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La peligrosa ‘primera línea’: ¿un nuevo grupo criminal nació en Colombia?
SEMANA destapa en exclusiva la cara oculta de esta organización. Documentos, grabaciones y seguimientos de autoridades a transacciones millonarias demostrarían nexos con disidencias de las FARC, la Segunda Marquetalia y el ELN. Estaría naciendo otro grupo criminal.
Aunque la ‘primera línea’ se dio a conocer durante el paro del 28 de abril como un grupo espontáneo y pacífico de jóvenes inconformes que encabezaban las manifestaciones, las autoridades concluyeron otra cosa: se trataría de una organización con rasgos criminales que importó el modelo de las protestas chilenas y se viene gestando desde hace casi dos años, cuando el presidente Iván Duque enfrentó las primeras protestas. “Desde noviembre de 2019 los integrantes de la ‘primera línea’ han transitado al uso del terrorismo como el mecanismo para causar daño sistemático y daños colaterales”, dice un informe reservado de inteligencia, conocido en exclusiva por SEMANA, denominado Carácter criminal del esquema organizativo: primera línea.
En el documento se realiza un inventario de su capacidad para interactuar con grupos radicales y criminales, que aprovechan el descontento de los jóvenes y son influenciados con facilidad. Queda al descubierto que han avanzado “en métodos y técnicas de combate y de afectación sistemática a la fuerza pública y la infraestructura”. Se destaca el uso de armas no convencionales con alto poder destructivo, y se describe su modus operandi: “Bloquear, destruir y afectar vías y medios de transporte... Destruir bienes públicos y privados mediante el uso de todo tipo de armas y elementos explosivos…”.
Los investigadores han hecho un seguimiento milimétrico. Cuentan con la trazabilidad de centenares de transacciones millonarias que comprobarían el nexo entre la ‘primera línea’ y las disidencias de las FARC, la Segunda Marquetalia, el ELN y otras bandas criminales. Las autoridades consideran que la organización nació como una idea de los grupos armados para penetrar las ciudades de manera más efectiva. Por otra parte, indagan la relación entre la ‘primera línea’ y el JM-19, movimiento inspirado en el extinto grupo guerrillero.
Una fuente le confirmó a SEMANA que existen escuelas clandestinas de formación al servicio de la ‘primera línea’. Si bien no hay un jefe único en la organización, tratan de alcanzar acuerdos en grandes asambleas en Bogotá y Cali. Pretenden mantener vivas las movilizaciones a toda costa.
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De hecho, las autoridades están en alerta por los planes violentos que tendría la ‘primera línea’ este 20 de julio, en alianza con grupos armados, buscando generar caos, como lo denunció el propio ministro de Defensa, Diego Molano.
SEMANA estableció que integrantes de la ‘primera línea’ están adecuando bodegas como dormitorios para alojar a quienes lleguen desde Pasto, Neiva, Montería, Floridablanca, Cali, Medellín, Tunja, Palmira, Barranquilla y Bucaramanga, además de los representantes de Cundinamarca. Ellos se sumarán a la ‘primera línea’ de Bogotá, Línea Zona18, Línea Usme, Kennedy, Suroriente, Línea 170, Suba y Usaquén.
La preocupación de las autoridades no es para menos. Integrantes de la ‘primera línea’ son responsables de atacar al Esmad con bombas molotov, intentando quemar vivos a decenas de policías. Hasta el momento, 1.581 uniformados han resultado heridos, y otros tres fallecieron. Los bloqueos se convirtieron en su arma.
También amenazaron con atacar TransMilenio –por estos hechos los denunció penalmente la alcaldesa de Bogotá, Claudia López– y secuestraron buses en Usme, intimidando a los pasajeros con cuchillos. Miembros de la organización fueron señalados por dos muertes: la del ingeniero Camilo Vélez Martínez, quien perdió la vida cuando iba en su moto y encontró atravesado un cable a su paso, y el asesinato del patrullero Carlos Andrés Rincón, cuyo cuerpo apareció en el río Cauca.
SEMANA revela las pruebas, en poder de las autoridades, que demostrarían que detrás de este grupo se esconde una nueva organización criminal de naturaleza urbana. Las evidencias son alarmantes.
