| Foto: Archivo particular

JUSTICIA

La muerte del profesor que tiene respondiendo al segundo mando de la seguridad de Bogotá

Ante un juez son llevados cinco oficiales y seis suboficiales por la muerte de Francisco Ocampo Cepeda en el 2013. Entre los sentados en el banquillo de acusados está el subcomandante de la Policía de Bogotá, coronel William Sánchez.

9 de agosto de 2017

La versión oficial por la muerte del profesor Francisco Javier Ocampo Cepeda, reconocido por promover la convivencia pacífica en las aulas, resultó extraña desde el comienzo para sus familiares y para los estudiantes que lo conocieron.

El 4 de agosto del 2013, día en que murió al lado del patrullero Olmer Franco en una situación confusa, Ocampo se desempeñaba como docente de varios reconocidos colegios de la capital del Valle. El hecho ocurrió en el barrio Brisas del Limonar, al suroccidente de Cali.

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Pasaron cuatro años hasta que este miércoles, en un operativo hermético para las autoridades de Cali, fueron capturados once policías, cinco de ellos en el grado de oficiales. Entre los detenidos está el coronel William Sánchez, hoy subcomandante de la Policía de Bogotá, mano derecha del general Hoover Penilla Romero en la seguridad de la capital. Una vez detenidos, fueron trasladados de inmediato desde la base aérea rumbo a Bogotá, donde son presentados ante un juez para que respondan por los presuntos delitos de homicidio agravado y alteración de la escena del crimen.

Este caso que impactó en la comunidad académica de Cali, llevó a un choque entre la versión de la familia y la de la policía; la muerte del profesor trajo a la memoria de ONG y estudiantes lo que fueron los falsos positivos para el país. 

De un lado, la familia aseguró que el profesor salió ese domingo en la madrugada a trotar como era de costumbre, junto a su hijo y un amigo. Iban rumbo hacia el río Pance, cuando en la calle 50 con carrera 49B les salieron unos hombres armados. En ese momento todos salieron a correr; el profesor en una dirección diferente a la de sus acompañantes. En las siguientes horas no supieron de Ocampo Cepeda hasta el mediodía cuando los noticieros informaron que había muerto en un enfrentamiento con la Policía.

Lo único que llevaba en los bolsillos, dice la familia, era un celular de $40.000.

La otra versión, la dio a conocer el mismo coronel William Eduardo Sánchez, hoy capturado, quien en ese momento ejercía como comandante del distrito 4 de la Policía de Cali. En el reporte oficial indicó que el patrullero Olmer Franco, junto con varios uniformados, intentó requisar a un grupo de jóvenes. Estos últimos no lo permitieron, sacaron varias armas de fuego y se enfrentaron a tiros con los agentes. “El patrullero murió luego de ser llevado a un hospital del sur de la ciudad y el delincuente que le disparó fue dado de baja en el enfrentamiento”. En el informe de la Policía se agregó que el agresor tenía en su poder una pistola 9 milímetros marca Taurus y un maletín en el que encontraron supuestamente un panfleto extorsivo a nombre de los Rastrojos.

El delincuente al que se refería Suárez era Ocampo, de 51 años al momento de su muerte, padre de dos jóvenes y profesor de los colegios Lacordaire y Antonio José Camacho. Dentro de su trayectoria docente en Cali se cuentan las charlas de convivencia que dictaba entre los estudiantes del Camacho y el Santa Librada.

“Francisco Javier era docente reconocido en Cali, había hecho un trabajo en los barrios, tenía la fama de ser un profesor que buscaba procesos de dialogo entre grupos de estudiantes enfrentados en los procesos de Cali. Era un hombre de políticas muy claras, como ha sido en mi familia paterna, era un hombre de izquierda”, aseguró a SEMANA su primo, el senador Iván Cepeda. 

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El parlamentario hace énfasis en que él y la familia han sido extremadamente cautelosos para no intervenir de ninguna manera en la investigación. Anota que las informaciones oficiales resultaron no solo “sorpresivas sino inverosímiles”, razón por la cual entablaron una denuncia penal a la espera de que las autoridades actúen.

“Era mi familiar, él se la pasaba entre Cali y Popayán, yo en Bogotá. Nos veíamos de manera muy episódica. Nunca tuvo una relación de militancia en mi equipo político, yo respetaba sus decisiones políticas y él las mías. Teníamos ideas de izquierda muy coincidentes", explicó.

Ahora, después de cuatro años de la muerte de este profesor, la investigación va en la dirección de la denuncia que radicó la familia. Cinco oficiales y seis suboficiales son sentados en el banquillo de los acusados para que respondan por el que sería el asesinato de un profesor descrito como pacifista y dedicado a la paz.