CORONAVIRUS
Familia del primer médico que murió por covid en Colombia aún conserva sus cenizas, tras un año de su muerte
El doctor Carlos Fabián Nieto fue cremado en medio de la emergencia sanitaria, pero por las restricciones de bioseguridad no ha sido posible rendirle un homenaje con sus amigos y familiares, para despedirlo como se merece, asegura su madre.
El 11 de abril de 2020 será recordado por muchos colombianos como el día en que partió un héroe. Se trata del doctor Carlos Fabián Nieto, quién defendía a sus pacientes de la covid-19 desde la sala de urgencias de la Clínica Colombia en Bogotá.
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El galeno se contagió del virus y fue internado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del mismo centro hospitalario, donde perdió la batalla a sus 33 años. Este domingo se cumple un año desde su partida.
Ese día, a manera a homenaje, sus compañeros le hicieron una calle de honor al paso de la carroza fúnebre que llevaba su cuerpo, al tiempo que sus padres aterrizaban en un helicóptero de la Fuerza Pública en el aeropuerto Guaymaral, en el norte de Bogotá. En medio de la carrera y el dolor, veían lo que transmitían los medios de comunicación, a través de las redes sociales.
Con esfuerzo alcanzaron a llegar al cementerio, donde lo cremarían y vieron desde lejos que personas con trajes de bioseguridad cargaban el féretro y días después, a su madre le entregaron las cenizas de su amado hijo.
“Aún tenemos sus cenizas acá con nosotros, queremos dejarla en un osario en Los Olivos de Villavicencio, es un lugar lindo donde se puede arreglar una vez al mes su sepulcro, pero queremos hacerlo en una ceremonia donde estén presentes sus familiares, amigos y colegas. Que podamos fundirnos en un abrazo que represente el amor por nuestro Fabiancito”, dijo Sandra Rojas, mamá del médico.
Su deseo no se ha podido cumplir por los protocolos de bioseguridad. Sus familiares no han podido viajar de Bogotá y otras ciudades, pues hay prudencia y miedo al contagio. “Llevamos un año haciendo las misas de manera virtual. Es muy difícil superar el duelo cuando todos los días vemos la alarmante cifra de personas que mueren por la misma razón que mi hijo, contagiados por ese virus”, señaló Rojas.
Para la familia Nieto Rojas, el 11 de abril era -antes del fatídico 2020- un día de celebración. Es la fecha de cumpleaños del padre del médico, quien lleva su mismo nombre. “Esta mañana me desperté, vi a mi esposo, lo abracé y nos pusimos a llorar; no le puedo decir ‘feliz cumpleaños’ porque sé que no es feliz”, confesó la madre del galeno.
Sin embargo, ella decidió levantarse y arreglarse su cabello, las manos y maquillarse. Es un día especial, será la primera vez que realizará una misa presencial en la catedral de Villavicencio para conmemorar el primer año tras el fallecimiento de su hijo. “Es su misa, y me voy a poner bonita, como a él le gustaba verme”, le dijo Sandra a SEMANA.
Su energía se desvanece rápidamente al recordar que el coronavirus le arrebató a su hijo. Le quitó a Samantha, una pequeña de tan solo tres años, y a su hermanito aún en brazos, la posibilidad de crecer junto a un padre. El virus obligó a su esposa a tener que decirles a sus hijos que tienen un papá en el cielo y a dejarla a ella sin el apoyo del hombre que tanto ama.
“Pusimos en la casa un rinconcito solo para Fabián, donde hay fotos de él. El niño, que tiene dos añitos, va hasta allá y dice ‘papi’, aún lo tiene presente, y la niña el otro día me dijo que estaba brava porque el virus se llevó a su papá al cielo”, narra Sandra con impotencia.
Dice no entender la ironía de la vida. Y su esposa recuerda que el día en el que su esposo fue a recoger el carro del doctor, que quedó parqueado frente a urgencias de la clínica donde trabajaba y fue hospitalizado, encontró dentro de él muchas fotocopias de cómo tratar el coronavirus que para esa época hasta ahora estaba llegando a Colombia.
“Él estudiaba mucho, era muy juicioso. Es increíble que todo lo que decían las fotocopias fue lo que tuvo que vivir como paciente después. De eso nos dimos cuenta cuando revisamos la historia clínica. Cada vez perdía más la capacidad de respirar solo, lo acostaron boca abajo, lo conectaron a una maquina de oxígeno”, describió su madre.
“Siento rabia de ver que un año después de que mi hijo murió aún veo personas irresponsables, sin tapabocas, como si nada. Alguien así de irresponsable quizá fue el que contagió a mi hijo mientras trabajaba, o en algún lugar en común y sigue pasando”, asegura Rojas.
Ella, que cada vez que puede, les dice a las personas que ve que no se están cuidado que su hijo murió del virus y que recuerden que “si yo me cuido estoy cuidando a otros”.
Dice que saca fuerzas de donde no tiene para seguir adelante con su vida, con el propósito de mostrarle al mundo que su hijo, como muchos otros médicos, son verdaderos héroes que la mayoría de las veces parecen ser invisibles en la sociedad.