JUDICIAL

La hora de los hermanos Uribe Noguera

La Fiscalía les imputó cargos a Francisco y a Catalina Uribe Noguera. ¿Cuál es el sustento y qué posibilidad tienen de ser condenados?

7 de enero de 2017
Catalina Uribe Noguera, Francisco Uribe Noguera.

Francisco Uribe y su hermana Catalina confiaban en que la colaboración que le habían prestado a la Fiscalía había sido suficiente para que no les imputaran cargos, relacionados con el feminicidio cometido por su hermano Rafael. No lo fue. El 26 de diciembre fueron citados a una audiencia en Paloquemao en la que se les imputaron cargos por favorecimiento y ocultamiento de material probatorio. Se esperaba que en ese momento se les impusiera una medida de aseguramiento no intramural, es decir, que no implicara cárcel, sino restricción de movimiento para que no pudieran salir del país.

Pero la fiscal Adriana Alarcón no pidió al juez adoptar esa medida. Eso causó la ira del fiscal general, Néstor Humberto Martínez, ya que en el comité técnico que había estudiado el caso, en el que había participado la fiscal, se había acordado hacer esa petición. En consecuencia Martínez no solo organizó rápidamente una segunda audiencia para el 3 de enero, sino que pidió a la Judicatura y a la Unidad Nacional para la Investigación de Funcionarios Judiciales investigar a la funcionaria disciplinaria y penalmente.

En la segunda audiencia se repitieron los cargos y se impusieron las medidas restrictivas acordadas. Tuvo lugar a puerta cerrada por tratarse de una menor de edad. Por lo tanto solo se ha sabido por filtraciones parciales lo que se dijo en la imputación de cargos. Francisco y Catalina se declararon inocentes y en consecuencia el caso irá a juicio y quedará en manos de un juez.

En la práctica, la acusación responde a que los dos hermanos, teniendo conocimiento sobre detalles relevantes para la investigación del crimen, no alertaron a las autoridades a tiempo. Con la asesoría del FBI, la Fiscalía pudo establecer las llamadas y mensajes hechos por medio de los celulares de los tres hermanos durante las horas críticas en las que el Gaula estaba buscando a la niña y a su secuestrador. Esas comunicaciones demuestran para las autoridades omisiones inexplicables y algunas inconsistencias entre las versiones.

Uno de los elementos aportados por las últimas pesquisas en las comunicaciones y cámaras de seguridad es que los Uribe Noguera contactaron a su padre, Rafael H. Uribe, y este llegó al edificio donde estaba Rafael antes que Francisco y Catalina. La Fiscalía lo citó para interrogarlo, pero este no se presentó invocando el derecho que contempla el sistema judicial para evitar autoincriminarse. La versión de la familia es que el padre simplemente fue al edificio, preguntó por su hijo y el portero le mintió al decirle que no estaba. Entonces se habría retirado, por lo que las cámaras de seguridad podrán confirmar que la cosa no pasó de ahí. Aunque su negativa a declarar ante la Fiscalía no tiene buen sabor, su abogado aclaró que con un hijo culpable de homicidio y dos acusados de favorecimiento lo más prudente por ahora era acogerse a ese derecho.

Entre las inconsistencias que la Justicia señala están las siguientes: en primer lugar, cuando le preguntaron a Francisco quién tenía el vehículo buscado, este contestó “un familiar” en lugar de “mi hermano”. Pocos minutos después aclaró que se trataba de su hermano Rafael, pero la primera respuesta para la Fiscalía es evasiva. Más grave sería el hecho de que si las autoridades estaban buscando a Yuliana y al vehículo en que fue secuestrada, lo lógico habría sido que al encontrar el zapato de ella en la camioneta hubiera informado inmediatamente a los agentes del Gaula. También se considera una omisión que Francisco no haya revelado en la primera reunión que tuvo con el Gaula, en el CAI de la calle 72, que su hermano utilizaba a veces un segundo apartamento, que acabó siendo donde sucedieron los hechos. Se ha filtrado también que la teniente que manejaba el caso llamó a Francisco cerca de las seis de la tarde para preguntarle si sabía dónde estaba su hermano, y este respondió con evasivas. Revelaciones posteriores demuestran que en ese momento Francisco estaba en el taxi con Rafael camino a la clínica. Francisco sostiene que él le respondió a la funcionaria que estaba con su hermano en mal estado y que lo llevaba a una clínica. Cuando ella le preguntó a cuál, él sin darle el nombre le dijo “apenas llegue allá, en 15 minutos, le aviso”, y colgó. Estando en la clínica efectivamente llamó a reportar que estaba con su hermano. De ahí en adelante el feminicidio comenzó a aclararse.