Las grabaciones
SEMANA tiene en su poder audios de las interceptaciones legales a líderes de la ‘primera línea’ en diferentes ciudades del país que evidencian su participación en actividades ilícitas. Las pruebas muestran una organización que, además de tomarse las calles, tiene otros planes. En las conversaciones se habla hasta de homicidios, como se escucha en una de las interceptaciones a alias ‘el Negro’ con otro hombre no identificado en Cali:
Hombre por definir: “Viejo, ¿pero todo va bien?”. Negro: “No, no, va mal, mano”. H.D.: “Viejo, no se azare, que ya sabemos quién es. A ese man lo matamos hoy”. N.: “¿Ya saben quién es?”. H.D.: “Sí, no se azare”.
Los audios confirman que en la capital del Valle, la ciudad más afectada por los bloqueos, las disidencias de las FARC se infiltraron. En una de las grabaciones se escucha a alias ‘Richard’, enlace de esta organización, diciendo: “Yo soy excombatiente, yo soy fariano”. La conversación se desarrolló en medio de un día de protestas, cuando además planeaban cómo atacar al Esmad. Se escucha hablar de fusiles Galil.
En otro audio quedan al descubierto los planes de una facción de la ‘primera línea’ para atacar las instalaciones de una Gobernación del Eje Cafetero. Una mujer identificada como Daniela le da las órdenes a Daniel, uno de los líderes del grupo:
Daniela: “Donde yo no hubiera estado trabajando, habría armado un mierdero, menos mal Mateo hizo ese en vivo, algo tienen que hacer con ese gobernador hablamierda, ir a quebrarle la Gobernación o la casa a ese hijueputa. Vamos a tirarle molotov”. Daniel: “Usted gestiona los datos (bombas), yo convoco a la gente que quiera para esa vuelta. Tiene que ser una misión ultrasecreta”.
Los investigadores escucharon otra conversación de las mismas personas. En esta, curiosamente, Daniel llama a Daniela “mi pequeña terrorista”. El diálogo confirma el odio de algunos integrantes de la ‘primera línea’ contra un sector político:
Daniel: “Hablé con Ramsey y me dijo que es verdad la llegada del Centro Demoniático”. Daniela: “Estaba hablando eso con mi mamá; si alguien de verdad quiere hacer algo por este país, que le tire una granada a ese tipo, que se la estalle, que vuele en pites, quiero ver que me caiga la sangre de él, lo odio, yo nunca había sentido tanto odio por alguien en esta vida. Toca convocar para que reúna toda la gente, ‘primera línea’, convocar a toda la gente, que sientan la presión, planean tirar huevos y prepararse con prendas oscuras y encapuchados para que no los identifiquen”.
Daniel: “¿Lograste conseguir la granada?”. Daniela: “Yo tengo cómo conseguirla por otro lado”.
Los investigadores escucharon a Daniel conversando también con alias ‘Milena’, a quien le reporta que no poseían ni un escudo “y hoy ya tienen 24, 11 papas (bombas), 140 botellas, cinco galones de pintura, 84 láser”. Él, además, asegura que “antes en la ‘primera línea’ éramos 30 güevones, hoy somos 85. Se llegó al acuerdo, se habló con las barras”.
En otra llamada, un hombre de la ‘primera línea’ habla sobre las intenciones de atacar un almacén de cadena. “Para mañana borren ese hp flyer de los del Éxito, vamos a hacer lo del Éxito, pero vamos a hacerlo que sea un bombazo”, dice, mientras el interlocutor le pide que “no diga eso, menos por teléfono”.
La inteligencia tiene claro que los líderes, en muchas ocasiones, hablan en clave. En una de las llamadas, por ejemplo, se refieren a la intención de estallar dos bombas. “Estoy en el Betancourt consiguiendo dos bombas de gas, dos bombas para meternos en una habitación, estallar las dos bombas y resistir ahí...”.
Varios de los integrantes de la ‘primera línea’, identificados por las autoridades, hablan de lo que son capaces de hacer, como lo captaron los aparatos de interceptación en Medellín: “Yo no sé cuál es el hp miedo, ¡si hay que prender Medellín, prendemos Medellín!”, se escucha decir a una mujer.
SEMANA estableció que son miles de horas de grabación en poder de los investigadores.
