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Farc contra ELN
Las dos principales guerrillas están en una guerra a muerte por todo el país, en la que hay traiciones, fusilamientos y centenares de muertos. ¿Por qué se están matando?
Hace 40 años, 'Tirofijo' y Fabio Vásquez fundaron las Farc y el ELN con un claro ideal revolucionario: derrocar el Estado colombiano. Manuel Marulanda era un joven de 34 años cuando en las montañas del sur del Tolima decidió crear un grupo guerrillero de 140 hombres que sería la semilla del más poderoso ejército revolucionario del país. Al mismo tiempo, en Santander, en el otro lado de la cordillera, Gabino -de 14 años- se convertía en el guerrillero más joven que empuñaba un fusil en las filas del recién fundado ELN. Hoy, en el ocaso de sus vidas, estos dos legendarios guerrilleros, que podrían haberse unido para tomarse el poder, terminaron en una cruenta guerra por dinero y territorio. Irónicamente, las mismas armas que un día se alzaron desde las Farc y ELN con el fin de cambiar el país, hoy se levantan para matarse entre sí.
Hasta ahora los colombianos sólo conocen la guerra entre enemigos declarados. Militares y policías contra guerrilleros. Paramilitares contra insurgentes. Militares contra paramilitares. Lo que es difícil de imaginar es una batalla entre ejércitos que parecían hacer parte del mismo bando. Esta guerra de guerrillas es tan cruel como silenciosa. Sus muertos no salen en la prensa, sus vejámenes no son denunciados por las organizaciones de derechos humanos y sus victorias militares sólo se celebran en lo profundo de la selva. Lo que empezó como escaramuzas entre mandos medios, se ha convertido en una ofensiva por todo el país, comandada por los más curtidos y sanguinarios jefes de cada guerrilla.
'Grannobles', el temido hermano del 'Mono Jojoy', comanda las tropas del oriente con la orden de aniquilar al ELN en Arauca y Casanare. En el suroccidente, región bajo la influencia de Alfonso Cano, los combates contra el ELN han dejado cerca de 200 muertos en los últimos tres meses. En el Catatumbo, el fuego cruzado entre ambos grupos ya llegó hasta suelo venezolano. Y hay traslado de combatientes hacia las selvas de Chocó, donde las autoridades vislumbran más enfrentamientos. A tal punto ha llegado la rivalidad, que el propio 'Tirofijo' dijo en el mensaje de fin de año a sus tropas que "el ELN mantiene la misma concepción política de los partidos tradicionales, con el agravante de que mantiene diálogos con el gobierno en medio de semejante crisis de gobernabilidad y guerra contra el pueblo, lo que no permite acuerdos de unidad de acción, mucho menos como aliados estratégicos en la lucha contra el sistema. Si sus mandos depuran su organización enemiga, la situación puede que mejore a largo plazo". Los sangrientos episodios de esta historia podría servir de guión para una película de gángsters. Pactos que se traicionan, fusilamientos públicos, alianzas con la mafia y una desaforada codicia por el botín de esta guerra: la coca. En el trasfondo, sin embargo, está en juego un quiebre muy importante en los escenarios militar y político del conflicto colombiano.
La mala hierba
Las alarmas sobre la intensidad de este enfrentamiento se encendieron el 18 de enero pasado, cuando se rumoró con insistencia que el ex congresista Luis Eladio Pérez, secuestrado por las Farc en junio de 2001, había recobrado la libertad en el sur del país. La información que corría de boca en boca era que en medio de los combates entre las dos guerrillas, Pérez había logrado escapar de sus captores. Otras versiones decían que había quedado en poder del ELN y que éste se disponía a entregarlo a su familia como un gesto humanitario. Todo resultó ser falso. Pero quedó en evidencia que la guerra de las guerrillas estaba en su momento más cruento. En Nariño se produjo un desplazamiento masivo a causa de esta conflagración armada. El vicepresidente de la República, Francisco Santos, denunció que las Farc querían acabar al ELN y aseguró que "van más de 500 muertos". Los organismos de inteligencia son más conservadores y hablan en un informe confidencial de "150 de las Farc y 30 del ELN". Un alto oficial de la Policía de Cauca le dijo a SEMANA que "todos los días hay que recoger muertos que dejan tendidos en los caminos".
