DIÁLOGOS

Gobierno y el No: otro proceso de paz que llega a su final

Este jueves, Gobierno, el uribismo y los demás voceros del No redactarán un documento que será puesto a consideración de los negociadores de las FARC. Será la última reunión.

2 de noviembre de 2016
En las reuniones entre los delegados del gobierno y del Centro Democrático ha habido cordialidad y buenas formas, pero en los temas de fondo hay diferencias profundas.

Nueve reuniones en cuatro semanas, más de 80 horas frente a frente, intensas jornadas de trabajo en medio del más absoluto hermetismo, calificadas, casi siempre, con la optimista combinación de tres palabras: “constructivas, productivas y respetuosas”. Pero en ninguna de ellas, ni los negociadores del Gobierno ni los voceros del No en el plebiscito mencionaron haber llegado a un acuerdo.

El diálogo nacional por un nuevo acuerdo de paz tiene sus horas contadas. Ya no hay tiempo de observaciones ni de propuestas. Lo que fue, fue, como dirían en la calle. No habrá tiempo para prolongar las discusiones. Este jueves, en el Ministerio del Interior, será la última vez que los del No y el Gobierno se sienten en la misma mesa. Una comisión de asesores de uno y otro lado redactarán un documento con los ajustes planteados al acuerdo para la terminación del conflicto con las FARC firmado el 26 de septiembre en Cartagena. En la tarde, el jefe negociador, Humberto de la Calle, junto al comisionado de paz, Sergio Jaramillo, y los demás negociadores viajarán a La Habana para acordar una nueva redacción con los negociadores de la guerrilla. La hora de un nuevo acuerdo, el que estaba clamando buena parte de la sociedad, está al caer.

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Antes de que se conozca el contenido del documento que llevará el Gobierno a La Habana, hay quienes son optimistas de los resultados que se alcancen. Los tres voceros del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo, Iván Duque; así como Marta Lucía Ramírez y Camilo Gómez, quien representa al expresidente Andrés Pastrana, han sido los abanderados del optimismo. Ellos han coincidido en lo “productivo” de las conversaciones, aunque nunca han mencionado resultados concretos en cada una de las sesiones de discusión que se han desarrollado desde el plebiscito del pasado 2 de octubre.

Puede que se trate de declaraciones para la galería porque, según las palabras del exprocurador Alejandro Ordóñez, las cuatro semanas de conversaciones no han avanzado hacia ningún lugar.

El miércoles en la mañana, cuando ingresó al edificio La Giralda, sede del Ministerio del Interior, el exprocurador fue lapidario y hasta sarcástico: “Aquí no hemos avanzado, no sé si en el transcurso de esta mañana habrán avanzado, pero no hemos avanzado en los aspectos esenciales, en los aspectos problemáticos, en materia de impunidad, justicia transicional, elegibilidad, reparación, y en materia de víctimas. Aquí no hemos avanzado”.

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Quizá no sean las palabras que el país esté esperando, pero lo cierto es que en cuatro semanas sin noticias positivas, en la calle la gente pocas expectativas tiene del diálogo entre el Gobierno y los voceros del No.

Un diálogo que comenzó el 5 de octubre, día en que el senador y expresidente Álvaro Uribe atravesó una maraña de periodistas para entrar en la Casa de Nariño. Allí, por primera vez en seis años, se reunió con el presidente Juan Manuel Santos, con muchos testigos de lado y lado. Fueron más de cinco horas en las que sólo se trazaron las líneas generales en las que se enmarcaría el diálogo para construir un nuevo acuerdo de paz.

Aunque eran muchos los representantes del No, desde pastores de iglesias cristianas, víctimas de las FARC, Pastrana, Ramírez y Ordóñez, Uribe y el Centro Democrático eran los principales protagonistas de este proceso de paz entre la clase política.

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Y es que en la segunda semana de reuniones, el Gobierno exigió a los sectores del No presentar sus propuestas. Las últimas en llegar fueron las del uribismo. Prometieron entregarlas el lunes 10 de octubre, llevaron un documento de lineamientos pero no propuestas concretas. Estas aparecieron dos días después, el 12, día en que marcharon los indígenas, las víctimas y los estudiantes por las calles del centro de Bogotá.

Mientras Humberto de la Calle se reunía con Uribe y sus voceros, la imagen del presidente Juan Manuel Santos se convirtió en habitual a las 7:00 p. m. en las pantallas de los colombianos, después del Minuto de Dios y antes de los noticieros. Siete fueron sus alocuciones tras el plebiscito. En una mencionó la fecha del 31 de octubre como el término del cese del fuego decretado por el Gobierno, lo que se interpretó como una fecha para presionar al uribismo. Luego daba parte de sus reuniones particulares con los pastores cristianos, con representantes de las víctimas de las FARC. Mencionaba la forma como por todo el país se había “engañado” a los colombianos para votar No en el plebiscito. Y en una de ellas, dijo haber recibido 445 propuestas para modificar el acuerdo, pero calificó algunas de “imposibles”.

La tercera semana los negociadores del Gobierno viajaron a La Habana y allí las compartieron con los voceros de las FARC. Fueron días en los que Uribe parecía quedarse solo, pues Marta Lucía Ramírez, Ordóñez y Camilo Gómez firmaron una carta para exigir un observador en La Habana.

Pero en la cuarta semana, todos los voceros del No, Uribe incluido, se dejaban retratar juntos y cohesionados. De la Calle y Jaramillo, tras cinco días en La Habana, regresaron al país y el sábado pasado dieron inicio a la última fase de diálogos con el No. Hasta las 8:00 p. m. trabajaron con una metodología más efectiva. Uno a uno fueron estudiando los seis capítulos del acuerdo de paz con las FARC. Y los agotaron en las reuniones del lunes y martes, que se extendieron por casi nueve horas. El miércoles se agotaron los puntos del acuerdo, con el pacto de redactar el documento que les será llevado a los jefes de las FARC.

Mientras eso sucedía de puertas para adentro del Ministerio del Interior, el presidente Santos de gira en el Reino Unido. Allí confesó al diario The Observer que aunque aspiraba a que Uribe y el Centro Democrático se subieran al tren de la paz, no se iba a detener si estos no querían hacerlo. Uribe reaccionó diciendo que no lo verán en una pelea de aruñetazos con el presidente Santos, y en cambio seguiría trabajando por un nuevo acuerdo.

La expectativa no es menor. El limbo, la incertidumbre política que generó el plebiscito, un mes después, está próximo a resolverse. La inquietud que hay en el país es si el nuevo acuerdo de paz incluirá a Uribe. Esa respuesta vendrá después del fin de semana, de La Habana.