JUSTICIA

El detrás de cámaras de la caída del fiscal anticorrupción

Un operativo de la DEA, solicitado por el fiscal general, liquidó al jefe de esa unidad, Gustavo Moreno, y lo puso a encabezar la lista de pedidos en extradición por recibir coimas. SEMANA revela los detalles de la operación internacional.

1 de julio de 2017

El búnker hizo agua por donde menos se esperaba. En los 25 años de existencia que esta semana celebra la Fiscalía General de la Nación, nunca se había presentado un episodio como el que estremeció a la entidad el pasado martes. Hacia las once de la mañana una decena de agentes del CTI se presentaron en el despacho del joven director de la Unidad Anticorrupción, Gustavo Moreno Rivera, para hacerle efectiva una orden de detención internacional subida al sistema de la Interpol, en Francia, 15 minutos antes.

Moreno había llegado hacía poco a su despacho, que ocupaba desde hace ocho meses, y estaba iniciando una reunión con su equipo de trabajo cuando irrumpió el grupo elite, encabezado por Luis Miguel Martínez, jefe de articulación del CTI. Este solicitó a los presentes salir de la sala, y una vez Moreno quedó solo le explicó de qué se trataba. El fiscal comprendió todo de inmediato. Pidió a Martínez que no lo sacara esposado y este accedió, tras incautarle los celulares. Juntos salieron del despacho, tomaron el ascensor hasta el primer piso, luego cruzaron la calle e ingresaron al búnker de la Fiscalía, donde se cumplió la reseña. “No se preocupe, yo sé que usted está haciendo su trabajo”, le dijo Moreno a Martínez con tono resignado.

Sin más, el jefe del CTI informó a la cúpula y cinco minutos después la vicefiscal María Paulina Riveros leyó un comunicado en el que informó que el responsable de luchar contra la corrupción acababa de ser capturado justamente por esa conducta. Por si fuera poco, con un agravante para Moreno: que recibió el soborno en Miami, Estados Unidos, a la luz de una operación conducida por la DEA con la participación estelar del exgobernador de Córdoba Alejandro Lyons, quien tiene graves cuentas pendientes con la Justicia colombiana. Pero que, al entregar la cabeza de Moreno, se graduó como un eficaz colaborador del Departamento de Justicia de Washington.

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El informante y los gringos

El fiscal Moreno comenzó a hundirse cuando un emisario de Lyons logró que lo recibiera la cúpula de la Fiscalía de Colombia. La reunión tuvo lugar en una de las salas más restringidas del búnker, un día de la segunda semana de mayo. El emisario había dejado saber que tenía información gravísima que solo revelaría ante las máximas instancias del ente acusador. No estaba dispuesto a dar vueltas entre mandos medios. El fiscal general, la vicefiscal y un par de funcionarios de alto nivel oyeron al emisario cuando este dijo que desde noviembre alguien de la Fiscalía le estaba exigiendo al exgobernador Lyons plata a cambio de ayudarle en los procesos penales en su contra. Le preguntaron a quién se refería y respondió: “A Gustavo Moreno, el jefe anticorrupción”. El hombre dio varios detalles precisos y un nombre que resultaría clave: Leonardo Luis Pinilla. Tras unas verificaciones iniciales, el fiscal general y su reducido equipo dedujeron que lo que decía el emisario podría ser cierto.

Bajo el mayor sigilo posible, Martínez Neira ordenó a un fiscal delegado ante la Corte Suprema abrir una investigación. Y este decidió hacer interceptaciones telefónicas, entre otras labores de contrainteligencia, para vigilar a Moreno. La encrucijada para el fiscal general no era menor. Desde que Martínez asumió las riendas de la Fiscalía, 11 meses atrás, prometió dejar una gran impronta en el combate al cáncer nacional de la corrupción. En su discurso de posesión lanzó la idea de extraditar a los corruptos, y tan pronto arrancó a trabajar puso en marcha el plan Bolsillos de Cristal, consistente en que los funcionarios deben rendir cuentas de resultados concretos en la lucha contra la corrupción, dentro y fuera de la entidad. Bajo esa directriz la barrida interna les ha costado el puesto a 53 funcionarios destituidos. La encrucijada del fiscal radicaba en que el estandarte anticorrupción, adentro y afuera de la entidad, era justamente Gustavo Moreno.

