JUSTICIA

General (r) Montoya da la cara a la JEP

El excomandante del Ejército Mario Montoya compareció ante la JEP, acompañado de sus abogados, para suscribir el acta de sometimiento. Esta es la historia del más alto oficial uribista que hasta ahora acude a la jurisdicción de paz para resolver sus expedientes.

13 de septiembre de 2018
| Foto: Jurisdicción Especial para la Paz

Este jueves, el General en retiro Mario Montoya se presentó en las instalaciones de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), para responder a la citación que le hizo esa jurisdicción, para que suscriba un acta en el que acepta ser juzgado por el tribunal de paz.

El general Montoya ingreso por una puerta alejada de la prensa y la audiencia se llevó a cabo de manera privada, sin acceso a los periodistas. Foto: León Darío Pelaez / SEMANA

Mario Montoya fue el gran general de la seguridad democrática implementada en los gobiernos de Álvaro Uribe. El exoficial, que prestó servicio a lo largo de 39 años, fue el más aguerrido escudero de Uribe desde los tiempos en que este era gobernador de Antioquia. Montoya –el general tropero– protagonizó varias de las páginas de mayor gloria del Ejército Nacional.

La más sonora fue la Operación Jaque ejecutada el 2 de julio de 2008, con la que se logró, sin disparar un tiro, la libertad de Íngrid Betancourt, 11 militares y 3 contratistas norteamericanos secuestrados por las Farc. En otro momento, los hombres de Montoya participaron en la Operación Fénix en que fue abatido alias Raúl Reyes, tras un bombardeo a su campamento en la provincia de Sucumbíos, Ecuador. La acción, que produjo un gran lío diplomático, significó un duro revés para la guerrilla en la correlación de fuerzas de la guerra, pues nunca antes uno de sus jefes había sido tocado. Además, a Montoya se le reconoce como el hombre clave en lograr que el Ejército obligara a las Farc a un repliegue en territorios que había controlado por décadas. Pero junto a las medallas y altas distinciones, la carrera del general Montoya tiene sombras muy oscuras.

El expediente más abultado contra el general –con miles de folios– es por los llamados falsos positivos. Pero aún antes de que se presentara esa especie de cáncer que se desarrolló sistemáticamente en el Ejército bajo la batuta de Montoya, ya otros prontuarios lo salpicaban. Su nombre aparece en los expedientes por la masacre de la comunidad de paz de San José de Apartadó ocurrida en febrero de 2005, cuando Montoya era comandante de la Primera División y viajó a la Brigada XVII, con sede en Carepa, a coordinar una serie de operaciones contra el frente 5 de las Farc, despliegue que terminó en el crimen de seis menores de edad y cinco campesinos.

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Otra sombra que oscurece la trayectoria del general es la Operación Orión, ejecutada en la comuna 13 de Medellín en 2002. Se trató de una envestida urbana sin precedentes para golpear las milicias guerrilleras que controlaban esa zona en donde se perpetraban todo tipo de crímenes. Luego de dos días de fuegocruzado y tras varias semanas de ‘pacificación’, cuando la humareda del combate se apaciguó, la Personería de Medellín documentó denuncias por innumerables capturas arbitrarias y detenciones selectivas de habitantes que nunca volvieron a aparecer. Así mismo, Montoya está enredado en la falsa desmovilización del frente Cacique Gaitana, caso por el cual el ex comisionado de paz Luis Carlos Restrepo fue procesado y que lo llevó al exilio. Restrepo aseguró que Montoya fue el cerebro de tal farsa: “Yo no quería darle alto perfil al acto. El general Mario Montoya fue el que llevó a los periodistas. Lo único que a mí me tocaba era recibir el listado para verificar las identidades”.

Pese a todo, el lío mayúsculo del general Montoya son los falsos positivos. De hecho, ese escándalo acabó con su carrera hace diez años, y lo tiene en el radar de la Corte Penal Internacional. El informe ‘Muertes ilegítimamente presentadas como bajas en combates por agentes del Estado’, que la Fiscalía entregó esta semana a la JEP, da cuenta de 2.248 víctimas en casos ocurridos entre 1998 y 2014, “siendo el periodo con mayor victimización los años comprendidos entre 2006 y 2008 con el 59, 3 por ciento de los casos”. El pico señalado coincide exactamente con los años en que Montoya fue comandante del Ejército.

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En 2008, cuando estalló el escándalo y se hizo evidente la sistematicidad de tales crímenes, el presidente Uribe y el entonces ministro de Defensa Juan Manuel Santos, no tuvieron más opción que hacer una purga severa. Fueron descabezados 3 generales, 11 coroneles y 13 oficiales, algunos de ellos discípulos de Montoya. Ante esto, el general se vio obligado a presentar renuncia, y el presidente, a pesar de las críticas, lo nombró embajador en República Dominicana. Los procesos contra Montoya se han ido ensanchando por una década sin llegar a determinaciones de fondo. En 2016 la Fiscalía anunció que lo imputaría, pero la diligencia se embolató y nada ha ocurrido.

En este enlace puede seguir el desarrollo de la audiencia que se sigue en la JEP.

Afuera de la JEP, Montoya era esperado por decenas de víctimas para exigirle que diga la verdad sobre lo ocurrido en los casos de falsos positivos y vinculos con los paramilitares, de los que es señalado. Foto: León Darío Peláez / SEMANA