HISTORIA
Los sorprendentes inversionistas estadounidenses detrás del galeón San José
Semana.com publica un fragmento de 'El galeón San José y otros tesoros', un libro que cuenta las negociaciones confidenciales para rescatar el Santo Grial de los naufragios.
El presidente Juan Manuel Santos sorprendió a los colombianos a finales del año pasado cuando anunció el hallazgo del galeón San José, después años de infructuosa búsqueda, en aguas del mar Caribe.
Nelson Fredy Padilla, periodista del diario El Espectador, dedicó 15 años a investigar diferentes aspectos de las negociaciones para rescatar la embarcación del fondo del mar.
Detrás de la guerra jurídica contra el Estado colombiano de Sea Search Armada (SSA), la firma que alega haber descubierto las coordenadas del naufragio, siempre ha estado un abogado colombiano, Danilo Devis Pereira. En este fragmento de El galeón San José y otros tesoros, el libro de Padilla recientemente publicado por Aguilar, cuenta la sorprendente historia de sus socios estadounidenses, que incluyen a un famoso actor, un asesor de Richard Nixon y un golfista.
Un viejo lobo de mar y sus famosos socios
Junto a este colombiano se han movido un centenar de inversionistas estadounidenses, desde Jack Harbeston hasta el famoso actor de Hollywood Michael Landon y un polémico exasesor del presidente de Estados Unidos Richard Nixon. Al presidente de SSA lo busqué más de un año hasta que me respondió un cuestionario, en septiembre del 2009, desde las lejanas islas Marianas, en el Pacífico Norte, donde estaba al frente del rescate del navío Santa Margarita.
Jack Harbeston, hoy con 83 años de edad, es licenciado y posgraduado en la Universidad de Washington. Después de dar clases en una escuela secundaria y a nivel universitario, en 1981 invirtió sus ahorros en SSA y, después de jubilarse en 1985, asumió la presidencia de la compañía. Entre los galeones total o parcialmente recuperados por IOTA, que es la entidad que gobierna la Sea Search Armada, el Santa Margarita (1601) es el de mayor interés. IOTA localizó el barco en 1995, comenzó la excavación arqueológica en 1996 y la mantuvo hasta el 2011. En ese momento estaba cansado de enviarle cartas al presidente Álvaro Uribe pidiéndole acordar los procedimientos de búsqueda y salvamento del galeón San José, ofreciéndole cubrir los costos avaluados en 40 millones de dólares con tal de recuperar su mitad respaldado por el fallo de la Corte Suprema en el 2007.
Aparte de anunciar demandas en EE. UU. contra Colombia, las cuales interpuso sin éxito, incluso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, admitió lo que en el 2016 parece inminente: una operación de SSA, con respaldo de autoridades estadounidenses, en las aguas donde estaría el tesoro.
Esta fue parte de la entrevista, publicada en el diario El Espectador:
Ante la negativa del Gobierno para proceder al rescate, ¿SSA puede iniciar por su cuenta la búsqueda y rescate del San José?
Tenemos el título de propiedad por excelencia, que es una sentencia de la Corte Suprema que con fuerza de cosa juzgada declaró a SSA propietaria de la mitad de los tesoros que se encuentren en el naufragio. Lo que nos faculta para acceder y disponer de lo que nos pertenece sin permiso de nadie, dentro de lo establecido por la Convención de Ginebra de 1958 sobre plataforma continental. Pero aun así lo mejor sería rescatar el naufragio de común acuerdo, con reglas previamente establecidas y ceñidos a los lineamientos dispuestos por la Corte Suprema. Y ese sigue siendo nuestro propósito. Pero el presidente Uribe no solo se ha negado siquiera a escucharnos, sino que acaba de incluir en la Comisión de Antigüedades Náufragas a dos personajes de la élite colombiana representantes o promotores de empresas americanas y europeas interesadas en aprovecharse gratuitamente de lo descubierto por SSA. Si a eso se suma el inminente peligro de saqueo por terceros, de lo que ya advertimos al Gobierno, resulta imposible que no proyectemos también el rescate por cuenta nuestra, sin perjuicio de los derechos reconocidos a Colombia por la Corte Suprema. Enfrentados a tanta arbitrariedad, se trata de ejercer la legítima defensa de la propiedad que nos reconoció la misma Corte Suprema.
¿Cómo y a qué costo lo harán?
Esos aspectos están en estudio.
¿Exactamente cuál es el tesoro que debiera estar a bordo del galeón San José y cuánto les corresponde a ustedes?
La totalidad de la carga del galeón San José procedía del Virreinato del Perú. Por lo que sin que se afecte el derecho de dominio declarado por la Corte Suprema de Colombia en favor de la Nación y de SSA, se trata de cosas integrantes del patrimonio cultural de los peruanos. O de cosas que simplemente carecen de interés cultural, como ocurre con las barras de oro y plata, piedras preciosas sin engastar, monedas repetidas miles de veces, etc., que por cierto conforman más del 80% de esa carga. La sentencia de la Corte Suprema es pública y cualquiera puede consultarla. Y de hecho es bien conocida en Colombia y en Estados Unidos. En esa sentencia se declaró que la Nación y SSA son propietarios en común y proindiviso, por partes iguales, de los tesoros que se encuentran en el naufragio. Y que serán de exclusiva propiedad de la Nación aquellos objetos que conformen el patrimonio cultural de los colombianos, según su precisa definición por la Constitución y la ley. Según la misma Corte, esa selección entre tesoros y patrimonio cultural solo se podrá realizar después del rescate y análisis del naufragio.