La ruta de la plata
Según los organismos de inteligencia, el rastreo de millonarias transacciones permite concluir que la ‘primera línea’ se financiaría, en especial, de las disidencias de las FARC, la Segunda Marquetalia, el ELN, algunas bandas criminales y narcotraficantes. Eso explicaría cómo han logrado mantenerse por casi tres meses en los puntos que han denominado de resistencia.
Los investigadores identificaron que el dinero les llega por diferentes vías. Desde Venezuela, la Segunda Marquetalia ha enviado, a través de correos humanos, cajas con dólares en efectivo, camuflados en camiones con alimentos. SEMANA reveló en su momento el envío de 160.000 dólares de Iván Márquez, exjefe negociador de las FARC, para financiar estas actividades terroristas. La plata llegó acompañada de una carta en la que los alentaba a combatir contra el Estado.
En los seguimientos han detectado casas de cambio en ciudades donde opera la ‘primera línea’ y se negocia este dinero ilegal. Están identificados más de 400 receptores por medio de consignaciones en plataformas digitales. Son los encargados de distribuirlo.
El ELN también es uno de los financiadores mediante el Frente de Guerra Urbano Nacional. Los grupos narcotraficantes ponen su cuota, sobre todo en Valle, Antioquia y Cauca. Documentos incautados, rastros de transferencias y testimonios de miembros de la ‘primera línea’ que han colaborado con la justicia señalan transacciones de entre 1.000 y 1.200 millones de pesos mensuales.
Sin embargo, cada grupo debe buscar otras formas de financiación. Por eso, el microtráfico ha tomado fuerza en los puntos de resistencia, donde también se cobran peajes y extorsiones. Un informe de inteligencia muestra cómo extorsionan a vendedores ambulantes, trabajadores de las plazas de mercado y mayoristas usando la fachada de grupos delincuenciales. Las centrales de abasto de Medellín, Bogotá y Bucaramanga son algunos de los lugares donde cometen sus fechorías.
Está documentado que, en algunos casos, exigen gasolina y prendas de vestir (overoles, gafas, y cascos). Es más, estaciones de servicio son blanco de la ‘primera línea’ que presiona para robarse el combustible con el que elaboran las molotov.
En el caso de Bogotá, especialmente en el sur, han hurtado residencias y saqueado bodegas. Las localidades más afectadas por los robos son Kennedy, Bosa y Soacha. “Algunos realizan desplazamientos hacia la zona céntrica de la capital para obtener dinero hurtando los buses de transporte público”, se lee en el documento confidencial. En Medellín, Popayán, Cali, Barranquilla y Bucaramanga, la historia se repite.
Las acciones violentas no son espontáneas. Hay testimonios y videos que demuestran la entrega de dinero en efectivo a jóvenes por participar en actos vandálicos. Les dan entre 30.000 y 70.000 pesos diarios. Uno de los testimonios, en poder de SEMANA, dice: “Estábamos en la terminal de transporte esperando a que sacaran la plata de un cajero y una patrulla nos trasladó. Nos pagan hasta 70.000 para los pasajes”, cuenta un joven que opera como manifestante a sueldo en la ‘primera línea’ de Medellín. Otras versiones hablan de una nómina en la que a los miembros de las bases les pueden pagar desde 150.000 hasta 400.000 pesos, mientras que los cabecillas y reclutadores pueden ganar entre 1 y 3 millones. Según los investigadores, además del pago, a muchos integrantes de la ‘primera línea’ los hospedan. En el caso de Bogotá, un hombre apodado ‘el Gringo’ y alias ‘Nana’ acondicionaron bodegas de entre 30 y 40 metros cuadrados con cocinetas y colchonetas a fin de resguardarlos. Usan parqueaderos clandestinos y cambuches para entrenamiento.
Varios políticos, cuyos nombres conoce el país, simpatizan con la ‘primera línea’. Hay un caso especial que ha sido público: el de Gustavo Bolívar, senador de la Colombia Humana, quien impulsó una Vaki, a través del colectivo Manos Limpias, para comprar elementos de protección. De hecho, la Corte Suprema definirá si en su actuación habría cometido algún delito.
Cartillas para niños
SEMANA conoció que los investigadores tienen suficiente material probatorio que vincula a miembros de esta organización con adoctrinamiento de menores de edad. Los convierten en protagonistas de simulacros de enfrentamientos con el Esmad y hasta han diseñado cartillas en las que los inducen a participar de las protestas.
