PROCESO DE PAZ
Gobierno y ELN prendieron los motores de la paz en Quito
Para que la discusión no asfixie la búsqueda de la salida negociada, con dos meses simultáneas empieza el espinoso recorrido en busca de la "paz completa".
Todo lo que se haga por la paz es rentable, si se equipara con las heridas que nos ha dejado la guerra. Con menos entusiasmo y más pragmatismo este martes el país le abrió la puerta a una salida negociada para el conflicto armado con el ELN.
Después de cuatro años de ires y venires con las FARC, el país encara una nueva etapa de diálogo en busca de la "paz completa". A las afueras de Quito, acompañados de los países garantes -Ecuador, Brasil, Chile, Cuba, Noruega y Venezuela- y 150 invitados, el jefe del equipo negociador del Gobierno, Juan Camilo Restrepo y de la guerrilla, Pablo Beltrán, se dieron el apretón de manos que formalizó el inicio de la fase pública del proceso de paz.
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"La Mesa se instala en Ecuador", dijo el representante de Quito, Juan Meriguet, al inaugurar las conversaciones que se desarrollarán a puerta cerrada en la hacienda jesuita Cashapamba, según fuentes de la cancillería ecuatoriana, donde se celebrarán la primera y la última ronda de negociaciones. El resto se prevé en las otras naciones.
Durante el acto, el vocero de la guerrilla le pidió al Gobierno que asumiera su cuota de "responsabilidad" de la violencia. Juan Camilo Restrepo, que habló el doble de tiempo, les sugirió que desistieran del secuestro. Una práctica "injustificable" que le quita credibilidad al proceso. "Todos esperan prontamente este anuncio", dijo el vocero del Gobierno.
El proceso de paz con el ELN "se anuncia difícil" y diferente al que se desarrolló con las FARC, dijo el politólogo Frédéric Massé. "EL ELN tiene reivindicaciones un poco más fundamentalistas que las FARC (...), quiere cambios mucho más profundos", dijo este profesor de la Universidad Externado. "No se presenta como un representante del pueblo, sino como un mediador. Para la guerrilla, es la sociedad la que debe negociar", agregó.
Destrabar la mesa no fue nada fácil y la Iglesia católica jugó un papel clave. Muestra de ello es que la propuesta de monseñor Darío de Jesús Monsalve de crear una comisión que construya un acuerdo -en el marco del DIH- que ponga a andar los diálogos con esa guerrilla haya calado.
"Menores en las filas insurgentes, el secuestro y el desminado humanitario" son algunos de los temas que se abordarán en la mesa paralela, que según Pablo Beltrán, además de idear propuestas conjuntas para desescalar el conflicto busca encarrilar la negociación hacia un pronto cese al fuego bilateral y definitivo.
"Asistimos a estas conversaciones con la convicción que debemos cambiar lo que haya que cambiar con tal que se abran las puertas a una democratización del país que brinde a Colombia una vida digna", dijo Pablo Beltrán al tiempo que abrió la posibilidad de aprender de las lecciones que dejó La Habana.
Aunque el Restrepo reconoció que este proceso "merece un tratamiento único y particular" como muchas veces lo ha pedido el ELN como respuesta a los insistentes mensajes de que se unan a lo que se pactó con las FARC, el jefe negociador del Gobierno advirtió que "deben tener la madurez para incorporar de ese acuerdo lo que convenga necesario". Por eso dijo, que en los puntos que se requiera se tenderá un puente para trabajar sincronizadamente.
El tema no es una sorpresa si se tiene en cuanta que altos funcionarios como Frank Pearl, congresistas como Roy Barreras y el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo vienen siguiendo de cerca esta negociación.
"Quiero creer que en esta oportunidad el ELN sí tiene la decisión de abandonar la violencia. Por nuestros hijos ojalá sea así", tuiteó el ministro Cristo cuyo padre fue asesinado por el ELN en 1997.
La mesa debía haberse instalado en octubre, pero se retrasó por la exigencia de Santos de que fuera liberado un excongresista Odín Sánchez, y de la guerrilla de que el gobierno indultara a dos rebeldes presos y nombrara facilitadores de paz a otros dos.
La entrega este lunes del militar Fredy Moreno Mahecha reforzó la confianza en el proceso en la víspera de la instalación de la Mesa.
Ninguna de las partes la tiene fácil. La metodología que acompañará la negociación no promete mucha eficacia. Ya el arranque demostró que el camino está lleno de espinas que en cualquier momento pueden aparecer y desestabilizar todo.
A ese panorama se le suma la interinidad de las mesas, el ambiguo lenguaje que da forma al acuerdo, el interés de esa guerrilla por discutir inamovibles como el modelo económico y la dinámica con la que comenzará la discusión donde se "hablará mucho" y se "pactará poco".