POLÍTICA
Gabriel Santos, el rebelde del Centro Democrático
El representante uribista se convirtió en una voz disonante en su partido. Ha criticado al Gobierno en varias oportunidades y ahora se la juega por defender dos causas que su partido rechaza: la eutanasia y la legalización de la marihuana.
Si hay una característica que define al Centro Democrático, además del liderazgo del expresidente Uribe, es que se trata de la colectividad más cohesionada del Congreso. El uribismo, la bancada mayoritaria, suele funcionar como un relojito y, aunque en su interior existen peleas como en todo partido, a la hora de las deliberaciones en el Capitolio casi siempre vota en bloque. Pero a esa cohesión le ha salido un palo en la rueda que pocos vieron venir. Se trata del representante Gabriel Santos, hijo del exvicepresidente de Uribe y hoy embajador en Washington Francisco Santos.
Muchos en las fuerzas de centro, e incluso en la izquierda, ven con buenos ojos sus posturas de avanzada; sin embargo, en las filas de su partido los ‘halcones’ uribistas lo tienen entre ceja y ceja, y no falta el que le pone el calificativo de traidor. ¿Cómo terminó el hijo del embajador Santos aplaudido por sus contrarios y señalado por sus copartidarios?
Gabriel ayudaba a su papá en las campañas y por un tiempo formó parte de la UTL de Samuel Hoyos. Hasta ahí llegaba su vínculo con la política. A pesar del oficio de su padre, Santos siempre se vio más cómodo en el sector privado que buscando los votos en las urnas, y estaba contento en la reconocida firma de abogados Gómez Pinzón. No obstante, una llamada de Uribe cambió su destino. “Hijo, véngase para la casa que el presidente quiere decirle algo importante”, le dijo Pacho, y entonces Uribe le propuso formar parte de la lista del Centro Democrático para la Cámara. Cuando supieron que el hijo del segundo abordo en el Gobierno de Uribe iba a aspirar al Congreso, tal vez muchos pensaron que sería un ‘delfín’ obediente.
Santos le ha apostado a representar a esa centroderecha que comulga con “los tres huevitos”. Pero no necesariamente lo mueven los valores conservadores radicales y religiosos a ultranza con los que muchos asocian al Centro Democrático. Así las cosas, se la ha jugado por una derecha independiente, incluso si eso significa llevarle la contraria no solo a Uribe y a sus compañeros de bancada, sino a su papá.
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Poco a poco, en la medida en que se ha tomado confianza, Gabriel Santos está encontrando su propio camino. Criticó a Duque cuando quiso nombrar ministros de otros partidos para obtener las mayorías en el Congreso y le dijo que no estaba cumpliendo su promesa de no dar mermelada. Apoyó también un proyecto de ley para regular las plataformas digitales con el que Uribe estaba en desacuerdo. Y la emprendió contra el ministro de Defensa por descuidar la seguridad mientras se dedica a hacer campaña.
No obstante, esa rebeldía puede ser menor si se compara con las recientes movidas de Gabriel. En efecto, se fue contra la corriente en dos temas centrales para el uribismo: la eutanasia y la legalización de la marihuana. Santos ha anunciado que, a pesar de su partido, apoyará en el Congreso el derecho a morir dignamente. Y sacó de la ropa a sus compañeros de bancada al respaldar el proyecto que busca legalizar el consumo adulto de marihuana. Con una votación de 17 contra 18, el voto de Gabriel resultó definitivo para que el trámite legislativo siguiera su curso.
Su partido defiende la prohibición, la fumigación con glifosato y la represión como política antidrogas. Sin embargo, el representante se convirtió en el vocero de quienes piensan que la legalización y las políticas de prevención son más efectivas. Por ese voto le cayeron rayos y centellas. “Fue la primera vez que tuve que desactivar las notificaciones de Twitter”, le dijo Santos a SEMANA. Sus compañeros de bancada lo citaron a un comité de ética en donde tuvo que explicar su rebeldía.
Gabriel Santos afirma que se mantendrá firme en sus posturas. “Yo vine al Congreso a defender unas ideas y si por eso me tengo que quemar, pues me quemo. Pero me voy con la conciencia tranquila”.El congresista se ha acostumbrado a ir contra la corriente. Y eso, curiosamente, le toca también en su casa. Su papá no está de acuerdo con muchas de sus posturas, y su esposa, la hija del general Óscar Naranjo, está lejos de comulgar con el Centro Democrático. Lo cierto es que este joven político está encontrando su espacio, así muchos en su partido no estén de acuerdo con sus posiciones.