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¿Habrá coletazo económico después del plebiscito?

La polarización del país le puede hacer mucho daño a la economía, por lo que se necesitará un gran acuerdo nacional. Que no cunda el pánico.

3 de octubre de 2016
Hay gran expectativa sobre el comportamiento de los mercados tras los resultados del plebiscito. | Foto: Daniel Reina

Cuando se firmó en Cartagena el acuerdo de paz entre el gobierno y las Farc, el lunes 26 de septiembre, los mercados en Colombia no reaccionaron tan alegremente como podría haberse esperado. Al fin y al cabo noticias como estas suelen impactar la bolsa, las acciones y el dólar pues generan gran confianza, una variable fundamental en la economía.

Una de las razones que explican la poca reacción en ese momento es que los inversionistas daban por descontado que el Sí triunfaría en el plebiscito, y desde hace rato habían asumido que la paz estaba a la vuelta de la esquina.

Pero ahora la situación es diferente, pues es posible leer el triunfo del No como un salto al vacío, dada la ausencia de un plan B del gobierno para enfrentar esta alternativa. Nada más contraproducente para la economía que la incertidumbre y el desánimo frente al futuro, y peor aún la polarización que quedó reflejada el domingo.

Los resultados del plebiscito, inesperados hasta para los promotores del No, dejan grandes dudas sobre lo que viene para el país en materia económica. En primer lugar, quedan en el limbo los acuerdos pactados en La Habana, entre ellos, los importantes temas relacionados con la tierra y la reconstrucción del campo. El punto número uno del acuerdo planteaba, por ejemplo, inversiones en vías terciarias, educación, vivienda y salud en el campo, y un fondo de tierras conformado por 3 millones de hectáreas y la titulación de otros 7 millones. El expresidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) y actual presidente de la Bolsa Mercantil, Rafael Mejía, dijo que habrá que barajar de nuevo en muchos aspectos económicos, como el punto del sector agropecuario.

Ahora bien, no se puede olvidar que desde que comenzaron las negociaciones, hace cuatro años, siempre se dijo que era necesaria una gran reforma para el campo, con o sin paz. El país es consciente de que, más allá del proceso de La Habana, hay que comenzar a transformar el sector agropecuario. De hecho, la misión rural que dirigió el exministro José Antonio Ocampo va orientada a cerrar la brecha que ha separado al campo de los centros urbanos. Y esa propuesta no está atada a lo pactado con las Farc.

Algunos temen que, al no haberse refrendado el acuerdo, se podría complicar la reforma tributaria que el gobierno llevará al Congreso la próxima semana. Hay un amplio consenso, independientemente de la paz, sobre su urgente necesidad para aumentar el recaudo de impuestos ante la caída de la renta petrolera, y el triunfo del Sí habría facilitado su trámite en el Congreso. Sin embargo, ahora no es tan fácil, como lo hizo saber el expresidente Álvaro Uribe en su discurso al señalar que el riesgo de perder el grado de inversión no se evita con mayores impuestos, al tiempo que pidió mayor austeridad en el gasto.

Es evidente que el ánimo político y el escenario más optimista sobre la perspectiva económica del país favorecerían el trámite del proyecto. El expresidente de la SAC afirma que ahora hay que mirar el tema como una oportunidad para lograr una verdadera reforma tributaria estructural.

El resultado del plebiscito deja con un sabor muy amargo al sector petrolero. El presidente de Ecopetrol, Juan Carlos Echeverry, dijo recientemente que la paz es lo mejor que le puede pasar a esta actividad. En una conferencia, señaló que sin conflicto la explotación en el Putumayo, por ejemplo, se podría incrementar notablemente, lo que sería muy conveniente en este momento en el que Colombia enfrenta un declive en su producción de hidrocarburos.

La noticia positiva, tras el sorpresivo resultado del plebiscito, es que se mantendrá el cese bilateral del fuego, como anunció el presidente de la república en su alocución televisada del domingo.