Una de ellas se llama ‘Paro nacional, haga la tarea’. Se trata de un violento folleto didáctico, de 20 páginas, distribuido en diferentes zonas del país. Los niños encuentran allí sopas de letras, dibujos para colorear y hasta un espacio en el que pueden narrar lo que han vivido en el paro nacional.
El menor debe identificarse con nombre propio, comunicar el grado al que pertenece y el estado de ánimo que tiene frente a las protestas. La cartilla también incluye un editorial ideologizado contra el Estado y las instituciones, en el que incitan a los menores al odio. Al final, quien complete los ejercicios obtiene un diploma de graduación que exalta el “excelente servicio, el esfuerzo infatigable y su apoyo constante a la protesta social, la paz y la democracia en Colombia”. El certificado está acompañado del escudo de la ‘primera línea’ Al lado se lee ‘Gobierno de Colombia’.
Una de las tareas que aparece en el folleto busca que el aprendiz relacione elementos como pistolas, un hombre encapuchado armado con fusil, bombas y policías.
Esta modalidad de instrumentalización de niños y adolescentes ha sido denominada por las autoridades como “estrategia de sostenimiento del inconformismo y rechazo hacia el Gobierno e instituciones”. Una de las mayores evidencias fue un video grabado en el Parque de los Deseos, en Medellín, que se volvió viral. También hay registros gráficos de esta instrumentalización con presuntas actividades lúdicas a menores en Bogotá, Cali y Bucaramanga.
Los mayores de 14 años son entrenados para el combate. En Bogotá ya están identificadas diez escuelas de entrenamiento ubicadas en Suba, Engativá, Fontibón, Kennedy, Puente Aranda, Usme y el Country Sur. Allí utilizan parques públicos, bodegas, salones comunales y casas en donde les dan “cátedra”, argumentos para salir a las calles de manera violenta y les imparten una especie de instrucción militar: cómo manejar los escudos, cómo usar las caretas, formaciones de ataque y defensa, elaboración de artefactos explosivos. Asimismo, estudian lo que llaman el manual de choque contra el Esmad. Aunque no hay un número preciso de miembros de la ‘primera línea’, es clara su ubicación en 14 departamentos (ver mapa).
SEMANA conoció que los miembros más destacados de la ‘primera línea’ viajan a las otras ciudades a compartir el conocimiento por medio de maniobras de confrontación, explican cómo hacer colapsar las ciudades, y, por eso, ocurre la repetición sistemática de las operaciones. Incluso, hay una especie de competencia por el poderío de las facciones. Bogotá y Cali han criticado la falta de resultados de la ‘primera línea’ de Medellín, a donde enviaron emisarios de apoyo.
Antes de salir a enfrentar al Esmad, algunos grupos de combate ponen en práctica el “ritual sin miedo”: consumen drogas y escuchan una elocuente charla política.
Según el informe conocido por SEMANA, la ‘primera línea’ está dividida en cinco grupos que se identifican por el color de sus cascos, de acuerdo con los objetivos y necesidades en la lucha contra las autoridades. Una línea de defensa, compuesta por escuderos. Otra, la ofensiva, en la que se ubican los honderos y lanzan piedras con las bombas molotov y granadas artesanales. Hay un tercer grupo llamado la línea de apoyo: su labor es neutralizar gases lacrimógenos, son los recolectores de piedra y armadores de barricadas; también, encargados de las comunicaciones, filman videos en vivo y los viralizan. Un cuarto bloque, integrado por el equipo de paramédicos y rescate de heridos. Por último, en la quinta línea, los proveedores encargados de la comida, fogatas, entrega de agua y lo necesario para mantenerse en los puntos de concentración.
Para sus armaduras hechizas usan escudos acondicionados a su estatura, y los arman en sitios improvisados. Asimismo, se han identificado ferreterías y talleres de ornamentación en donde los elaboran. Siempre llevan un morral con provisiones y ropa para cambiarse y mimetizarse.
La ‘primera línea’ se convirtió en un nuevo reto para las autoridades, que deben hacer todo lo posible para investigar y judicializar a aquellos integrantes que utilizan la protesta pacífica como escudo perfecto para delinquir.