La situación se empezó a agudizar entre los dos grupos desde hace cuatro años cuando, a raíz de la fumigaciones de los cultivos de coca en Caquetá y Putumayo, y de las operaciones del Plan Patriota, las Farc se desplazaron en masa hacia Nariño y Cauca e inundaron de coca la región. En ese entonces, el ELN, por convicciones revolucionarias, no aprobaba financiarse con dichos cultivos. Hubo varios roces armados y diversas reuniones para intentar frenar el baño de sangre. En 2005, se logró un acuerdo de no agresión, cuando el ELN, asfixiado económicamente, decidió hundirse hasta el cuello en la economía de la coca. Sus frentes empezaron a cobrarles cuotas a los campesinos cocaleros, a regular los precios y a hacer negocios con los intermediarios de la mafia. Las dos guerrillas competían ferozmente por controlar las zonas más cultivadas, las rutas de transporte de coca y a la población. La relación era tensa en el Valle, en Cauca y, por supuesto, en Nariño, tanto en la frontera con Ecuador como en la costa Pacífica.
La fricción permanente era insostenible. Hasta que el primero de diciembre del año pasado, 'Ramírez', jefe del Octavo Frente de las Farc, y 'Óscar', comandante de uno de los frentes del sur del ELN, se reunieron en lo más recóndito de las selvas de Cauca. La reunión, que debía servir para distensionar el ambiente entre ambos, al parecer terminó en traición. Según denuncia del propio Secretariado de las Farc, después de una larga conversación, los dos hombres se despidieron y acordaron volver a reunirse cuando pasaran los operativos del Ejército sobre la zona. Pero cuando 'Ramírez' se retiraba con sus hombres, habría sido asesinado por hombres del ELN que le tendieron una emboscada. La muerte de este jefe guerrillero es un episodio muy confuso. Campesinos de la región aseguran que efectivamente fueron los 'elenos' quienes le tendieron una celada. Sin embargo, la Tercera Brigada del Ejército reportó que este había sido dado de baja en combate por sus tropas, en medio de intensas operaciones militares.
Las Farc consideran sospechoso que en esa ocasión "no se presentaron enfrentamientos entre el ELN y el Ejército y que éste no los persiguiera". Incluso acusan a sus rivales del ELN de tener un acuerdo con el gobierno y con la mafia para destruirlos a ellos. Independientemente de las dudas que hay alrededor de la muerte de 'Ramírez', este episodio fue el detonante para desatar una verdadera batalla campal entre los dos grupos guerrilleros.
La venganza de las Farc no se hizo esperar. A finales de diciembre emboscaron a un grupo del ELN en la región del río Mira, Nariño, y mataron a cuatro guerrilleros, incluido 'José Luis', uno de los más respetados jefes de ese grupo. "Los cogieron a mansalva porque había un acuerdo de no agresión", dice un guerrillero del ELN en una comunicación radial interceptada por los organismos de seguridad. "Iban a solucionar el problema de Cauca (la muerte de 'Ramírez') pero, como siempre, nos atacaron de manera traicionera, por la espalda... se trenzó un combate que duró casi una hora", continúa el informe.
Los reclamos mutuos no paran allí. En cada enfrentamiento se presentan saqueos de armas y dinero. En conversaciones interceptadas a las Farc durante la primera semana de enero, un guerrillero se queja ante su jefe inmediato. Dice que: "los elenos nos capturaron a tres que traían un encargo... una metra. Los tienen amarrados y dicen que no los entregan". A lo que el jefe responde sin titubear: "vamos a ver cómo es la vaina. Todos pendientes. Eleno que miremos por ahí, hay que cascarle".
Lo más grave es que se está afectando la población civil. El ELN, que había accedido a levantar las minas en la región de Samaniego, Nariño, ahora ha vuelto a sembrar la zona con explosivos, para defenderse de las Farc. Los enfrentamientos ya ocasionaron el desplazamiento de 280 campesinos, y la cifra tiende a crecer. Según Harold Montúfar, alcalde de ese municipio nariñense, "cerca de 1.500 personas les dejarán las veredas vacías para que sigan matándose entre ellos. Hoy parecen pueblos fantasmas, pues no volvieron los profesores ni los funcionarios de salud, y el desabastecimiento es enorme". Los pobladores han denunciado que el ELN no deja ingresar comida a las zonas donde hay presencia de sus nuevos enemigos.
