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Fundación Ideas para la Paz presentó panorama económico y militar del ELN, de cara a eventual proceso de paz total. ¿Qué dijo?
El análisis se hizo luego de varios meses en el campo donde ha operado el grupo armado y tras diversas entrevistas a esos actores del conflicto en el país.
Luego de casi cuatro años desde que se rompiera la negociación entre el Estado colombiano y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), tras el atentado del Frente de Guerra Oriental contra la Escuela de Cadetes General Santander en Bogotá, esta organización insurgente no es la misma que inició el diálogo con el gobierno Santos en 2017.
La Fundación Ideas para la Paz realizó un análisis del panorama de ese grupo armado en diferentes territorios del país donde ha operado, y expone su capacidad de adaptación y transformación.
Luego de 30 entrevistas entre noviembre de 2021 y febrero de 2022, de consultar fuentes y personas pertenecientes a diversos sectores locales y regionales de estas zonas del país: miembros de la institucionalidad local, cooperantes internacionales, miembros de la sociedad civil, defensores de DD. HH., miembros de la fuerza pública, entre otros, el análisis incluye una revisión de la literatura reciente sobre el ELN, así como un seguimiento y barrido de prensa local, regional y nacional.
Además, recurrió a bases de datos de acciones del conflicto elaboradas por la FIP, la de violencia de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y la de homicidios del Ministerio de Defensa.
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En palabras de la Fundación, es importante entender la complejidad del ELN desde sus diferentes dimensiones de poder: la dimensión organizacional, la territorial, la militar y la económica, porque muestran una historia de “éxito” y también otra de “fracaso”, y ambas corresponden a los dos ejes geográficos en los que el ELN ha desarrollado su proyecto insurreccional.
Así, según esa entidad, la versión más robusta y consolidada de esta guerrilla, en el margen oriental del país (del Catatumbo al Vichada) sobre el eje de la frontera colombo-venezolana, contrasta con el proceso que atraviesa la organización en el andén Pacífico (Chocó y centro-sur del Cauca).
Ambas trayectorias y sus dimensiones territoriales son fundamentales para entender el alcance y los riesgos de una aproximación desde la idea de “paz total” para acabar el conflicto con este grupo armado.
Estos son los hallazgos más relevantes
1. El ELN es una insurgencia más robusta, militar y económicamente comparada con lo que era en 2018, pero este proceso presenta rasgos y realidades territoriales que contrastan entre sí. Paradójicamente, el robustecimiento militar choca con su aislamiento político y con la escasa operatividad que muestra.
2. Se ha dado una profundización y consolidación de su presencia en territorio venezolano, lo que la ha llevado a transitar hacia una agrupación binacional en sus prioridades y a cambiar su manera de insertarse en la narrativa de lo que entiende como un proceso revolucionario de carácter continental.
3. No es una insurgencia que desafía abiertamente al Estado. Si bien lo combate, su aparato armado ha estado más en función de dominar o tratar de ampliar sus zonas de influencia, revela el análisis. Esto quiere decir que es un actor con una expresión y lógica violenta, enfrascada en dinámicas y disputas locales, en donde cada frente de guerra compite o coopera ocasionalmente con otros actores armados, según las capacidades y activos que ha logrado desde la desmovilización de las antiguas Farc.
4. Es una insurgencia estancada estratégicamente que, aunque está apostada en las zonas más marginales y excluidas de la vida nacional y económica, genera un importante impacto humanitario y mantiene vigente su capacidad de hacer daño, concebida como resistencia armada. Sin embargo, la reducción de su operatividad desdibuja dicha concepción militar bajo la figura de una guerrilla que no combate.
5. El proceso mediante el cual se ha fortalecido es inseparable de los ejercicios de regulación y extracción de economías legales, informales e ilegales, que han permeado su proceso de toma de decisiones, el comportamiento de sus unidades y como se relacionan con las comunidades.
6. Dentro del ELN está emergiendo una nueva generación de mandos que contrastan con la comandancia histórica en muchas de sus prácticas y en la solidez de su formación política. Los efectos de este proceso han incidido en dos direcciones: se ha golpeado al sector más favorable a los diálogos de paz y el ascenso del grupo más militarista ha cambiado las formas y relacionamientos en sus zonas de influencia.
Al tiempo, ha endurecido la posición de la organización en torno a una negociación política. Esto puede traer tensiones entre comandancias que si bien hasta el momento no han provocado un escenario de división interna, pueden generar problemas de mando y control en el mediano plazo, conforme registra la FIP.
7. Estos elementos explican la brecha discursiva que hay entre el COCE (comando central) y algunas estructuras en lo relacionado con la economía cocalera y otras formas de financiación de este grupo. Estas brechas son más notorias en algunas subregiones, en donde comportamientos contrarios a los preceptos formales de esta guerrilla no son sancionados o investigados por las instancias internas correspondientes.
Las economías de guerra les imponen retos políticos a las estructuras del ELN, no tanto por la consecución de recursos, sino por las lógicas de acumulación y extracción en cabeza de algunos de sus líderes.
8. En los últimos años, el Frente de Guerra Oriental se consolidó como el nodo de poder más importante de la organización, lo que tiene implicaciones en varias direcciones: (a) gran parte del proceso de reacomodo en el posacuerdo se dio bajo su coordinación y apoyo; (b) el ala militarista y reacia a la paz es la que mayor fuerza y representación tiene en la organización nacional; (c) en eso tuvo que ver mucho el hecho de que alias Pablito y otros líderes dejaron de lado su postura abstencionista e integraron formalmente las instancias de coordinación nacional.
9. Todos estos elementos le dan forma a un federalismo eleno. El federalismo no equivale a falta de unidad o cohesión, sino a las limitaciones de sus instancias nacionales para coordinar y cohesionar de manera permanente sus estructuras territoriales, al igual que el proceso que implica la toma de decisiones. Algo relacionado no solamente con las trayectorias diferenciadas del ELN, sino con sus diversos orígenes ideológicos.
Las regiones del análisis
El examen de la trayectoria territorial y militar se realizó en cuatro regiones del país —Arauca, Catatumbo, Cauca y Chocó— en donde el ELN ha sido un actor importante para la evolución de las dinámicas del conflicto en los últimos años. No en vano, el frente de guerra Oriental, el Nororiental, el Occidental y el Suroccidental.