Nación
Exclusivo: la narcovida de Los Wil, el clan de cuatro hermanos que vivían como reyes en el Urabá antioqueño
Armas de fuego, cadenas de oro, amantes, camionetas de alta gama, fiestas de días, así era la vida de ‘Los Wil’, un poderoso clan de cuatro hermanos dedicados al narcotráfico en la región del Urabá.
La vida de emperadores romanos que se estaban dando cuatro hermanos, llamó la atención de las autoridades, a quienes les pareció extraño que, en regiones pobres, donde sus pobladores tienen que hacer maromas para sobrevivir, se daban vida de reyes.
Se trata de los Will, todo un linaje de hermanos dedicados al crimen, cuyos nombres son hace honor a su alias: Wilmer, Wilmar, Wilder y William Urrego Torres.
Iniciaron su carrera mafiosa en el eslabón más bajo de la cadena del narcotráfico, como “lavaperros”, como se conoce en el mundo de la delincuencia. Eran los mandaderos de los capos, condición que fue aprovechada al máximo por los hermanos para aprender los secretos del negocio.
Se movían en camionetas de alta gama, con escoltas, permanecían armados, con mujeres llamativas y con cadenas de oro que se podrían ver desde una cuadra como reza el refrán.
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Uno de los que más que exhibía su pomposa vida era Wilmar Urrego Torres, alias “Uldar”. En las imágenes obtenidas en exclusiva por SEMANA, se ve al sujeto mostrando pesadas cadenas de oro, adquiridas con los dineros de su ascendente carrera en el narcotráfico.
Con el paso de los años, y la caída de importantes capos del narcotráfico en Antioquia, ‘Los Wil’, se organizaron, ocuparon los espacios y se convirtieron en los patrones del Urabá.
Hicieron su propia agenda con contactos de socios en el extranjero, se adueñaron de rutas de narcotráfico, copiaron de las estrategias para enviar la cocaína al exterior y sellaron alianzas con el Clan del Golfo, para movilizar toneladas de droga al mes por la costa pacífica y por la frontera con Panamá.
Por el pacífico utilizaban lanchas rápidas para enviar el alcaloide, mientras que por la frontera usaban el método de hormigueo. Le pagaban a personas necesitadas económicamente para que cruzaran al vecino país con maletas cargadas con cocaína.
Durante dos años las autoridades les hicieron seguimiento. Agentes de la Dirección de Investigación Criminal Dijin, documentaron uno a uno los movimientos de Los Wil, sabían quiénes eran sus esposas, hijos, amantes y como iban involucrando a cada persona que conocían en el creciente negocio.
“Los Wil tenían injerencia criminal en los departamentos de Antioquia y Chocó, especialmente en el Golfo de Urabá, en donde tenían puntos estratégicos que servían de acopio para el almacenamiento del estupefaciente”, reveló la coronel Patricia Salazar, directora de la Dijin.
Y es que para mover las cerca de cuatro toneladas de cocaína que sacaban Los Wil mensualmente, y para poderle responder a sus socios, sellaron una alianza, según las autoridades, con el Clan del Golfo. Le compraban la droga y le pagaban un “peaje” de un millón de pesos por cada kilo que sacaban por la frontera. “Los ríos de dinero que movían eran impresionantes”, dijo un investigador.
Al conocer los alcances internacionales de la red de narcotráfico, las autoridades colombianas se pusieron en contacto con la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos para intercambiar información.
Así lograron establecer que Los Wil, en la zona de frontera con Panamá, habrían comprado un terreno para acopiar la cocaína que llegaba por las trochas y desde ese centro de operaciones definir a que partes de Centroamérica la enviaban.
Interceptaciones
Las pruebas contra los Wil son contundentes. Los investigadores presentaron ante la justicia horas de interceptaciones, videos, fotos que fueron conocidos en exclusiva por SEMANA. En uno de los audios se escucha a un cabecilla cuando habla con una de sus amantes a quien le cuenta que habían tenido un problema con un cargamento.
“No ve que se le cayó la vuelta a William anoche y yo soy el que le estaba cuadrando eso desde Sapzurro, entonces ahora me quieren llevar a mí por delante”, dice uno de Los Wil a su amante. En otro audio se escucha a William Urrego Torres, alias Hormiga, hablando sobre la marca que le habrían puesto a las panelas de cocaína para identificar la pureza.
“Debe explicarme cuál de las dos era, es que estamos enredados con unos Tommy (marca de cocaína), pero usted también tenía Tommy, ahí para salir de la duda”, dice Hormiga.
Los roles que cumplía cada hermano en la organización fueron develados por la investigación: Wilmar Urrego Torres, alias Uldar, estaba a cargo de la compra, acopio y ocultamiento del estupefaciente; Wilder Urrego Torres, alias El Indio, era el presunto responsable de la logística y abastecimiento de las embarcaciones; y William Urrego Torres, alias Hormiga, es señalado de financiar el andamiaje criminal.
Lujos
Los Wil, contrario a otros narcotraficantes no se mudaron a las capitales para hacerse pasar como empresarios y mostrar su poderío financiero, se quedaron en las regiones donde crecieron. Pequeños caseríos a la orilla de las carretas ubicados en Turbo, Carepa y Chigorodó (Antioquia). Sus humildes viviendas las convirtieron en palacios, incrustados en medio de la pobreza.
Mientas las casas de los alrededores eran humildes, incluso a medio terminar, las de Los Wil contaban con modernas cocinas, parqueaderos para guardar sus lujosas camionetas, kioskos en donde armaban fiestas para celebrar cuando coronaban un cargamento, amplias salas con costos muebles.
La desfachatez de Los Wil, aseguran los investigadores, llegó a tal punto, que en una de sus casas, en Turbo, Antioquia, tenían una carretera privada con destino al mar, y para acceder era necesario el permiso de los narcohermanos.
Wilmer, Wilmar, Wilder y William Urrego Torres, quienes se forjaron en el mundo mafioso, ahora desde una cárcel tendrán que afrontar el proceso judicial en su contra, en el que la Fiscalía los acusó de ser unos barones de la droga imputándoles los delitos de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes; fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de fuego, accesorios, partes o municiones; y concierto para delinquir con fines de narcotráfico.