CRIMEN

Fue obligado a tomar una ruta alterna y allí encontró la muerte

Este jueves la ciudad estaba hecha un caos para andar en carro. Álvaro Torres salió de su oficina en el Banco de la República y tomó otra ruta, por un barrio peligroso en donde lo asesinaron. Hoy la institución donde trabajó 20 años le rinde homenaje.

10 de agosto de 2018

Este jueves 9 de agosto Bogotá estaba hecha un caos para quien quisiera llegar a su casa en carro. La ciclovía nocturna hizo que varias calles y avenidas se cerraran para darle prioridad a biciusuarios, peatones y mascotas; y en la Universidad Distrital, sobre la avenida circunvalar, varios encapuchados protestaron desde las 2:30 de la tarde. Aunque pronto llegó el Escuadrón Móvil Antidisturbios, fue una tarea complicada detener la protesta, que se extendió hasta las 6:30.

El economista Álvaro Torres, egresado de la Universidad Externado, salió de su trabajo por última vez, en el Banco de la República. Tenía 51 años. Se subió a su carro, de seguro sabía del colapso en movilidad porque abrió Waze para llegar a su casa al norte de Bogotá.

No sabía que la ruta que arrojó la aplicación lo llevaría a la muerte.

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El desvío lo llevó por los cerros orientales, manejó por calles empinadas de barrios poco concurridos, para salir a alguna vía que lo llevara a su casa. Fue en el barrio La Paz, donde se topó en una calle sin salida, en frente de una decena de jóvenes, muchos menores de edad, que se le pararon para detenerle la marcha a su carro.

Las balas impactaron su cuerpo, le robaron sus pertenencias de valor, caminó unos pasos y se derrumbó en un pastizal. La Policía lo encontró a los 10 minutos, pero una vez llegaron al hospital se dieron cuenta de que ya había sido muy tarde.

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Su hijo trabaja cerca a la que fue la oficina de su padre. Siempre le recomendaba tener cuidado, que evitara los alrededores del barrio La Perseverancia porque era peligroso. La Policía ya ofreció una recompensa para atrapar a los culpables.

Álvaro Torres era muy apreciado en el Banco de la República, llevaba trabajando ahí 20 años. Mientras tanto, en el barrio La Paz, donde le arrebataron la vida, se respira un ambiente de silencio y miedo, donde ningún vecino quiere hablar.