JUSTICIA
Exclusivo | A pesar de los riesgos y sin lujos, el exparamilitar Jorge 40 permanece en una celda de la cárcel Picaleña de Ibagué
El exparamilitar es un testigo de excepción del conflicto armado colombiano y por su actuar sanguinario y cruel tiene una parte de la dolorosa verdad. Sin embargo, no goza de los privilegios que disfruta el testigo Monsalve.
Tras pagar su pena de 12 años por narcotráfico en EE. UU., Rodrigo Tovar Pupo, mejor conocido como Jorge 40, fue enviado a Colombia. En el país tiene cuentas pendientes con la Justicia tras años de vida delictiva al mando del Bloque Norte de las Autodefensas. Por esa razón, es considerado un recluso de mucho riesgo y de alta peligrosidad. Incluso, el propio exparamilitar le envió una carta al presidente Iván Duque y le pidió que el Estado le brindara protección, pues aseguraba tener la certeza de que una vez pisara “una cárcel ordinaria colombiana” lo asesinarían.
Sin embargo, el Inpec ha podido garantizar su seguridad hasta ahora. El excomandante paramilitar permanece recluido en una celda en la cárcel de Picaleña en la ciudad de Ibagué. A diferencia de Juan Guillermo Monsalve, el testigo contra el expresidente Álvaro Uribe, las restricciones de Jorge 40 son rigurosas.
SEMANA obtuvo las imágenes de la celda de Jorge 40. Las fotos son reveladoras: demuestran que el exparamilitar vive en una celda de 3 x 4 metros, donde cuenta con una cama que no es más que una angosta plancha de cemento con dos colchones. Con cuerdas azules y fucsia sostiene lo que parece ser un toldillo rústico delgado de color verde. El detenido todo el tiempo está expuesto a la vista de los guardianes y de sus compañeros de pabellón. Al lado de la cama tiene un pequeño mueble, que parece ser una canasta de gaseosas puesta al revés.
El recluso Jorge 40 cuenta con un lavamanos metálico pegado a un inodoro, también de metal. El piso es de cemento con una placa de algún material que lo deja ver liso. En el lugar se observa una cortina de plástico verde y unos tarros de almacenamiento. No hay ducha. Dos pequeñas ventanas son la única fuente de luz.
En la celda, Jorge 40 almacena muchos elementos de aseo, como detergentes y suavizantes de ropa. En el sitio también se observa una silla plástica café. Al lado hay otra plancha de cemento, sobre la cual se alcanzan a ver unos tenis blancos.
Hernán Giraldo, en condiciones similares
De igual manera vive el exparamilitar Hernán Giraldo, exjefe del Bloque Resistencia Tayrona, quien permanece en la cárcel de Itagüí. En su celda –marcada con el número 16 del tercer piso, patio 7, pasillo número 1 del centro penitenciario– hay una cama de cemento empotrada en la pared.
Como se ve en un video que obtuvo en exclusiva SEMANA, tiene un televisor pequeño, una cortina de plástico que al correrla deja ver un inodoro, un lavamanos y un tubo por donde sale agua para bañarse. También se alcanzan a ver una silla y una mesa de plástico, además de un espejo pequeño y algunos ganchos con ropa sostenidos con puntillas.
Rodrigo Tovar Pupo y Hernán Giraldo son parte de los protagonistas más sangrientos del conflicto armado en el país y, sin duda, testigos de excepción de todo lo ocurrido. Tienen mucho que contarle a la justicia y una parte de la verdad. El Estado debe garantizarles la seguridad y cuidarlos, pero sin permitirles los excesos y privilegios de los que goza, por ejemplo, el testigo Juan Guillermo Monsalve, cuyo testimonio fue utilizado por la Sala de Instrucción de la Corte para poner preso al expresidente Álvaro Uribe.
Monsalve ha cometido todo tipo de excesos y ha tenido toda clase de comodidades en las casas fiscales de La Picota. ¿Será que el Estado no puede cuidarlo en otro pabellón de alta seguridad como lo hace con los exparamilitares Jorge 40 y Hernán Giraldo, o Rafael Uribe Noguera, asesino de Yuliana Samboní?
Los otros testigos del caso Uribe tampoco gozan de grandes privilegios en prisión.