Las primeras pesquisas anticiparon lo peor. La Fiscalía estableció que antes de que Alejandro Lyons viajara a Miami (26 de abril de 2017), el fiscal Gustavo Moreno y su viejo amigo y colega, el abogado Leonardo Luis Pinilla, fueron en un carro hasta el apartamento del exgobernador, en el norte de Bogotá. Los tres habrían sostenido una reunión dentro del vehículo en la que discutieron los expedientes penales que acechaban a Lyons por líos de corrupción, y la posibilidad non sancta de cambiar su suerte.

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Pero el 9 de mayo el fiscal general acudió a Montería para presentar las primeras determinaciones frente al desfalco del departamento. Martínez arrancó su intervención anunciando que la entidad a su cargo imputaría al exgobernador Lyons por 20 delitos cometidos al malversar más de 10.000 millones de pesos que se esfumaron del erario departamental durante su mandato.

El anuncio ocupó grandes titulares en la prensa. Dentro de la delegación de la Fiscalía en aquella jornada estaba el jefe de la Unidad Anticorrupción, Gustavo Moreno. Hoy los investigadores creen que luego de ese día los acercamientos soterrados a Lyons se congelaron mientras las cosas se calmaban. Pero la comunicación del abogado Pinilla con Moreno continuó, aunque se trataba de charlas mínimas, en clave, o a través de chats encriptados. Uno de los mensajes que Moreno recibió –y que alertó a la cúpula del búnker– indicaba que para cerrar el negocio había que ir a Miami.

Para ese momento, última semana de mayo, el exgobernador Alejandro Lyons ya cooperaba con la DEA y portaba en su vehículo o en su ropa micrófonos y lentes ocultos. Es por ello que esa entidad tiene plenamente documentada una reunión de Pinilla con Lyons, en Doral, Florida, en la que el abogado le dice que, según Moreno, en breve se ordenará su captura. Lyons, siguiendo el libreto, le dijo a Pinilla que estaba dispuesto a hacer el millonario desembolso, pero que no lo haría si no tenía la certeza de que los recibiría el jefe de la Unidad Anticorrupción. De ahí que Pinilla le insistiera a Moreno que debía ir.

El viaje que habría de aniquilar a Moreno comenzó el 15 de junio. Aunque fue acompañado de su esposa, se trató de una comisión de trabajo: al siguiente día el fiscal debía dictar en Miami una conferencia que tituló ‘El nexo del narcotráfico y el lavado de activos en la lucha contra la corrupción’. Pero su prioridad era otra. El mismo día del arribo Moreno tuvo un encuentro con Pinilla y Lyons. Se reunieron nuevamente dentro de un carro, esta vez el del exgobernador.

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Según el reporte de la DEA los comensales conversaron nuevamente sobre los expedientes en que estaba envuelto el político, y Moreno le habría ofrecido información reservada, como los relatos de dos testigos que le revelaban a la Fiscalía cómo operó el entramado de corrupción en Córdoba. Para hablar con tranquilidad, antes de empezar la reunión se había acordado dejar los celulares fuera del carro, pero en un momento el fiscal sospechó que Lyons lo estaba grabando y decidió responder con gestos y luego cortó la discusión y salió del vehículo. Afuera del auto Moreno tuvo una breve discusión con Pinilla y sin más se marchó.

Sin embargo, al siguiente día los agentes de la DEA le dieron a Lyons 10.000 dólares marcados. Y la agencia tiene videos, audios y fotografías con la siguiente secuencia: Pinilla y Lyons van al centro comercial Dolphin Mall donde nuevamente se encuentran con Moreno. Los tres ingresan a un baño brevemente, luego salen y caminan hasta el parqueadero. Entran al vehículo de Lyons y allí Moreno dice que no es conveniente que se sigan encontrando y que en adelante todo se debe hacer a través de Pinilla. Además se menciona un pago parcial por 10.000 dólares y uno pendiente de 30.000. Luego Moreno sale del carro y lleva en su mano el paquete que los agentes le habían dado a Lyons.

