MEDELLÍN
¿Federico Gutiérrez se ha excedido gobernando en Twitter?
El alcalde de Medellín tiene buena imagen entre más del 80 % de los paisas. Se debe en parte a su omnipresencia en las redes sociales, ¿pero está escuchando a todas las voces?
En un texto titulado Medellín, que se publicó en el periódico paisa Universo Centro, el escritor Luis Miguel Rivas hace una divertida y dolorosa diatriba sobre la sonoridad de la palabra que da el nombre a la capital antioqueña. Dice que es filosa, que tiene punta, que chuza, que corta, que talla, que en definitiva es un cuchillo que se le ha metido como un dolor entre las costillas. Habla de la palabra pero se refiere a la insatisfacción que le produce esta ciudad ambivalente. En uno de los párrafos dice: “Crecí, entre niños verriondos, a los que les daba pena llorar cuando se caían, que temían a los mayores y que no se metían en las conversaciones de los adultos, que iban a misa y estrenaban en Semana Santa, que sabían desde chiquitos que lo más importante en la vida era ser un verraco”.
Ya se sabe que para los antioqueños un verraco es una persona echada para adelante, que no vacila ante las adversidades, un frentero y no siempre, como lo han querido hacer ver algunos, está asociado a la fuerza física o a la violencia. Es la idealización del campesino paisa que abrió el monte con su hacha para hacer vida, levantar pueblos. El verraco sigue siendo una imagen idealizada y nuestros políticos han echado mano de esa veta del carácter, ahí está para la muestra el expresidente Álvaro Uribe Vélez, a quien tras el incidente del “Cuando lo vea le pego en la cara, marica”, mientras era presidente, muchos lo aplaudieron, “por verraco”.
Aunque más moderno, con un programa de gobierno acorde a las exigencias de la Medellín del nuevo siglo que ha vivido procesos culturales y educativos para superar la desigualdad económica y la violencia, Federico Gutiérrez se ha convertido en una alcalde frentero. Palabras más, palabras menos, en un “verraco”. Hace una semana se hizo muy célebre después de que por las redes sociales se esparció como la peste un video en el que tres ladrones, cada uno en su moto, robaron a una mujer que viajaba en un carro por el norte de la ciudad. Entonces Federico levantó la mano en Twitter: “Yo mismo estoy encargado para se capture a esos 3 cobardes ladrones. Reunido con @PoliciaMedellín. Sólo hay una opción: ¡agarrarlos!”. Minutos después apareció un nuevo tuit con video adjunto: Federico estaba acompañado por su secretario de Seguridad, Gustavo Villegas, y por el comandante de la Policía Metropolitana, general Óscar Antonio Gómez. Federico dijo cosas como estas: “La única opción es agarrar a estos tres cobardes atracadores”, “Estamos en el comando de la metropolitana… y hasta la hora que sea, hasta que los agarremos”, “A las 2 de la mañana haremos evaluación en Sijín… Ahora mismo voy para diferentes zonas”.
La historia ya es conocida: la Policía logró capturar a los ladrones —Medellín pasó de 7.000 casos de hurtos en 2015 a 10.000 en 2016—, y el alcalde fue dando el avance de los operativos por medio de sus redes sociales. Sin embargo, en un primer trámite judicial terminaron en la calle porque no fueron sorprendidos en flagrancia. Salieron, pero no por mucho tiempo, fueron recapturados y judicializados. A estas alturas el hashtag #FicoDejaElShow era tendencia en Twitter y varios ciudadanos le criticaban al alcalde su entusiasmo por llevar a las redes sociales la respuesta de su equipo de gobierno.
Cuando Sergio Fajardo se hizo alcalde empezó una revolución política que aún no termina y que muchos siguen reclamando, como más inversión en educación y cultura. Entre sus estrategias estaba un impecable manejo de los medios de comunicación, cada nueva obra que se inauguraba en la ciudad, cada proyecto, salía en el canal local, en los periódicos. Federico Gutiérrez llevó ese modelo a las redes sociales. Desde el anuncio de su gabinete mostró que su voz estaría ahí: en Facebook, en Twitter. En palabras de la politóloga Sandra López, cada político ha descubierto que el ejercicio de su rol no es tan importante como la imagen de ese ejercicio.
En una de sus últimas entrevistas, el sociólogo Zygmunt Bauman, fallecido en enero, decía: “El papa Francisco, que es un gran hombre, al ser elegido dio su primera entrevista a Eugenio Scalfari, un periodista italiano que es un autoproclamado ateísta. Fue una señal: el diálogo real no es hablar con gente que piensa lo mismo que tú. Las redes sociales no enseñan a dialogar porque es tan fácil evitar la controversia… Mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa”.
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El alcalde ha mostrado que gobierna desde la Alpujarra y también desde Twitter, que así como ha recorrido las calles de la ciudad, también recorre las diatribas de Twitter, lo que no se sabe es cómo recibe a los que no son sólo el eco de su voz —como decía Bauman—, esos que desde hace meses le vienen pidiendo más políticas públicas en cultura y educación. En la calle, por los días del atraco, la mayoría de los paisas se emocionaban por tener un alcalde que hacía frente a los delincuentes, cumpliendo su obligación constitucional. Lo llamaban “verraco”, sin embargo la inseguridad no es el único problema de Medellín.
Para Marta Villa, directora de la Corporación Región, a la población le da mucha confianza tener un alcalde que se hace cargo de los problemas de violencia de una ciudad que con muy poco esfuerzo sabe caer en espirales de venganzas entre bandas, sin embargo no es suficiente, pues la justicia a veces no es eficaz.
“Tenemos un alcalde centrado mucho en esos espacios mediáticos, pero que no termina de hacer otras cosas: no hay una política pública de seguridad, esto sin hablar de procesos de cultura, educación y víctimas que venían marchando hace 12 años y que ahora parecen estancados, como es el caso de la Casa de la Memoria. En redes sociales sólo se ve al alcalde hablando de seguridad y de la imagen de la ciudad y pare de contar. Yo tengo una preocupación enorme porque esta es una Alcaldía en la que temas de diálogo social y debate público es cero”. O como decía Bauman: el eco de la voz.
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El decano de la Escuela de Humanidad de la Universidad Eafit, Jorge Giraldo, cree que en su alcaldía Federico está tratando de resolver uno de los temas que lo han obsesionado desde sus días como concejal, la seguridad, “pero veo pocos avances o novedades en el tema, a pesar de que todo sugiere que se necesita una reforma en la política de seguridad, en la medida en que el homicidio se mantiene en los niveles históricos más bajos de la ciudad, y en la medida en que hemos ido viendo que hay unos temas, como la extorsión, y unos barrios que son más críticos”.
La imagen de Federico es favorable entre más del 80 % de la población. Su trabajo en redes sociales ha sido importante, y desde hace un año ha estado haciendo frente sin descanso, los analistas lo reconocen. Sin embargo parece que la balanza no termina de estar en su punto equilibrio. Porque hay que recordar que Medellín no es sólo una ciudad para los verracos, para los que saben hacer la vida pese a todo y contra todo. En su texto, Luis Miguel Rivas dice: “Me gustaría mucho que Medellín quedara en los otros lugares a donde me voy huyéndole. Pero que no fuera ella, que no fuera su aguardiente para pelear, ni sus caballos para ostentar, ni sus mujeres para mostrar, ni su prepotencia, ni su pujanza ni su verraquera. Que me dejara de chuzar tanto por dentro para poder quererla con toda esta rabia que le tengo”.