento que había recibido le sirvió para detectar a cuatro jóvenes con actitudes sospechosas que estaban rondando el sitio (VER VIDEO).
Sus sentidos no le fallaron. Uno de los sujetos ingresó al parqueadero de la empresa para robarse la motocicleta de uno de los empleados. El presunto ladrón contó en ese momento con un factor que le favoreció para cometer el delito, en la zona se estaban desarrollando unas obras viales que facilitaban el ingreso al parqueadero para que cometiera el delito que tiene hoy empapelado al escolta.
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En el escrito de acusación en contra de Sandoval, la propia Fiscalía General de la Nación reconoció que el día 14 de octubre del año 2023, siendo aproximadamente las 09:05 horas de la mañana, Jayson Andrés Ortiz Vargas se apoderó de una motocicleta de un empleado de una empresa que se encontraba parqueada.
“Al momento que Jayson Ortiz se apodera de la motocicleta, violando los sistemas de seguridad, la enciende y arranca, pero es sorprendido por el señor Jhon Arley Sandoval, quien lo intercepta, protegiendo ese derecho del bien jurídico tutelado del patrimonio económico, esgrime su arma de dotación, debidamente amparada por la autoridad competente”, señaló la Fiscalía.
A partir de ese momento, la vida de Sandoval dio un giro de 180 grados. Según se atreve a decir, está “muerto en vida”.
De acuerdo con la versión del escolta, como lo afirmó la misma Fiscalía, Vargas ingresó a la empresa donde estaba Sandoval a robarse la motocicleta. El escolta, al ver la situación, lo interceptó. Al sentir amenazada su vida, desenfundó su revólver y lo accionó en contra del presunto delincuente.
“Minutos antes había varios sujetos sospechosos rondando la empresa. Uno de los empleados me alerta a mí y me dice que tenga cuidado; yo me pongo pilas y veo cuando uno se mete a robar la moto, la prende y, cuando lo interceptó, el tipo me dice que si me voy a hacer matar y me amaga con dispararme, yo reacciono primero y le disparó”, relató Sandoval a SEMANA.
Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos. El acto seguido, dice Sandoval, fue prestarle los primeros auxilios al presunto ladrón y llamar a la Policía a contar lo que había sucedido.
Según cuenta, a partir del fallecimiento del presunto delincuente, todo ha sido un infierno para su vida, incluso que ha llegado a pensar en quitarse la vida, porque asegura que no puede seguir pensando todos los días en que su hijo de 9 años, su esposa con problemas de salud y sus padres lo tengan que ir a visitar a una cárcel, porque, de acuerdo con Sandoval, la Fiscalía lo está tratando como uno de los peores homicidas.
“He pensado en quitarme la vida. Yo no me levanté ese día a matar a nadie, cambiaría lo que fuera por volver a ese día y haber dejado mejor que se robaran la moto, porque acá tienen más garantías los delincuentes. Los casos quedan en la impunidad y, en cambio, yo soy un hombre trabajador, sin antecedentes penales, que terminó empapelado por cumplir con mi trabajo”, señaló Sandoval.
Este experto en temas de seguridad señaló que, en ningún momento, su intención fue asesinar al presunto delincuente: “La idea era reducir el peligro, pero él me lanzó una amenaza y sentí mi vida en peligro”.
Además, indicó que la Fiscalía mantiene una presión psicológica en su contra diciéndole cada vez que puede que su pena oscila entre los 500 a 600 meses de prisión, es decir, hasta 30 años de cárcel por el delito de homicidio agravado. “Me tiene la Fiscalía como si yo fuera un bandido más”.
“Yo no juzgo al muchacho por lo que estaba haciendo, yo solo estaba haciendo mi trabajo, y a su familia de corazón le pido mil disculpas porque en ningún momento mi intención fue quitarle la vida; yo no soy el culpable, el culpable eran las amistades del joven que lo llevaron a cometer el delito”, relató Sandoval.
¿Justicia por mano propia o legítima defensa? El debate jurídico es para los especialistas en derecho, pero, según Sandoval, su caso está rotundamente relacionado con su trabajo, pues estaba protegiendo los bienes jurídicos de quienes allí laboraban y él reaccionó para evitar que se consumara el hurto, situación que hoy lo tiene viviendo una trágica experiencia, que lo hace llorar todos los días.
“A uno no lo llena de orgullo quitarle la vida a una persona y tampoco es justo el infierno por el que estoy pasando sabiendo que puedo perder a mi familia, mi hijo de 9 años todos los días llora pensando en que va a perder a su papá”, agregó.
Según Martín Barrera, jefe de Sandoval y representante legal de la empresa para la que prestaba los servicios de escolta el día que ocurrieron los hechos, la decisión de la Fiscalía de responsabilizarlo de homicidio agravado es injusta con alguien que solamente estaba cumpliendo con su trabajo.
“Él actuó conformé a su trabajo. Se dio cuenta de que un extraño estaba retirando una moto que no era de él. El delincuente no acató la señal de pare y el escolta lo que hace es la reacción normal de las personas que se preparan en este campo, toma su arma y hace un disparo que impactó al susodicho”, manifestó Barrera.
“Acá es cuando uno piensa que hubiese sido mejor que el delincuente se hubiera llevado la moto, mejor que no hubiéramos actuado (...). El fallecido era un hombre que tenía un prontuario largo por hurto, tráfico de estupefacientes y lesiones personales, que nos permite decir que no hubo error del escolta y actuó normal”.
A su turno, el abogado Ronald Sanabria, experto en materia penal, aseguró que la Fiscalía sorprendió con su calificación jurídica al no aceptar que se trataba de un caso de legítima defensa y por el contrario responsabilizó a Sandoval de homicidio agravado.
“Desde el punto de vista penal, acá lo que hay es una legítima defensa, porque el ladrón simuló el acto de sacar un arma de fuego. A partir de ese momento, el escolta activa los deberes propios de su cargo y acá se ve un caso de legítima defensa al verse amenazado”, indicó Sanabria.
Por su parte, la Fiscalía consideró que Sandoval excedió la respuesta de los hechos al usar su arma de fuego como primer recurso para contrarrestar el actuar del presunto ladrón.
“No deja de ser menos cierto que, ante el amague de Jeyson Andrés Ortiz de esgrimir de la cintura un arma y dado el contexto de inseguridad en la zona donde sucedieron estos hechos, la Fiscalía reconoce el exceso”, indica la Fiscalía en contra de Sandoval.
Sobre estos argumentos, el procesado aseguró que su reacción fue natural al sentir su vida en peligro. Incluso, se preguntó qué hubiera pasado si Ortiz lo hubiera atacado con un arma de fuego primero o, por el contrario, lo hubieran hecho los otros sujetos que lo acompañaban.
El destino cruzó en la vida a Sandoval y Ortiz y los sumergió en una tragedia. Nadie quisiera estar sus zapatos. El primero la está experimentando en vida. Los familiares del segundo reclaman justicia por la muerte de su pariente.