Las Farc acusaron públicamente al ELN de haberse aliado con el capo de la droga Wílber Varela, que tiene a su servicio los grupos de pistoleros 'Los rastrojos' y 'Águilas negras', ambos bandas sanguinarias que se dedican al narcotráfico en esa misma región. Un alto dirigente del ELN negó a SEMANA que hubiese alianza con la mafia, pero admitió que comparten territorio con varios de estos grupos emergentes, con los que conviven pacíficamente. "No podemos darnos bala con todo el mundo", dijo.
Todos estos ingredientes reunidos están convirtiendo a Nariño y Cauca en un peligroso polvorín. "Que se maten entre ellos" o "en ese enfrentamiento no hay bala perdida", piensa mucha gente. Pero el asunto no es tan fácil. En la guerra de guerrillas la población civil siempre es el centro de gravedad. Y la que lleva la peor parte.
Rencor, viejo rencor
Las hostilidades entre las dos guerrillas que se viven en el sur del país no son las primeras que han tenido las Farc y el ELN. Durante todo 2006, Arauca fue testigo de una estratagema similar, y en Antioquia una confrontación peor en 2005 tuvo un insólito desenlace.
Arauca fue durante muchos años un territorio controlado por el ELN, que tenía capturadas las alcaldías y la gobernación; recibía ingresos millonarios por extorsiones y secuestros a las compañías petroleras y ostentaba uno de los frentes guerrilleros más poderosos y mejor armados del país, el Domingo Laín. Hasta cuando llegaron las Farc a disputarles las jugosas rentas de las regalías. Hubo tensiones, muertos y amenazas durante mucho tiempo. A los pocos años, el gobierno intervino en Arauca y desbarató las redes de políticos que estaban al servicio de los insurgentes. Sin las regalías en la mochila, las guerrillas se volcaron al control de las rutas por donde sale la coca para Venezuela.
El capítulo más feroz de esta larga historia se vivió el año pasado, cuando un mando medio del ELN, 'la Ñeca', sacó su pistola y asesinó a sangre fría a un veterano jefe de las Farc, conocido como 'Che'. El hecho ocurrió cuando, en medio de algunos tragos, trataban de limar asperezas. Lo que siguió después fue una pugna violenta donde hubo emboscadas, incendios a casas, amenazas a líderes de organizaciones sociales aliadas de un bando o de otro, e incluso un concejal de Arauquita fue asesinado por cuenta de esta lucha. Las Farc no lograron aniquilar al ELN como lo había ordenado 'Grannobles'. Pero lograron el control sobre la ribera del río Cravo, la ruta más importante para transportar insumos y cocaína. Las Farc querían quedarse solos en la región y controlar totalmente la frontera con Venezuela, pero no lo lograron. El ELN tiene en Arauca una de sus retaguardias históricas y pudo resistir la arremetida de las Farc.
Hace pocas semanas, 'Grannobles' les transmitió a sus hombres la orden que recibió del Secretariado de las Farc: "Lo importante es resguardarse para que no les den golpes, y golpearlos donde puedan... tanto a los de las tres letras (ELN) como a los otros (Ejército)". Un mensaje sin lugar a equívocos. Para la cúpula de las Farc, el ELN se ha convertido en un enemigo, y como a tal lo combatirán.
El otro antecedente de esta guerra ocurrió en el oriente antioqueño. Todo comenzó en 1999 cuando, según versiones de las Farc, el ELN se quedó con el dinero de un secuestro que habían hecho de manera conjunta. A pesar de múltiples reclamos, al parecer el dinero se quedó en las arcas elenas. Un tiempo después ocurrió otro episodio propio de una tragicomedia. En uno de los muchos secuestros masivos que realizó el ELN en la carretera Medellín-Bogotá en esa época, cayó un importante guerrillero de las Farc que iba vestido de civil. A pesar de que el hombre dijo mil veces que era de la otra organización, y de que las propias Farc intercedieron para su liberación, el ELN no quiso devolverlo hasta que no pagaran por él.