¿Qué otros naufragios son del interés de SSA en Colombia?
Además del denuncio del San José de 1982, en 1985 SSA denunció ante la Dimar otros cinco naufragios (se reservó nombres y ubicación).
La leyenda del galeón San José y sus riquezas se hizo tan famosa en todo el mundo que SSA recibía ofertas de multimillonarios inversionistas dispuestos a arriesgar parte de su capital con tal de participar de la búsqueda “del santo grial de los naufragios coloniales españoles”. Entre el centenar de socios admitidos por SSA desde los años ochenta, con miras a financiar las operaciones en el caribe colombiano, estuvo Michael Landon, en esos años uno de los actores norteamericanos más famosos por sus papeles protagónicos en series como Bonanza y La familia Ingalls, donde interpretaba a Charles, el patriarca. Según los documentos, Landon realmente se llamaba Eugene Maurice Orowitz, nacido en Nueva York en 1936 y muy dado a los juegos de suerte y azar.
Bonanza fue la serie de televisión que lo hizo reconocido en todo el mundo como un personaje del oeste norteamericano hasta los setenta y luego se consolidó como Charles Ingalls en La familia Ingalls, el programa más visto en América en los años ochenta. Según dijeron después sus allegados, como socio de SSA creyó ir por una autopista hacia el cielo, parodiando su famosa serie Highway to Heaven. Siempre amó el riesgo y en esa obsesión luchó contra el alcohol y los tranquilizantes hasta que lo mató un cáncer de páncreas en la isla de Malibú en 1991. Sólo tenía 54 años y decía que estaba listo para retirarse a disfrutar su parte del tesoro del San José. Había sido nominado al Globo de Oro como mejor actor en 1979, pero lo único que ganó en oro puro fue una medalla en 1980 por su labor en favor de los derechos humanos, otorgada por la asociación neoyorquina Amigos del Mundo.
Los sueños de Landon eran los mismos de John Ehrlichman, influyente asesor de Richard Nixon en la Casa Blanca que luego fue condenado dentro del juicio por el escándalo del Watergate. Después de un año en la cárcel invirtió sus ahorros en SSA, aprovechó sus altos contactos políticos en el Congreso de ese país para que el gobierno de Colombia fuera presionado a autorizar el rescate del San José, pero murió en 1999, a los 73 años de edad en Atlanta, Georgia, a la espera de utilidades mínimas del 40% como les habían calculado.
Durante el proceso de caída de Nixon, en 1974, Ehrlichman formó parte del llamado “Muro de Berlín” que rodeaba al presidente de los Estados Unidos. Él estaba especializado en política nacional. Fue Ehrlichman quien tomó la decisión histórica en 1971 de que para proteger al presidente era necesario vigilar a los adversarios políticos, al estilo de las "chuzadas” del gobierno de Álvaro Uribe en Colombia, hasta que cinco de sus agentes fueron detenidos en junio de 1972 por realizar espionaje en las oficinas demócratas del hotel Watergate. Danilo Devis da fe de la total vinculación de Ehrlichman con SSA, pues lo conoció a finales de 1988 en las oficinas de Miami donde el abogado colombiano fue contratado.
La desilusión por las malas noticias que llegaban de Colombia también afectaron a otros socios como el histórico campeón de golf Cary Middlecoff, miembro del salón de la fama de ese deporte por ganar 40 torneos del circuito profesional de la PGA y cuatro de los más importantes trofeos, incluidos el Masters de Augusta de 1955 y el Abierto de los Estados Unidos de 1949 y 1956.
Más nombres se suman a la larga lista de codiciosos que han husmeado el fantasma del San José durante más de tres siglos: el excongresista y también abogado de SSA, Pete McCloskey, aspirante a la Presidencia de EE.UU., pero quien le ganó la nominación republicana en su momento fue Richard Nixon. Es un marine consagrado, coronel veterano de la guerra de Corea, exaltado como héroe de combate con la Cruz de la Marina, la Estrella de Plata y el Corazón Púrpura. Ya anciano, insiste en que solo le faltaba obtener algo del oro y la plata del San José para colgarlos en la egoteca de su casa en California.
La revista Forbes, en el artículo “Oro, plata, sueños y delirios: el botín de los galeones hundidos”, de febrero del 2012, informó que Jim Banigan, miembro fundador de SSA, “murió de depresión” por haber perdido buena parte de su patrimonio en la infructuosa búsqueda del que sus allegados llamaron “el galeón maldito”. Según su esposa, en sus últimos días se justificaba diciendo: “si hubiéramos obtenido el tesoro, habríamos perdido el alma”.