NACIÓN

¿Se retrasa la dejación de armas de las Farc?

La guerrilla considera que con el frenazo de la corte al 'fast track' "cambiaron las condiciones para que el proceso se surta en los tiempos establecidos". Invocaron un diálogo nacional que encamine el proceso rumbo a un gran pacto político.

18 de mayo de 2017
| Foto: Archivo SEMANA

El ‘tatequieto‘ que le puso la Corte Constitucional al fast track dejó un mal sabor. Con un dummy de Simón Trinidad a sus espaldas y como único vocero de las FARC se le vio este jueves a Iván Márquez sentado junto a una mesa leyendo las objeciones y propuestas que tiene esa guerrilla ahora que se "sembró la mayor de las incertidumbres" sobre la implementación del acuerdo.

"Se ha puesto el proceso de paz en la situación más difícil que éste haya vivido desde su inicio", fueron las primeras palabras que pronunció el jefe guerrillero después de que el alto tribunal decidió, entre otras cosas, que las leyes y reformas que se discutan mediante el mecanismo especial en el Congreso no pueden aprobarse en bloque, sino artículo por artículo.

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Luego de más de tres horas de debate, el Secretariado de las Farc hizo un llamado para que el país se abstraiga de los vaivenes jurídicos y se invoque un diálogo nacional que encamine el proceso rumbo a un gran pacto político. "La necesidad de poner en marcha un diálogo con todas las fuerzas políticas y sociales a fin de lograr el gran acuerdo político nacional, tal como está consagrado en los textos de La Habana, de compromiso con la construcción de la paz y la implementación de lo convenido", dijo. Esto, bajo el argumento de que "la paz es una obligación del Estado en su conjunto".

Saben que no la tienen fácil, y lo que dijo a las afueras del Congreso el expresidente Álvaro Uribe horas después de conocer la noticia, vaticina el rumbo que le espera a las reformas y proyectos de ley que se tramitarán de ahora en adelante en el capitolio.

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"Hay un paso importante pero no suficiente. El Gobierno ha hecho una serie de aprobaciones violando las garantías que la corte reivindicó este miércoles. El paso que tenemos que pensar es qué se va a hacer con eso: la justicia para las FARC y la legibilidad política", dijo el hoy senador por el Centro Democrático.

Y es que el alto tribunal también tumbó la condición de que las proposiciones presentadas por los congresistas debían contar con el aval previo del Gobierno, una norma que, precisamente había sido diseñada para evitar que se modificara el espíritu de lo negociado en La Habana con las FARC.

Para las proporciones de la incertidumbre que llevan a cuestas, a Iván Márquez se le vio sereno mientras leía los cuatro propósitos con los que se comprometen: evitar que se abra una rendija que lleve al naufragio al proceso de paz. Poco se parece el jefe negociador de esa guerrilla que participó de la instalación de los diálogos en Oslo, al que salió este jueves. Contrario a otras pulsos que han protagonizado las FARC con el Estado, no hubo un discurso desafiante que agitara las aguas, sino que por el contrario en medio de la incertidumbre brotó uno conciliador.

"Ratificamos nuestra decisión indeclinable de seguir cumpliendo lo acordado tal y como lo hemos venido haciendo hasta el momento", dijo y apuntó: "No sobra reiterar que nuestra decisión es transitar a la vida política legal para darle continuidad a nuestras aspiraciones, ajustadas a las reglas de la Constitución y la ley con las reformas acordadas".

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Pero en medio del optimismo, se asomó una decisión que estira el tiempo pactado para su tránsito a la vida civil. "Ante la situación presentada, se han cambiado de facto las condiciones para que todo el proceso se surta en los tiempos hasta ahora establecidos", apuntó sobre lo que sería un reajuste en el calendario de la dejación de armas que concluiría en menos de quince días y en seguida recordó que desde este jueves se declararon en "asamblea permanente en las zonas veredales para que el conjunto de la organización tome las decisiones más inteligentes en esta situación adversa".

Lo que ocurrió en estas 24 horas fue una inyección de realidad para el considerable optimismo que venía despertando el prematuro acuerdo de paz. Esto no va a ser nada fácil: esa es la obvia conclusión que dejó el pronunciamiento del Gobierno y las FARC después de que la corte anunció el cambio de velocidad en el trámite de las leyes y reformas que se necesitan para cumplir el acuerdo.

En segundo lugar, el jefe guerrillero se refirió a la necesidad de convocar a la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación (CSIVI) de la que poco se escucha hablar pero que ahora tendrá que lidiar con "una diferencia sustancial que urge una reconducción del proceso".

Finalmente, hizo un llamado para activar lo que para muchos quizás es el seguro más efectivo que tiene la paz: el respaldo social. "La invitación a todos los colombianos para que con sus libres expresiones y a través de la movilización manifiesten su apoyo al acuerdo en esta hora difícil".

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El presidente Juan Manuel Santos y el Congreso fueron unos de los principales receptores del comunicado. Al presidente le dicen que "asuma con toda decisión las posibilidades que le otorga la Constitución" y al legislativo para "que contribuya a un desarrollo objetivo legislativo que se atenga como hasta ahora, al espíritu y la letra del acuerdo".

Que el capitolio se convierta en un escenario de renegociación evidentemente es un tema que los trasnocha y más cuando, a su juicio, se "estimula el saboteo de su desarrollo normativo". Abrir, como ocurrió tras la derrota del sí en el plebiscito, el espacio para que se discutan y eventualmente se transformen uno a uno los artículos que se tramitarán será complejo. Más, si se tiene en cuenta que las manecillas del reloj avanzan con las Farc concentradas en medio de la incertidumbre del panoráma político y jurídico.

Conciliar proyectos escenciales del articulado como la ley estaturaria que reglamenta la Justicia Especial de Paz o reformas ambiciosas como la de tierras y la política, con las banderas del uribismo, completamente antagónicas, parece una misión casi imposible por superar.