Como se suponía que Rafael había confesado el homicidio en el taxi que los llevó al establecimiento de salud, la Fiscalía buscó al chofer para corroborar esta versión. Este no suministró información importante, pues simplemente afirmó que estaba oyendo música y que él no se concentra en las conversaciones de los pasajeros.

En lo que se refiere a la intoxicación de Rafael por cocaína, el dictamen médico ha establecido que consumió la droga después del asesinato. Esto no significa automáticamente, sin embargo, que lo hubiera hecho delante de los hermanos. El homicidio sucedió alrededor de las once de la mañana y los hermanos entraron al apartamento después de las cuatro de la tarde. En esas cuatro o cinco horas pudo haber consumido la droga solo.

La Fiscalía concluye de todos los elementos anteriores que durante un lapso de alrededor de tres horas Francisco no solo dejó de contestarle al Gaula, sino que hizo varias llamadas y movimientos que dan la impresión de que quería ayudar a su hermano de alguna manera. Finalmente, alrededor de las siete de la noche, ya en la Clínica Montserrat, fue él quien reveló el asesinato y llevó a las autoridades al apartamento en donde su hermano le había dicho que se encontraba el cadáver. Él no quiso estar presente cuando los agentes del Gaula lo sacaron del lugar donde estaba oculto.

La versión de Francisco y de su hermana Catalina no coincide con la de las autoridades y por eso ellos prefirieron ir a un juicio antes de aceptar los cargos. En su cronograma, él y su familia solo se enteraron del homicidio en el taxi y ninguno llegó a ver el cadáver de Yuliana. Francisco aclaró también que ante el estado de salud en que encontró a Rafael y el shock de descubrir posteriormente lo que había hecho, enfrentó una situación extrema para la cual nadie está preparado. Al fin y al cabo se trata de un hermano y de un hecho que va a afectar para siempre la vida de toda su familia.

Aunque esa explicación no resultará satisfactoria para todo el mundo, queda claro que no se les imputaron cargos por los hechos mucho más graves que habían sido objeto de especulación antes del Año Nuevo. Hasta ese momento se había llegado a decir que los dos hermanos habían lavado el cadáver, que le habían echado aceite para borrar las huellas, que habían intoxicado a Rafael para tener una coartada, que habían tratado de volarse del país en un avión privado, y hasta se llegó a rumorar que habían sobornado a la fiscal para que no les dictara medida de aseguramiento. Ninguno de esos puntos fue mencionado en la audiencia, pues al parecer, incluso con la asesoría del FBI, aún no hay pruebas sobre nada de eso.

Todo indica que el caso de Francisco y Catalina Uribe podría terminar en lo que se ha hecho público hasta la fecha. Las inconsistencias en sus versiones y el retraso en alertar a las autoridades constituyen para la Fiscalía favorecimiento y ocultamiento de material probatorio. Como ellos no aceptaron los cargos, un juez dará el veredicto final. Para ello tendrá que sopesar las inconsistencias que invoca la Fiscalía frente al estado de shock y desconcierto que, según los hermanos, tuvieron que enfrentar. Como dato curioso, en ninguna legislación una persona está obligada a denunciar o testificar contra un pariente cercano. Sin embargo, en Colombia se hizo una excepción: cuando está de por medio un menor de edad ese derecho se pierde. El delito de favorecimiento da entre uno y cuatro años de cárcel, o sea que no tiene pena privativa de la libertad. En otras palabras, por tratarse de un delito excarcelable, aun si son encontrados culpables, no irían a prisión.