PROCESO

Falso fraile decía ayudar a “hermanos venezolanos” pero los explotaba sexualmente

José Luis Aduén, imputado por la Fiscalía de los cargos de trata de personas y concierto para delinquir, argumentó que en su vivienda, en un céntrico barrio de Barranquilla, funcionaba una “posada”.

21 de octubre de 2018
Luis Aduén (c) en audiencia de legalización de captura, junto con su abogado. | Foto: Cortesía Zona Cero

Una historia de presunta explotación sexual de inmigrantes venezolanos quedó al descubierto la semana pasada en Barranquilla, luego de que fuera detenido en flagrancia José Luis Aduén Uribe, un enigmático hombre quien tras un falso ropaje de fraile, al parecer regentaba un millonario negocio con actos sexuales en vivo a clientes en internet. La captura del hombre fue legalizada este viernes y la Fiscalía le imputó los delitos de trata de personas y concierto para delinquir, cargos que el sincelejano de 46 años no aceptó.

La situación habría tenido lugar en una casa del céntrico barrio Los Andes, en la capital atlanticense. Allí, las autoridades hallaron seis cabinas dotadas cada una con ordenador sobre un escritorio, cámaras web, conexión a internet, sofás como mobiliario y decoración en las paredes. En contraste, en al menos tres habitaciones y sin adorno alguno, había camarotes y colchones en el suelo en los que debían hacinarse las 28 personas que, según denuncian las víctimas, convivían allí retenidas y vigiladas por cámaras de seguridad.

De acuerdo con lo detallado por la Fiscalía, estos extranjeros, que hacen parte del enorme éxodo que despide Venezuela por cuenta de su crisis politica y económica -se cree que en Colombia ya hay unos 900.000-, eran atraídos por una supuesta oferta laboral para realizar pornografía en vivo a cambio de vivienda, comida, un salario de 1,5 millones de pesos quincenal y una identificación colombiana falsa.

En contexto: El impresionante éxodo de los venezolanos hacia Colombia

Esclavitud

Las escenas eran transmitidas por internet a través de la plataforma Chaturbate, donde visitantes de todo el mundo pueden verlas e interactuar vía chat. La ganancia está en las propinas o tokens que entregan los clientes -que han precargado un valor determinado en dólares pagado con su tarjeta de crédito- para ser complacidos en sus peticiones, ya sea en un chat público o en uno privado. En este último se gana también en función del tiempo de conexión. El negocio puede ser millonario. Modelos colombianas exitosas en este ramo del porno han señalado que sus ingresos mensuales pueden superar los 10 millones de pesos.

La Fiscalía señaló, en el caso de las webcam operadas por Aduén Uribe, que sus ingresos podían estar entre 30 y 50 millones de pesos al mes, una abultada utilidad en la que las víctimas participaban poco o nada. El hombre les decía que cada uno producía 70.000 pesos al día, que debían partir por mitad. Luego la cifra se redujo a 60.000 pesos. De lo que le correspondía al afectado, le descontaban ademas 17.000 pesos por arriendo y comida.

“Nos venían tocando unos 8.000 pesos. Los muchachos no estábamos recibiendo dinero, además nos mantenía encerrados con llave y hasta que no termináramos de pagar lo que le debíamos de alojamiento, nos amenazaba con que nos iba a cortar la cara”, expresó uno de ellos al diario barranquillero El Heraldo.

Puede interesarle: El rescate de 49 mujeres de una red de esclavitud sexual en Cartagen

Hombres, mujeres, gays y transexuales eran engañados por los buenos tratos que en principio prodigaba el falso religioso, que poco después se convertían en duras amenazas de muerte e intimidaciones para retenerlos en la vivienda que, en la práctica, era su sitio de reclusión en un régimen de esclavitud empeorado por su condición de inmigrantes ilegales. Incluso, a dos de las víctimas las habrían hecho cortaduras en el rostro con un arma cortopunzante, según testimonios presentados por el ente acusador.

“Los obligaba a tener sexo entre ellos, vestirse de mujer y masturbarse frente a la webcam”, en jornadas de mínimo siete horas diarias, añadió el representante del ente acusador, Pedro Montañez.

En la audiencia, llevada a cabo en el Juzgado Sexto Municipal de Control de Garantías, la Fiscalía indicó que José Luis Aduén no operaba solo. Uno de sus presuntos cómplices sería su hermano, Romualdo Aduén Uribe, además de los también hermanos Claudio José y Anthony Silvera. Ellos serían autores de las agresiones contra quienes intentaban huir. Claudio, según expuso el ente acusador, es buscado por la Interpol por una sentencia en su contra por los delitos de concierto para delinquir y hurto calificado. Junto con Ronaldo, además, fueron parte de la banda ‘los Informáticos’, ya desmantelada por la Policía y dedicada al hurto por medios informáticos y daño informático.

Falso fraile

Aduén Uribe se presentaba ante todas sus víctimas, según testimonios, como sacerdote que oficiaba en Cartagena. Múltiples fotografías en redes sociales lo muestran vestido con hábito y realizando supuestas obras sociales para las que regularmente pedía auxilios. La Comunidad Anglicana de San Francisco de Asis divulgó el jueves en redes sociales, cuando se conoció la captura del hombre, que él “se hace pasar por sacerdote y religioso de la comunidad”. Aún así, le había sido otorgado “el hábito religioso en agosto de 2014 y fue retirado de la comunidad por incumplimiento de los estatutos y reglas que nos rigen en el mes de febrero de 2015”.

El hombre, que años atrás se había desempeñado como taxista en Sincelejo, dijo a los medios de comunicación presentes en la audiencía que solo ayudaba a los “hermanos venezolanos”, a los que les daba posada y alimentación. “En mi casa no había trata de personas, simplemente cuando se inició esto, se inició porque las personas que entraban lo hacían como una casa de paso, de los cuales 28 venezolanos habitaban dentro de esta casa, a ellos se les cobraba 60.000 pesos por la dormida y la comida, si ellos querían comer ahí o querían comer por fuera”, dijo Aduén Uribe.

Le recomendamos: El impacto del éxodo de venezolanos

Sobre los cubículos adecuados para transmitir las presuntas sesiones de sexo en vivo, Aduén Uribe negó a los periodistas que esto fuera así y defendió que su negocio ahí era alquilar a 6.000 pesos por hora el computador a los inmigrantes para que pudieran comunicarse con sus familias. La misma versión fue presentada por la defensa del sujeto en la audiencia judicial, que hizo énfasis en que ninguno estaba obligado a estar en dicha vivienda y que allí no se adelantaba ninguna actividad ilegal.

Será este lunes cuando la justicia determine si Aduén Uribe deberá ser objeto de medida de aseguramiento en establecimiento carcelario y, posteriormente, un juez de conocimiento dé inicio al juicio al hombre que decía ayudar a inmigrantes venezolanos en estado de vulnerabilidad pero que, aparentemente, terminaba aprovechándose de ellos.