Frente a las expectativas del gobierno y de muchos analistas sobre un mayor crecimiento económico con la terminación del conflicto, algunos creen que este revés obligaría a reconsiderar las cuentas alegres. Otros creen que no habrá mayores repercusiones.

Por ejemplo, el exministro de Hacienda Hugo Palacios Mejía, partidario del No, considera que la decisión de los colombianos no tendrá grandes repercusiones en materia económica, y que, por el contrario, de haber ganado el Sí los efectos hubieran sido muy negativos. Por ello, desestima que los resultados de la jornada de ayer produzcan una desaceleración de la economía, porque ya no se tendrán que poner en marcha innumerables leyes e inversiones acordadas en La Habana. “En un ambiente de mayores costos de transacción, era difícil que la economía funcionara bien porque la inversión privada, nacional y extranjera se desaceleraría”, dijo el exministro, quien señaló que si hoy ya es difícil poner en marcha cualquier proyecto de inversión, por la necesidad de consultar y conseguir acuerdos con ‘comunidades’ legítimas o ficticias, el acuerdo lo hará aún más complicado.

No hay que olvidar tampoco que algunos analistas no le atribuían al final del conflicto grandes efectos sobre el crecimiento económico. Marc Hofstetter, profesor de la Facultad de Economía y Cede de la Universidad de los Andes, sostiene que los efectos atribuibles al fin del conflicto difícilmente serán del tamaño que muestran los analistas. Para el experto, el crecimiento adicional por año estaría por debajo de lo que preveía el Departamento Nacional de Planeación (DNP) que afirma que la economía daría el salto entre 1,1 y 1,9 puntos porcentuales, por encima del crecimiento potencial (estimado hoy en el 3,7 por ciento). “Habiendo una larga lista de razones que harían del fin del conflicto una gran noticia para Colombia, su impacto sobre el PIB futuro no es una de ellas”, señaló.

Ahora lo importante es que no cunda el pánico y que permanezca la calma, en especial en materia económica. Se necesita que todo el país comience a remar para el mismo lado.

Para Alfonso Gómez, presidente de Telefónica Colombia, no hay alternativa distinta a trabajar conjuntamente para buscar la paz, para lograr una mayor unidad y convertir la decisión de las urnas en una oportunidad. “Si los voceros políticos actúan con grandeza lanzarían una buena señal a la comunidad internacional sobre el manejo serio del país”, dice Gómez, quien afirma que los empresarios deben asumir esta coyuntura con un espíritu reflexivo, solidario y respetuoso en la búsqueda de los mayores consensos posibles.

En igual sentido se expresó Sylvia Escovar, presidenta de Terpel, quien afirmó que “estaba esperanzada en empezar esta semana en un país que quería reconciliarse, pero creo en la democracia y respeto el resultado”. Sin perder el ánimo por el resultado del plebiscito, afirmó que el país debe aprovechar lo que se ha adelantado en estos últimos años. “Debemos concentrarnos en la unión y buscar nuevas formas de llegar a ese país más inclusivo y económicamente próspero. No importa cuántas veces caigamos; lo importante es que volvamos a levantarnos y a no desfallecer en la búsqueda de un país en paz”.

Como dice el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, se necesita un gran acuerdo nacional y un periodo que lo madure, que no se ha tenido en las últimas dos décadas para seguir adelante con las prioridades que Colombia se había trazado relacionadas con la paz, estabilidad económica, lucha contra la inequidad y la pobreza. “Se necesita grandeza para no caer ni en el derrotismo ni en el triunfalismo”, dice Mac Master, quien sostiene que el mundo y los mercados deben reconocer que este país ha sido responsable fiscalmente, y que no hay razones para pensar que se va a perder la estabilidad. Por eso confía en que los mercados le den un compás de espera, y reconozcan que los retos no han cambiado y que van a seguir adelante la competitividad y estabilidad.