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Exclusivo: SEMANA destapa la grave denuncia por secuestro contra Epa Colombia
Su director comercial asegura que fue secuestrado por ella y tres de sus escoltas en la misma empresa. La justicia tiene más procesos por amenazas, lavado de activos y calumnias, entre otros.
Daneidy Barrera Rojas, conocida en el país como Epa Colombia, se encuentra nuevamente en la mira de la justicia. Esta vez, por un delito de talla mayor: secuestro. La famosa influenciadora, condenada a cinco años de cárcel por romper con un martillo los vidrios de estaciones de TransMilenio en medio de las protestas del paro nacional, ahora es investigada por la Fiscalía con base en una denuncia interpuesta por uno de sus colaboradores más cercanos en el mundo empresarial con su fábrica de keratina.
Ella misma aprovecha las redes que la hicieron famosa para mostrarse como una boyante emprendedora en carros lujosos, con joyas y hasta en helicópteros desde donde arrojó billetes de 50.000 pesos. SEMANA revela los detalles de este proceso por secuestro simple, ya en manos de la Fiscalía.
La denuncia fue instaurada por Carlos Toro, director comercial de las empresas de la influenciadora. Según su crudo relato, el pasado 30 de julio, a las doce del mediodía, él se encontraba en el centro de keratinas Epa Colombia, sede Bochica Sur, en Bogotá. Dice que recibió una llamada de la señora Daneidy Barrera para preguntarle en dónde estaba. Toro le explicó que se encontraba ahí, en las instalaciones, en el tercer piso.
Barrera le exigió que no se moviera del lugar. Toro no tuvo más opción que esperar y, mientras tanto, ocupó el tiempo hablando con la mamá de Epa Colombia. Sin embargo, todo le parecía extraño, el ambiente lo sentía enrarecido, hasta que llegó a la empresa la influenciadora.
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“Llega a este lugar la señora Daneidy Barrera con su esquema de seguridad, tres escoltas, y pide (a Toro) que se comunicara con la doctora Jenny Saldarriaga, para conocer o saber de su paradero”. Toro, dice la denuncia, “accede y toma contacto directo con la doctora Saldarriaga vía celular, manifestándole que Barrera la necesita de manera urgente en Bogotá. A lo cual le responde que se encontraba en Medellín”.
Saldarriaga, a quien se hace referencia en la llamada, trabaja en una firma de contadores y está al tanto de la minucia de los negocios y las empresas de Epa Colombia. Fue tal la arbitrariedad que Toro le mostró los tiquetes que ya tenía comprados para viajar a esa misma hora de Bogotá a Medellín para visitar a sus dos pequeños hijos. Daneidy le respondió que no podía moverse de la habitación donde se encontraba “hasta tanto la doctora Jenny no se presentara lo más pronto posible”. Y le preguntó: “¿Cuchito, qué dijo Jenny?, porque hasta que ella no venga usted no se va”.
El asunto pasó a mayores, y ante el impacto por lo que estaba sucediendo, Toro se sorprendió cuando escuchó la orden que impartió Epa Colombia. “La señora Barrera sale de la habitación y le da instrucciones a uno de sus escoltas para que se quedara custodiando la puerta y no lo dejara salir”. Era un hecho, Toro estaba retenido contra su voluntad, y desde ese momento empezó a verlo como un secuestro.
En el mismo lugar se encontraba también la mamá de Epa Colombia, a quien Toro, visiblemente afectado, le preguntó por qué su hija estaba actuando de esa manera. Dice que la señora se sonrojó y advirtió que no entendía nada de lo que ella estaba haciendo. Mientras esto pasaba, en la ciudad de Medellín, Jenny Saldarriaga se apresuraba a salir hasta el aeropuerto de Rionegro para comprar tiquetes hacia Bogotá y llegar lo antes posible, ante la incertidumbre por lo que estaba sucediendo en la sede de Bochica Sur de la empresa de keratinas. Toro, por su parte, seguía retenido.
El asunto se puso peor, y dos de los escoltas de Epa Colombia “se le adhieren de manera intimidante en aras de custodiarlo aun en contra de su voluntad hasta el tercer piso, seguido por la señora Daneidy Barrera y su tercer escolta”. El temor se apoderó de Toro, la situación era intimidante, y a mitad de camino frenó en seco y le reclamó que le dijeran de una vez qué era lo que estaba pasando.
Epa le contestó: “Nada, Cuchito, no se preocupe, solo lo estamos cuidando mientras llega Jenny, ¿o es que no va a venir?”. Toro respondió que por supuesto que sí, pero Barrera fue más allá y pasó a las graves amenazas, según quedó en la denuncia presentada, en poder de SEMANA. “Más le vale, porque de acá no puede salir, porque, si sale de acá, tengo las esquinas llenas de bandidos esperando una llamada mía”, dijo la influenciadora.