Incidentes de este tipo desataron una guerra sin cuartel en la que las Farc no escatimaron en combates, masacres ni muertes selectivas de importantes líderes. La situación era especialmente grave para el ELN porque el Frente Carlos Alirio Buitrago, que operaba en Antioquia, era el que más secuestros realizaba y aportaba la mayor financiación para el Comando Central de esa organización. Esa guerra, finalmente, la ganaron las Farc.
El ELN, que había estado en el oriente de Antioquia por más de 20 años, tuvo que salir de allí y desplazarse hacia el Eje Cafetero. Lo que no sabían es que allá los estaba esperando 'Karina', una especie de Nikita de las Farc, que los persiguió sin piedad. Finalmente tuvieron que replegarse en el norte del Tolima. El golpe final a este frente se lo dio la Policía cuando capturó a 'Byron', su principal jefe, hoy detenido en Itagüí, y quien asegura con amargura que las Farc "son un ejército de ocupación".
Otro dirigente del ELN detenido en esa prisión describe a sus más recientes enemigos como unos totalitarios que "donde somos fuertes nos piden apoyo. Donde somos iguales nos piden que coordinemos, y cuando nos ven débiles, nos atacan".
¿Qué es lo diferente en este nuevo capítulo de guerra intestina entre insurgentes?
Por un lado, todo apunta a que la guerra va para largo en todo el país. En Chocó los organismos de inteligencia han reportado un inusual incremento de hombres y armas de ambos grupos, y el traslado hacia allí de 'Timoleón', uno de los más aguerridos comandantes del ELN, quien además es un enemigo acérrimo de las Farc, desde que éstas atacaron su campamento el año pasado y casi lo matan de un tiro en la cabeza.
En Norte de Santander se puede repetir una situación similar a la de Nariño por la cantidad de cultivos de coca que hay allí y la cercanía con la frontera venezolana. Por último, las autoridades prevén que en Bolívar, una zona donde las dos guerrillas han actuado conjuntamente y en armonía, se acabe la luna de miel. En manos de los organismos de inteligencia hay evidencia de que 'Martín Caballero', el hombre fuerte de las Farc en los Montes de María, está recopilando información sobre posibles blancos de combate de los 'elenos'.
Pero lo más revelador es que estos roces de mandos medios ya no son locales. Ahora el Secretariado de las Farc ubica al ELN como parte del bando enemigo. Y no le perdona que mantenga diálogos con el gobierno de Álvaro Uribe. Paradójicamente, esta guerra de guerrillas se puede convertir en un catalizador para la negociación. El ELN, con sus 3.000 hombres y las finanzas debilitadas no puede sostener una confrontación en varios frentes, y se verá obligado a ponerle el acelerador al proceso. Esta semana el gobierno aceptó al nuevo vocero de esa organización, Pablo Beltrán, a quien los analistas ven como el verdadero estratega de la negociación. La encrucijada del ELN es grande. No puede seguir en la guerra sin el apoyo de las Farc, y no puede salirse de ella si las Farc optan por atacarlos una vez desarmados. De todas manera, mientras los diálogos sigan avanzando, la guerra está declarada."De aquí hasta que el ELN se desmovilice es difícil que esta confrontación disminuya", dice Antonio Navarro, secretario general del Polo Democrático.
Cuesta abajo
Los increíbles sucesos aquí relatados revelan un quiebre importante en el conflicto. En primer lugar, una degradación profunda de las estructuras guerrilleras, que como nunca parecen haber perdido su norte y su esencia política. Su guerra interna está más motivada por la codicia y el desagravio que por diferencias ideológicas o políticas de fondo. El final más deseable de esta historia es que el ELN se decida por fin a integrarse a la vida civil. De lo contrario, su ingreso al mundo del narcotráfico, que ya parece estar consumado, podría corroerlo con mucha más facilidad que a sus contrincantes. El ELN tiene menos disciplina interna y unidad de mando, y en una alianza con la mafia su fragmentación militar sería inminente. Con un ELN fuera de la guerra, las Farc sin duda coparían los territorios de sus otrora aliados. Pero, paradójicamente, todo el esfuerzo del gobierno se concentraría en ellas. Y ese es el mejor escenario para las Fuerzas Armadas. En todo caso, este es un epílogo decadente para dos guerrilleros legendarios que, cuando se alzaron en armas irradiaban la llama revolucionaria y hoy sólo encarnan el lado más oscuro del ser humano: la barbarie de la guerra.