POLÍTICA
"Es triste que tengamos a un presidente joven que gobierna para el viejo país"
El gobernador de Nariño, Camilo Romero, le pidió al presidente Iván Duque que "gobierne con G mayúscula", al término de una reunión en Palacio. Considera que el mandatario no entiende que debe dialogar para resolver el paro y no solo invitar a una "rendición de cuentas." Entrevista con SEMANA.
SEMANA: ¿Cómo transcurrió la reunión con el presidente Duque para que usted le dijera que debe gobernar con G mayúscula?
Camilo Romero: El presidente está convocando a los distintos sectores a Palacio, entre esos a los gobernadores, la mayoría de ellos aliados con el presidente Duque, varios hicieron recomendaciones respetuosas. En mi caso, también con respeto pero con contundencia, le expresé mis preocupaciones. El diálogo no es para ir a escuchar una rendición de cuentas, para que le digan que la democracia consiste en que se vota cada cuatro años y se pone en práctica un plan de desarrollo que se construye de acuerdo a la visión política del gobernante y listo. Esa es la democracia del pasado. Hace 25 años era normal votar y tener que aguantar cuatro años para poder cambiar de presidente. El nuevo momento tiene una ciudadanía que exige nuevos gobiernos, que respeten las demandas ciudadanas.
SEMANA: ¿Por qué dice que el presidente no ha aprendido a dialogar?
C. R.: Veo al presidente muy apegado a una cartilla de gobierno, sin comprender en realidad de lo que significa gobernar este país con su complejidad. Hago referencia a dos ejemplos anteriores, que parece no sirvieron como experiencia: los estudiantes y la minga indígena. En el caso del paro estudiantil se podía dialogar con los estudiantes de una vez, marcar una agenda y no dejar pasar tanto tiempo, pero se dilató y terminó de todas formas resolviendo el asunto. Con la minga fue lo mismo, en ese entonces le pregunté: ‘¿Presidente, después de cuántos muertos va a tener un diálogo social efectivo?‘. Yo lo que necesito como gobernante es resolver, no quedarme en la teoría del Estado. Él piensa que se trata de arrodillar las instituciones a unos cuantos que han bloqueado la vía, y así nos dejó en Nariño 30 días bloqueados para terminar dialogando con ellos, lo mismo que pudo haber hecho desde el primer día.
Los tiempos del presidente no están acorde con los que requieren este tipo de situaciones. No lo hizo bien con los estudiantes ni con los indígenas y ahora vuelve y juega. Pero ahora hay un elemento más complicado. Además de dilatar convoca a unas charlas, pero no a un diálogo. Son cosas muy distintas. En el diálogo estás dispuesto a escuchar y rectificar, en vez de eso lo que ha hecho el presidente, en invitaciones como las que hizo a los gobernadores, es pedir que se acompañe a la institucionalidad, que se rodee al gobierno.
SEMANA: ¿Usted en la reunión le dijo estas cosas al presidente? ¿Él qué le contestó?
C. R.: Sí existió algo fue un contrapunteo entre el presidente y yo. Yo empiezo mi intervención diciendo: ‘Presidente a mí me toca enaltecer la democracia, y eso no es venir aquí simplemente, agachar la cabeza y decir que lo respaldo y qué hay que hacer‘. No, es una lectura crítica del momento y del Gobierno. Le dije al presidente: ‘Hay que gobernar con G mayúscula‘, parodiando por supuesto su ‘p‘ de Colombia. El presidente dice que no quiere generar ese tipo de debates, que la democracia es una, pero termina caricaturizando al decir: ‘no, pues entonces ahora se acabó la democracia y las elecciones y en cambio nos gobiernan las marchas‘. De nuestra parte hemos llevado esa voz, y queremos que se convoque a los protagonistas, qué se hace convocando a los mismos de siempre, los gobernadores, la institucionalidad, a los nuevos gobernantes -que tienen la legitimidad de anteayer, por decirlo así-, pero lo que está en juego es que la institucionalidad salga a defender la democracia.
SEMANA: Los líderes del Comité Nacional del Paro se levantaron de la mesa porque Duque les sugirió que en la siguiente sesión se citaran a los gremios, ¿cree que se están equivocando en la metodología que están aplicando para el diálogo?
C. R.: Están equivocados es en la idea. Lo que sucedió el 21 y 23 de noviembre con la expresión contundente y espontánea de miles de personas no es la convocatoria de los sectores tradicionales de las marchas. Eso también debe entenderse. No fue una convocatoria del primero de mayo. Salieron a marchar los médicos, las amas de casa. Esta vez ha pasado algo distinto en Colombia. No se entiende el momento, no se logra dialogar con quienes son y menos con la prepotencia del poder, que lo que indica es que ‘yo doy una rendición de cuentas, qué pena la democracia es así, nos eligieron más de 10 millones de personas, se aguantan y esperan a que después puedan tener otra posibilidad de un cambio del país‘.
