POLÍTICA
"A Fajardo hay que preguntarle si quiere separarse del proyecto Uribe": Petro
En entrevista con SEMANA, el senador habló de las elecciones de 2019 y 2022, de su reconcialición con Jorge Robledo y de la carta que Iván Márquez le dirigió al Congreso. Aseguró que el presidente Iván Duque representa "lo más cavernario de la política colombiana".
SEMANA: Estamos a un año de las elecciones locales, ¿cuáles son sus planes?
Gustavo Petro: Después de la gran asamblea nacional de Colombia Humana, que congregó a más de 6.000 personas en la plaza de Bolívar, proponemos configurar un nuevo sujeto político de carácter plural, un movimiento que sea capaz de aglutinar diversos partidos, movimientos sociales que converjan en un ideario común. Un aglutinamiento serio, no solamente para determinada elección, si no que le pueda presentar a los colombianos la construcción de una alternativa de poder integral: para el poder local en 2019 y el poder nacional en 2022. Hay unos sectores que pretenden solo una coalición como las que normalmente se hacen, pero nosotros queremos un proyecto que no solo actúe en elecciones y que sea capaz de movilizar ciudadanías en las calles en toda Colombia.
SEMANA: ¿Cómo lo piensa hacer?
G.P.: Se necesita construir un frente y esa es la convocatoria que la asamblea nacional de Colombia Humana ordenó hacer a sus representantes Ángela María Robledo y Gustavo Petro. Las ciudadanías libres no están metidas en un movimiento político, por eso son libres. Lo que los movimientos que queremos aglutinar deben hacer es tratar de convocar precisamente a esas ciudadanías libres, tratar de coincidir con sus nuevas sensibilidades que ya los partidos políticos no logran captar. Eso ha sido parte del éxito que hemos tenido, nosotros lo hemos logrado hacer parcialmente.
SEMANA: Hace poco habló de hacer consultas interpartidistas para 2019 y 2022, ¿cómo se harían?
G.P.: Unificar diversos movimientos en el campo electoral se logra con la consulta interpartidista, por eso hemos propuesto que en todos los municipios de Colombia donde haya diversas candidaturas de la misma expresión, se tramiten en una sola candidatura. La vía, las consultas interpartidistas. Lo mismo se haría en las elecciones presidenciales. Todo esto depende del tipo de reforma política que apruebe el Congreso, pero con las actuales normas esa es nuestra propuesta.
SEMANA: ¿Qué partidos, personas o movimientos ve en esas consultas interpartidistas?
G.P.: Todos los defensores de la política de la vida. No solo partidos políticos, también movimientos sociales que cada vez serán más fuertes. No solamente en Colombia, también queremos un espacio de integración mundial en el que nos unan propósitos, por ejemplo la lucha por el cambio climático, la paz. ¿A quiénes convocamos? Indudablemente hay unos partidos con representación en el Congreso que están hablando de lo mismo, el Polo, el Verde, la Unión Patriótica, Mais, los movimientos indígenas, los afros. Hay muchísimos más. Pienso que las centrales obreras deben discutir participar en un frente, también el movimiento ambientalista, el animalista, el feminista, las juventudes diversas, el campesinado, los que la sociedad y el Estado han excluido, caso de la comunidad LGBTI.
SEMANA: ¿Invitaría a los disidentes del Partido Liberal?
G.P.: Dentro de lo que llamaríamos partidos tradicionales han surgido disidencias en la campaña electoral, producto en cierta forma de mi candidatura y de la decisión de los jerarcas de su partido de apoyar a Duque, entonces con ellos estamos hablando. Están las disidencias liberales, del Partido de la U, Cambio Radical y del Partido Conservador. Con todos ellos hemos tenido conversaciones y las puertas están abiertas.
SEMANA: Pero por ejemplo, Juan Manuel Galán hablando del Nuevo Liberalismo dijo que él no quería aliarse con usted porque le parecía populista y de extrema izquierda. ¿Qué piensa?