Lo dejaron bajo llave
El ambiente en la empresa estaba enrarecido. A medida que los escoltas cerraban las puertas, compañeros de trabajo de Toro le preguntaban qué estaba pasando, pero él no tenía la respuesta. Incluso, señala la denuncia, algunos habrían actuado con complicidad, y, conscientes de que se trataba de una retención ilegal y por la fuerza, no hicieron nada para impedirlo; tampoco informaron a las autoridades. Toro estaba a merced de Barrera y sus escoltas, lo dejaron aislado de forma tal que no tuviera oportunidad para escapar o salir de ese lugar.
“Los tres escoltas se quedan custodiando la puerta de ingreso y salida de dicho lugar, comportamiento que conllevó a que se notara preocupación y caos en el ambiente de trabajo, porque muchos empleados manifestaban incertidumbre por no saber lo que estaba pasando”. Y no era para menos, Toro era tratado como si fuera un delincuente.
Casi cuatro horas habían pasado de esta retención ilegal cuando llegó Jenny Saldarriga en compañía de otra mujer a la reunión a la que fue requerida por Epa Colombia. “La señora Daneidy al observar que había llegado la doctora Saldarriaga le solicita de manera irregular, incluso muy sorpresiva para todos, un informe de gestión de la empresa de los contadores, en cuanto a la ejecución de los diferentes procesos que se llevan en curso durante el mes, sin haber requerido el comité de manera formal, en las empresas que fueren de propiedad de la señora Barrera”, dice la denuncia.
Ahí se empezaría a conocer la urgencia de la emprendedora que la llevó a retener a Toro. “Para sorpresa de las personas presentes en esa reunión, especialmente el equipo de contadores, la señora Barrera les empieza a realizar varias peticiones. Debido al buen rendimiento que han tenido en las empresas, con fines de darles manejo a las diversas responsabilidades tributarias que le conciernen pidió no facturar altos volúmenes de dinero ya que según ella a la hora del pago del IVA se le duplicarían los costos”. Petición que ninguno de los que estaban aceptó. Esto llevó, de acuerdo con la denuncia, a que se generaran una serie de graves amenazas de Epa Colombia.
“Coaccionándolos a que realizaran dichas conductas, las cuales van en contravía de la norma, y a su vez dándoles a entender que si no cooperaban con sus peticiones se verían inmersos en algún tipo de problema a nivel mediático valiéndose de su poder para destruir el buen nombre de la empresa de los contadores y de todos sus integrantes”, dice el documento.
Las amenazas trascendieron a graves situaciones explícitas; así quedó consignado en la investigación que se adelanta. Daneidy Barrera reiteró que “en las esquinas tenía unas mafias dispuestas a hacer cualquier tipo de daño que ella llegare a solicitar e inclusive manifestó: yo en Medellín tengo a un hombre pendiente de los movimientos de sus hijos, sería muy triste que algo malo les pasara”. Atemorizado ante las amenazas, Toro finalmente recuperó la libertad, pero no se quedó quieto.
Con base en estos hechos, a través de su abogado, le reclamó a la Fiscalía que investigue a Barrera por secuestro y otros delitos que se pudieron configurar en este episodio. Ahora la Fiscalía, a partir de este testimonio, evaluará si la empresaria e influenciadora incurrió en una conducta ilegal.
Otros procesos
Pero este no es el único lío judicial que tiene en jaque a Epa Colombia. Además de la condena que carga encima por vandalismo y esta denuncia por secuestro, SEMANA estableció que por lo menos son diez procesos, seis activos y cuatro inactivos, que sigue la justicia no solamente en Bogotá, sino en distintas ciudades en su contra. Entre ellos, aparece una denuncia por lavado de activos, radicada el 15 de julio, pero está reseñada como inactiva.
También, una denuncia por amenazas en la ciudad de Medellín, radicada el 27 de agosto, la cual está vigente. En esa misma capital, tiene un proceso activo por calumnia. Por daño en bien ajeno aparecen dos denuncias vigentes en las fiscalías de Bogotá, lo mismo que una por violación a medida sanitaria y otra por hostigamiento por motivos de raza, religión o ideología política. Además, procesos inactivos por injuria y lesiones.
“Yo no soy ninguna lavadora”
Hace algunas semanas, ante los señalamientos que le hicieron a la influenciadora por un presunto lavado de activos, dijo: “Yo no estoy lavando dinero, puedes venir a mi empresa y visitarla (…) Yo compro con IVA, vendo con IVA, no soy ninguna lavadora, he trabajado y salido adelante. Lo del pobre no es robado, lo del pobre es luchado, amiga”.
En otra de sus publicaciones en redes sociales, señaló que pasó de ser la mujer más odiada de Colombia a una de las que más respetan, “porque me vengo superando, trabajando y esta coronita que tengo, la tengo bien puesta, nadie me la va a quitar y eso gracias a ti, amiga”.
SEMANA buscó la explicación de Daneidy Barrera y de su abogado, pero, al cierre de esta edición, no habían dado respuesta.