SEMANA: Hay una dificultad en el diálogo nacional, el Comité Nacional del Paro representa a una parte de los protestantes, no a todos, ¿cómo hacer para poder concretar esa inconformidad?
C. R.: Hay que conversar con quienes desde la institucionalidad han convocado. Pero también hay que convocar a los estudiantes, la comunidad indígena, a las negritudes, los campesinos, a la ciudadanía. Hay algo clave: la juventud, la nueva ciudadanía. Buscan una alternativa distinta, han logrado tener una expresión importante en este país. Al rededor de la juventud deberíamos juntarnos todos. Pueden decir que con tantos actores se vuelve inviable el diálogo, pero el momento por el que atraviesa el país lo exige.
SEMANA: El presidente consideró desde la convocatoria que la marcha estaba politizada, ¿qué le diría al respecto?
C. R.: Nosotros lo que creemos es que hay que comprender el momento, creer que esto simplemente es un movimiento atribuirble a líderes de oposición y partidos políticos es absolutamente desfasado. Me parece un irrespeto con la ciudadanía que de manera espontánea se ha manifestado con contundencia y pacifismo. He visto cómo se dieron los cacerolazos, la expresión espontánea de la ciudadanía en cada barrio de Bogotá, fui testigo de la manifestación de más de seis cuadras un sábado en la noche en la calle 134, al norte de la ciudad. ¿Me van a decir que eso es organizado por una conspiración internacional, un líder de oposición? Me preocupa que justamente esa lectura nos va a dar resultados que no corresponden a los que necesitamos. Los hechos violentos hay que rechazarlos de principio a fin, no caben en democracia, no representan el querer de los colombianos. No podemos permitir un muerto más, ni Dilan ni Brandon ni ningún joven que quiera cambiar este país puede perder la vida.
SEMANA: El Centro Democrático, en cabeza del expresidente Álvaro Uribe, considera que están intentando deslegitimar al Gobierno y quieren derrocarlo...
C. R.: Yo los entiendo porque ellos pertenecen a una casta política tradicional, no pueden entender el momento. Piensan en la política vieja. Ahora, por ejemplo, un líder ambientalista que hace 20 años no tenía ninguna posibilidad de salir elegido hoy lo es. Es una nueva ciudadanía con nuevas causas en defensa de la vida. A mí me parece. Pero ya los colombianos no se dejan meter los dedos a la boca, para que nos digan que esto tiene que ver con conspiraciones internacionales
SEMANA: El presidente en estos 15 meses ha recorrido el territorio con sus Talleres Construyendo País, ¿por qué esto no basta?
C. R.: Es que eso es como la llegada del poder a las regiones que allá atiendan al presidente, pero muy pocas veces se da un diálogo sincero y efectivo. Muy pocas veces se encuentra con gobernantes, como nosotros, que le dicen lo que tenían que decirle. La democracia no puede seguir siendo tener la corbata bien puesta, el formalismo, cuando hay tantas necesidades. El presidente hace su esfuerzo de llegar a las regiones, pero yo le puedo decir que al departamento de Nariño no le cumplió lo que se planteó en el Taller Construyendo País. ¿Dónde está la respuesta a nuestra propuesta de 100.000 millones de pesos para la sustitución de cultivos?
SEMANA: Así como hay voces críticas como la suya, hay quienes apoyan al presidente con su metodología. El secretario de Estado de Estados Unidos, Michael Pompeo, felicitó al presidente Duque por el diálogo nacional que inició. ¿Qué piensa al respecto?
C. R.: Es la diferencia de criterios, de cómo se cree que ser aliados políticos significa necesariamente aislarse de una realidad, lo que está pasando en Colombia no se puede menospreciar. Es difícil que no exista una concepción de jefe de Estado, quien desde que asume representa a todo el país, no solo a un partido político, para eso que se quede en el Senado. Usted lo escucha en las alocuciones invitando a no generar odio, que es lo que debe hacer, y luego termina echándole la culpa a un líder político y dice que todo eso que la sociedad ha hecho es obra de un solo político.
SEMANA: ¿Cómo controlar la violencia en las protestas?
C. R.: Es un reto que tenemos como sociedad. Con el primer cacerolazo el 21 de noviembre fue para responder rechazando la violencia, los vándalos son pocos, ese no puede ser el titular de la noticia ni lo importante de esta manifestación. La responsabilidad está de los dos lados. La Fuerza Pública tiene que estar apegada irrestrictamente a los derechos humanos. Hay que respetar a nuestra Fuerza Pública, pero el respeto se gana, no se impone. En Nariño hemos solicitado que no saquemos al Esmad a la calle, está acuartelado, que no se presenten provocaciones.
SEMANA: ¿Está de acuerdo con el desmonte del Esmad?
C. R.: Yo sí creo que hay que replantear, porque lo que ha ocurrido con la muerte de Dilian, y anteriores muertes, es un campanazo de alerta muy grande, más cuando existen las evidencias para creer que se usan armas no convencionales. Insisto a que estamos llamados a actuar con respeto a la institucionalidad y nuestros ciudadanos.