G. P.: Yo hablé con Juan Manuel Galán y está invitado porque nosotros no tenemos ese tipo de sectarismo. Si no reivindico la palabra izquierda, mucho menos la extrema izquierda. Reivindico la extrema vida. En la experiencia en mi vida parlamentaria, al lado de él, nunca vi un tema que nos separara tajantemente.
SEMANA: Al interior de su movimiento hay varios precandidatos para la Alcaldía de Bogotá: Hollman Morris, Jorge Rojas, Ángela María Robledo, Susana Muhamad... ¿cómo va eso?
G.P.: La propuesta de un frente amplio no se puede hacer alrededor de mi candidatura, en este momento no soy candidato presidencial ni a nada, tengo liderazgo y quiero aportarlo. Quiero que quede explícito de antemano que en una posible campaña presidencial se use el mismo mecanismo que para seleccionar candidaturas locales: la consulta interpartidista.
SEMANA: Recientemente la exsenadora Claudia López lo invitó a que se sentara a dialogar con Sergio Fajardo, ¿qué le parece la propuesta?
G.P.: Ni Fajardo ni yo somos candidatos en este momento. Pero sí me gustaría. Yo he hablado personalmente con Fajardo varias veces, mucho antes de la campaña presidencial. Mi invitación siempre fue la misma: coincidir en una consulta, pero él siempre la rechazó y creo que se equivocó. Con las cifras es más fácil hablar ahora. Creo que si él hubiera aceptado una consulta antes de la primera vuelta la hubiera ganado y sería el presidente de Colombia. Pero el sectarismo, ese afán que algunos sectores políticos y sociales de Colombia tienen de no juntarse con fuerzas alternativas reales, le hizo perder la presidencia. Eso es lo que hay que aclarar en cualquier conversación. Estoy dispuesto y lo invito si queremos cambiar realmente a Colombia, no hacerle un cambio de barniz, sino cambiar en un sentido que es la democracia, la vida, la paz, la justicia social que es una palabra que en el fondo produce las separaciones políticas. Cuando uno habla de democracia tiene que hablar necesariamente de justicia social, es decir hablar del cambio de modelo de salud, del educativo, del régimen de tierras, de lo contrario, ¿de dónde sale la justicia social y de dónde saldría la verdadera democracia?
"Su actitud política en la segunda vuelta ayudó a Duque, es más, yo creo que Duque le debe la presidencia a Fajardo".
SEMANA: Ustedes no son candidatos pero son líderes de fuerzas que han convocado millones de votos. ¿Quién podría mediar para que puedan unirse?
G.P.: No hay que mediar, las personas hablan directamente. Yo lo he hecho con Fajardo directamente, también con su hijo. Los dos estuvieron en mi oficina dos veces y obviamente conversábamos en los debates. La postura de Fajardo siempre fue la misma: cerrarse. Yo lo entiendo, porque surge de Antioquia, donde es difícil la política sin Uribe y además juntarse con una persona como Petro -diferenciado claramente de Uribe-. Eso viene rompiéndose porque yo obtuve medio millón de votos en Antioquia y la consulta anticorrupción obtuvo 1.200.000 votos allá. Así que ese unanimismo se acabó, Hay una ruptura que empieza a nacer en la sociedad antioqueña. Hay mucho más juego para que surjan fuerzas antioqueñas progresistas, como alguna vez lo fue el general Rafael Uribe Uribe, quien nació en el sur de Antioquia. Creo que Fajardo tendría más libertad ahora, pero ¿quiere separarse realmente del proyecto que encarna a Uribe? Esa es su decisión. Su jefe programático está en el gobierno de Duque. Su actitud política en la segunda vuelta ayudó a Duque. Es más, yo creo que Duque le debe la presidencia a Fajardo. Eso es lo que hay que hablar. Yo voy por otro camino. Si me toca apoyar otra candidatura presidencial para el año 2022 y no la mía, quisiera que fuera una que realmente nos dé la confianza de una transformación democrática en Colombia y no un simple cambio, porque para eso hubiera apoyado a Duque que aparentaba ser de cambio y obviamente yo sabía que no era así. Duque representa lo más cavernario de la política colombiana.
SEMANA: ¿Le parece que Fajardo sería una opción real de cambio en este momento?
