PERSONAJE

Gilberto Tobón Sanín, un analista incómodo

Gilberto Tobón Sanín, profesor pensionado de la Universidad Nacional en Medellín, se ha convertido en un fenómeno en la televisión local y en las redes sociales por sus descarnados comentarios sobre la realidad nacional. ¿Quién es y qué piensa de los candidatos presidenciales?

17 de febrero de 2018

Después de la entrevista en el programa Nos cogió la noche del canal paisa Cosmovisión, que se ha multiplicado por las redes, Gilberto Tobón Sanín se convirtió en una especie de celebridad. Ahora, en la calle lo buscan para pedirle consejos y fotos. Sus declaraciones sobre el funcionamiento del Estado, una clase magistral de ciencia política colombiana, reflejan la indignación del país. Cuando le preguntan qué se puede hacer o cuál es el futuro, responde con humor negro: “Vaya acuéstese como todos los días y no se vaya a suicidar”.

En un país donde la academia ha permanecido alejada del análisis político y solo se ha encargado de hacer aproximaciones cándidas a los problemas, este profesor paisa se ha convertido en un faro, gracias a una mezcla de intelectual y analista político y con una forma de hablar simple y coloquial.

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Tobón Sanín, abogado de la Universidad de Antioquia, tiene dos posgrados en Ciencia Política y estudios de doctorado en Filosofía. Trabajó como docente en la especialización y en la carrera de Ciencia Política de la Nacional en Medellín. Ha escrito 11 libros sobre teoría política, teoría del derecho y política colombiana, entre los que se destacan Estado, política y economía en Colombia, que en este momento actualiza para publicarlo en las próximas semanas.

Aunque conoce al dedillo el mundo político, las estructuras y los resabios del poder, nunca hizo política. Solo en los años setenta, cuando era un universitario, se interesó por los movimientos juveniles, pero era más bien un compañero al que acudían los tirapiedra. Él les explicaba El capital, El Leviatán, el Manifiesto comunista…, pero nunca se sintió tentado por el poder. Le pareció mejor estudiarlo que ponerlo en práctica.

La experiencia hizo que esta frase, que dio en el programa, se volviera uno de los videos más compartido por WhatsApp: “El país está diseñado para robar, ¿por quiénes? Por los legisladores y el presidente. (…) Entonces usted llega y monta una bandola y se monta de gobernador, de alcalde, de ministro y listo: vamos a robarnos el presupuesto. Se lo roba, y ¡robe bastante!, para que tenga suficiente dinero para pagar fiscales y jueces que lo manden para la casa (…) El Estado es un patrimonio, un botín, que hay que capturarlo. El capitalismo colombiano es un capitalismo pirata”.

Sabe que su diagnóstico es certero y propio de una sociedad en decadencia porque, en sus palabras, la política colombiana no cambia porque la alimenta la propia sociedad, donde sobrevive el más fuerte, donde se celebra llegar a la meta, pero no se condenan los métodos para alcanzarla. Y esgrime un ejemplo: en la serie de televisión El patrón del mal, sus guionistas querían enterrar la imagen de héroe que se granjeó Pablo Escobar entre muchos, pero lograron el resultado opuesto: la celebración, la exaltación del mafioso.

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“Una ley sociológica nos rige desde La Guajira hasta Leticia, se llama la anomia, una ley desarrollada por el sociólogo francés Émile Durkheim. Quiere decir que no hay reglas, estamos en el peor de los mundos posibles. Vea le pongo un ejemplo: un tipo está haciendo fila para subirse a un bus y está de primero. Llega un malandrín de tenis y pantaloneta y se le mete y el que va de primero le reclama, pues el malandrín lo bravea y saca una puñaleta y lo mata delante de todo el mundo y no pasa nada. Esa es la anomia. Eso es una estructura mental, un imaginario colectivo. Aquí la gente anda al rebusque, y eso es buscar el papayazo”.

Lo que más asombro ha causado en los paisas, sus primeros oyentes, es que pinta un panorama del país totalmente oscuro: que llegue quien llegue al Congreso, la situación no cambiará y lo mismo pasará en el caso de las presidenciales. En lo íntimo el profesor se ríe socarronamente; advierte que así se ha vivido siempre en Colombia y, sobre todo desde los años setenta y el auge del narcotráfico, en la estela de una economía criminal y mafiosa; todos han seguido viviendo con tranquilidad. “Es ahora que se asustan, a las puertas de unas elecciones”.

Su éxito, además de decir la verdad, está en su humor negro, en las palabras sin maquillaje, que, según sus estudiantes de ciencias políticas, mantienen el estilo de siempre. Su mirada de niño inquisidor, la risa de quien sabe las respuestas antes de preguntar. Tobón Sanín hace un llamado para jaquear las elecciones: vota en blanco, el voto de los indignados. Hace un resumen de los candidatos y se decanta porque su mejor opción es ninguno.

“Fajardo es el puro neutro y el propio narciso, pero es el candidato del Sindicato Antioqueño. Puede ganar si la polarización crece, si no se desinfla antes, pero póngalo en un conflicto con Venezuela, donde hay que tener los pantalones muy bien puestos, pero ni siquiera tiene correa. Acuérdense que en Medellín hubo paz porque hubo ‘Donbernabilidad’. ¿Quién es Vargas Lleras? Un turbayista por adopción: tiene controlado el clientelismo del país, que es el que paga las votaciones y no sale en las encuestas: el día de la quema se verá el humo, como dicen los campesinos”.

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“A la coalición entre Uribe y Pastrana la veo atrapada: a Duque le faltan dos hervores y si Marta Lucía gana la consulta, van a fracasar, porque este país es machista. Además, cuando esa señora coge el micrófono, no lo suelta. Y Petro son las orejas del lobo que ya se asoman y la oligarquía colombiana está con un ataque de nervios. Veo difícil que quede: la derecha es demasiado organizada y hacen el sacrificio que sea para que no llegue”. Además, Petro “es peligrosísimo, donde dure seis meses más en la Alcaldía de Bogotá acaba la ciudad. ¿Cómo serán cuatro años con Colombia?”.

Aunque algunos han tratado de encasillarlo en corrientes políticas, Tobón Sanín asegura que no le interesa ninguna: la derecha ha demostrado lo destructiva que ha sido en aras de la producción a ultranza, y los casos de la Unión Soviética, Cuba, Corea del Norte y Venezuela testimonian que el socialismo no es sostenible: “Putin es un mafioso con bombas atómicas y Maduro un saqueador aliado con el narcotráfico”.

La figura del profesor, que a muchos les molesta e incomoda, le ha dado algo de oxígeno, humor negro y más pesimismo a la política colombiana. Sin embargo, sus posturas alientan el debate de las ideas, que tanta falta le hacen al país y a la campaña electoral. Un llamado, como dice él, para que muchos más se sumen al debate y no a la descalificación.