¿Qué tan machistas somos los colombianos?

Hoy las mujeres ocupan varias de las más altas dignidades del Estado, en espacios como el gabinete presidencial, el Congreso o los cargos de elección popular. Ese hecho haría pensar que el país ha avanzado en la materia y que la igualdad de género se acerca cada vez más. Sin embargo, más allá de las cifras laborales, de la cuantía de los sueldos o de los espacios de participación abiertos, un tema de fondo parece estancado en el país: la mentalidad.

El Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes acaba de publicar una investigación sobre el machismo en Colombia con resultados preocupantes. El estudio se basa en las cifras obtenidas por la encuesta Barómetro de las Américas, aplicada a 1.663 colombianos entre septiembre y diciembre de 2018.

En la investigación utilizaron preguntas estratégicas para determinar la posición de los encuestados frente al empoderamiento femenino. Uno de los primeros resultados sorprendentes apareció con la respuesta a la pregunta de si creen que una mujer necesita permiso de su esposo para visitar a un amigo o familiar. El 39,2 por ciento de los hombres creen que sí, mientras que en las mujeres ese porcentaje llega a 22,3.

Según el estudio, existe una correlación directa entre la religión y el machismo. Es decir, quienes afirman que la primera es un factor muy importante en sus vidas tienden a ser más machistas. Lo mismo pasa con la ideología política. Las personas de derecha parecen más proclives al machismo que las de izquierda. Esto es predecible si se considera que la derecha defiende concepciones tradicionales de familia, en las que la mujer se realiza según su pertenencia a un hogar tradicional. Mientras que el 52 por ciento de los hombres autodeclarados de derecha consideran que su pareja debe pedirles permiso para verse con un amigo, entre quienes se consideran de izquierda ese porcentaje baja al 40 por ciento.

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Lo mismo pasa al preguntar por el rol de la mujer. Aunque la diferencia no es muy grande, más hombres opinan que las mujeres solo se realizan plenamente si son madres (47,4 por ciento) que las mujeres que así lo creen (43,9 por ciento). La ideología también está asociada a la visión sobre el papel ‘reproductivo’ de la mujer. Mientras que el 61,4 por ciento de los hombres de derecha creen que una mujer solo puede sentirse realizada al ser madre, en los de izquierda ese mismo indicador baja al 51,1 por ciento.

En términos de igualdad frente al trabajo, más mujeres (57,1 por ciento) que hombres (50 por ciento) estiman que los hijos sufren si ellas trabajan. Al igual que en el caso anterior, estas cifras son más altas entre la población religiosa, de derecha y divorciada, y entre las mujeres exclusivamente dedicadas a las tareas del hogar y en aquellas de nivel socioeconómico alto. Esto debido a que las que tienen menores ingresos ni siquiera consideran la opción de dejar de trabajar.

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La religiosidad también juega un rol importante. El 47,4 por ciento de los hombres consideran que una mujer solo puede sentirse realizada cuando es madre. El 59,9 por ciento de los hombres religiosos están de acuerdo con esa afirmación, mientras que en los no religiosos el porcentaje baja a 38,4 por ciento.

Otro imaginario de la mujer ligado al machismo es el de la belleza. En ese tema, los hombres y las mujeres tienen concepciones radicalmente diferentes. Mientras que el 44,7 por ciento de los hombres consideran que las mujeres se arreglan para agradarlos, solo una de cada cuatro mujeres (24,9 por ciento) piensa así.

Un empate absoluto y sorprendente existe en el porcentaje de hombres y mujeres que opinan que si una mujer dice que la acosan en el trabajo, está engañando. En ambos casos esta cifra es del 43 por ciento. También es mayor entre hombres y mujeres de derecha, religiosos y divorciados, así como entre mujeres dedicadas al hogar.

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Con todas esas cifras, el estudio demuestra que los colombianos aún tienen que romper muchas barreras mentales para combatir la discriminación. Y eso no pasa solo por modificar actitudes de los hombres, sino también por cambios en las concepciones de las mujeres acerca de su propio rol. Lograr identificar esos patrones de pensamiento y de comportamiento que hoy existen significa dar un primer paso hacia la igualdad.