NACIÓN
Exclusivo: rompe su silencio el médico que les disparó a tres ladrones que lo atacaron en el norte de Bogotá
“Prefiero ser un médico criticado y no un médico acribillado”, le dijo a SEMANA, al cumplirse un año de los hechos que conmocionaron al país. “Tal vez se acerca el momento en que como sociedad dejemos de extenderle un tapete rojo a tanto delincuente”, agrega.
Matar o morir. Ese fue el dilema que vivió hace un año un médico que salía de turno de su consultorio en el norte de Bogotá. Al doctor apenas le faltaba cruzar el puente peatonal de la carrera 9 con calle 121 para llegar a su casa, después de un arduo día de trabajo. Sin embargo, ese camino sencillo que solía hacer siempre con la tranquilidad del deber cumplido al final de cada día, se convirtió rápidamente en su calvario. El médico, que hasta ahora había guardado silencio sobre lo que sucedió en esa noche, habló por primera vez con SEMANA.
Los minutos que pasó en ese puente peatonal le cambiaron la vida. Un camino que debía ser sencillo se convirtió en una pesadilla. Mientras andaba, de improvisto, un vehículo tipo sedán comenzó a acercarse sospechosamente a su paso. El médico sintió desconfianza y comenzó a caminar rápido. El doctor vio cómo se bajaban tres hombres jóvenes, apurados y con apariencia intimidante. Lo que sucedió después, todo el país lo conoce: se abalanzaron sobre él, le lanzaron ataques con un cuchillo, lo golpearon con un revólver y amenazaron con matarlo. El médico respondió a tiros con una pistola que llevaba. Los tres asaltantes terminaron muertos. La justicia lo exoneró tiempo después pues argumentó que se trataba del más típico caso de legítima defensa.
Un año después de ese episodio, el doctor relató en primera persona lo que vivió esa noche, las reflexiones que le quedaron y el mensaje que quisiera compartir con la sociedad, tras esa impactante experiencia. SEMANA se abstiene de publicar su nombre.
Este es su testimonio:
Quise hablar por primera vez, en virtud del primer aniversario de un franco ataque contra mi integridad y contra mi vida, en el cual cuatro maleantes me interceptaron en un puente peatonal con una clara y manifiesta intención criminal. En ese evento, en el cual me alcanzaron a asestar algunas heridas con arma blanca, me hicieron algunos disparos, me llevaron a una situación verdaderamente extrema en la cual consideré eran mis últimos instantes de vida.
Lo más leído
Ante tal actuar desmedido y sin consideración o respeto alguno por mi condición humana, me vi obligado a reaccionar para defenderme. Tuve que detener y repeler dicho ataque injustificado desde todo punto de vista y perspectiva. Como resultado de esa situación, tres maleantes perdieron la vida. Un cuarto delincuente fue capturado gracias a la acción diligente y oportuna de la Policía nacional de los colombianos. Agradezco a la institución policial por esa gestión que aportó al esclarecimiento de lo sucedido y a la administración de justicia.
Quiero agradecer a todas las personas que a mutuo propio manifestaron su voz de solidaridad y aliento conmigo, respecto a esa situación difícil y espinosa que afronté. En especial agradezco por tantas oraciones para mi favor y el de mi familia, las cuales atesoro invaluablemente. También entiendo que algunas personas hayan manifestado su inconformidad con que yo haya logrado sobrevivir esa noche contra todo pronóstico o probabilidad desde la desventaja.
Respeto la critica o diferencia. Sin embargo, en aras de la honestidad y la transparencia, diría que debido a mi esencia personal, mi tradición familiar y mis creencias religiosas, obré en consecuencia al derecho que la asiste a todo ciudadano para preservar su vida e integridad. En cualquier caso, prefiero ser un médico criticado y no un médico acribillado.
Como reflexión personal agregaría que es posible incluso que se acerque el momento en que los ciudadanos al unísono, con la genuina y legitima institucionalidad, recuperemos las escrituras de las vías públicas y medios de transporte que parecieran estar en manos de la delincuencia, quienes actúan a sus anchas con toda confianza enlutando cada vez más familias colombianas.
Los ejemplos tristemente son múltiples e impresentables en el marco del derecho. Un día, lamentablemente, un ciudadano es asesinado en su primer día de trabajo en medio de un hurto en una calle de Bogotá; otro día, deplorablemente, otro ciudadano es acribillado al interior de un articulado del sistema de transporte masivo mientras se desplazaba hacia su sitio de trabajo; un tercer ciudadano es abordado al llegar a su residencia y es impactado por una bala criminal que lo deja cuadrapléjico. En fin. Los ejemplos son variados resaltando lo inadmisible.
Escuche al médico:
Tal vez se acerca el momento en que como sociedad dejemos de extenderle un tapete rojo a tanto delincuente reincidente. Yo creo que sí se puede mejorar la situación y equilibrar la ecuación en favor del ciudadano y la sociedad. No son los maleantes los que mandan en Colombia, sería el mensaje a rebosar con convicción. La sociedad también es susceptible a los procesos evolutivos ante un ambiente adverso, como magistralmente describió Darwin, hace más de un siglo. Entre tanto, y ante las dificultades actuales, envío mi solidaridad apoyo y disposición a las víctimas de la criminalidad y a sus familias que sufren tan graves y profundas afectaciones.
También mi voz de alientos para las familias de las casi 60.000 víctimas fatales en el país de este virus versátil e infame que nos cambió la realidad. Voz de aliento también para los pacientes que batallan valiente y vehemente por sus vidas. Lo anterior sumado a la invitación para redoblar esfuerzos y precauciones para disminuir contagios ad portas de un programa de vacunación muy próximo a iniciar, que reúne la esperanza y optimismo para superar los tiempos difíciles que vivimos hombro a hombro con el empuje y templo que caracteriza a nuestra gente
Espero no importunar con mis palabras. Siento que debo manifestarme como ciudadano, como padre y como médico. Me suscribo afectuosamente esperando que en 2021 Dios bendiga nuestra patria y, en especial, a sus ciudadanos.