Dos días después, el domingo 18 de junio, cuando el fiscal Moreno y su esposa pasaron por migración en el aeropuerto para regresar a Bogotá, agentes norteamericanos documentaron que la pareja traía, entre sus posesiones, cuatro billetes de 100 dólares (cuyos seriales correspondían al dinero que la DEA le había dado a Lyons), el recibo de un depósito por 1.000 dólares y la factura por un juego de aretes y mancuernas marca Bulgari.

Dado que era puente festivo, Moreno descansó en Bogotá el lunes y el martes madrugó para el comité técnico que cada semana convoca en el búnker el fiscal general con toda la cúpula. Solo tres personas sabían que estaba probado que el jefe de la Unidad Anticorrupción era corrupto. Lo vieron llegar puntual y sentarse en su puesto como si nada. El comité se dio con el discreto cuidado de no tratar ningún tipo de información sensible.

A los pocos días, el fiscal Martínez recibió el informe pormenorizado de la DEA anexo a la determinación de la Corte del Distrito Sur de la Florida de procesar a Moreno y al abogado Pinilla por el delito de “conspiración para el lavado de dinero”. Lo que siguió fue tramitar la circular roja de la Interpol en Francia y coordinar la captura. Martínez planeaba enviar un mensaje de mucha más resonancia internacional, dando cuenta de todo en rueda de prensa acompañado del fiscal general adjunto de Estados Unidos, Kenneth Blanco, quien llegaría a Colombia el martes pasado. Pero un retraso en el itinerario de Blanco y un problema lumbar que aquejó a Martínez hicieron que la vicefiscal María Paulina Rivero se encargara de revelar la noticia que aún resuena y que seguramente tendrá más desarrollos.

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El exgobernador Lyons

Tras la detención de Gustavo Moreno los agentes del CTI capturaron al abogado Pinilla y allanaron las oficinas y residencias de ambos. En el apartamento del fiscal incautaron varias carpetas con documentos sobre los procesos de corrupción en Córdoba y su computador. A Pinilla le encontraron 15 millones de pesos en efectivo y amplia documentación para analizar. Los investigadores guardan gran expectativa por lo que puedan hallar en los celulares de ambos, pero tanto el exfiscal como el abogado ya se saben perdidos.

Moreno quedó recluido en las celdas del búnker. Aunque aislado, está junto a otros detenidos como los excontratistas Julio Gómez y Andrés Jaramillo también sindicados de corrupción. Cuando el exfiscal ingresó lo saludaron dos internos que conocía, Jesús Henao Sarmiento y Maximiliano García, los dos testigos que declaran como principal responsable del desfalco de Córdoba al exgobernador Lyons. Justamente los dos testimonios que el funcionario mencionó en Miami antes de recibir el fajo de dólares. Moreno solo espera ser extraditado lo más pronto posible. SEMANA revela una carta en la que pide perdón y dice sentirse avergonzado por lo que hizo (ver comunicado).

La Fiscalía anunció que el próximo 14 de julio, en el Tribunal Superior de Bogotá, se cumplirá la audiencia contra Moreno por el delito de concusión y que entre tanto surtirán los trámites para su eventual extradición. Así mismo, un grupo de la Unidad de Extinción y Lavado de Activos está analizado las propiedades del exfiscal y de sus personas cercanas para establecer si tienen origen lícito. Fuentes de la Fiscalía explicaron que Moreno fue elegido para liderar la Unidad Anticorrupción porque tenía buena hoja de vida como litigante y académico, y que estuvo entre los pocos aspirantes que superaron la prueba técnica del polígrafo.

Tras el doloroso y contundente mensaje enviado con la fulminante caída de Moreno, queda la pregunta de qué pasará con el exgobernador Alejandro Lyons. Algunos creen que como ya se graduó de colaborador eficaz en un caso federal jamás volverá a Colombia. Otros, incluyendo la Fiscalía de Colombia, opinan que para conseguir algún beneficio judicial deberá hacer delaciones significativas y reembolsar la fortuna que se esfumó en su gobernación. “Nada va a quedar en la impunidad”, asegura Martínez.