G.P.: Si no aterriza sus ideas, no. Está muy impregnado todavía de ideas que provienen de una mentalidad neoliberal.
SEMANA: ¿Cómo le ha ido con el senador Jorge Robledo, con quien está intentando limar asperezas?
G.P.: También lo invité a mi casa y hablamos. Yo quería saldar un poco cierta campaña hirsuta que hay en su contra por su posición del voto en blanco. Eso ya queda en la historia y es irreparable. Hay circunstancias que nunca se olvidan realmente en la política: ¿por qué la izquierda no apoyó a Gaitán en 1948? Ya todos los de esa época murieron, pero aun hoy los libros escriben alrededor de ese tipo de circunstancias, de la falta de comprensión de un momento histórico determinado. Eso sirve de experiencia. Ya lo que sucedió la campaña pasada es un gran dato histórico. Por primera vez el progresismo colombiano hubiera podido ganar la presidencia en siglos, entonces eso significa que habrá mucha literatura y estudios analizando el hecho y las conductas que sus protagonistas tuvieron en el momento. Eso no significa que entonces hay que mantener una pelea en términos personales. A mí me parece que el Polo Democrático -que es un partido que yo fundé- debe ser un eje fundamental de la confluencia democrática en Colombia. Es el partido que más seriedad y celeridad debería demostrar al lado nuestro, porque este frente democrático sería una manera de construir otra política de paz sin el gobierno, el cual viene destruyendo la paz en Colombia de forma peligrosa.
SEMANA: ¿A qué se refiere con que el gobierno viene destruyendo la paz?
G.P.: La violencia está adquiriendo niveles de barbarie. Yo anuncié en la campaña presidencial que hay un nuevo actor que no es reconocido. Lo dijo al final Santos después de las elecciones y algunos analistas vienen mencionando el tema: los carteles mexicanos de la droga que no son las disidencias de las Farc. Esos carteles están comprando expolicías, exmilitares, exguerrilleros, exparamilitares, constituyendo organismos armados mucho más bárbaros, porque ya no obedecen a lógicas nacionales ni locales sino a una estrategia multinacional ajena. Por ejemplo, en el gobierno Santos se planteó el sometimiento a la justicia del cartel del Golfo. El fiscal se opuso y al final no hubo nada. Y este gobierno de Duque ha silenciado el tema en este mes y medio que lleva de mandato.
SEMANA: Se ha conocido que a integrantes de la Colombia Humana los han venido amenazando, ¿qué tan grave es la situación?
G.P.: Las amenazas son por miles. Apenas se acabaron las elecciones, un organismo "x" decidió amenazar a toda la militancia de la Colombia Humana. El movimiento creció tanto que ni siquiera yo sé los nombres de personas que me ayudaron en primera línea en muchas regiones, pero ese organismo sí las conoce y logra llegarles a sus casas con amenazas. Lo que no logramos tener como movimiento lo tiene ese organismo "x". Uno pregunta quién será ese organismo "x", sabemos que se llaman águilas negras, pero eso no existe. La verdad no creo que sea ninguna disidencia guerrillera, porque ninguna tiene la fortaleza de saber dónde están los militantes de Colombia Humana en todo el país ni sus nombres, los cuales ni Petro sabe. No es el narcotráfico, no es la guerrilla, no es la disidencia, está dentro del Estado.
SEMANA: ¿Está denunciando otro paraestado?
G.P.: Siempre ha existido. El DAS era una cosa clandestina que terminaba matando gente por montones, como (Carlos) Pizarro por ejemplo, (Luis Carlos) Galán y recientemente todo el tema de chuzadas en el gobierno de Uribe. En la Brigada de Institutos Militares que después la llamaron la Brigada 20, que se acabó, eran aparatos dentro del Estado haciendo otro tipo de política siniestra. Todos estos tipos de organismos dentro del Estado que terminan al servicio de la delincuencia son mucho más poderosos que los delincuentes que están por fuera del Estado.
SEMANA: ¿Entonces a quién le pueden pedir ustedes protección si no es al Estado?
G. P.: A un gobierno capaz, pero no lo tenemos. La salida de la violencia es primero no dejarse dominar de susto, no para paralizarse. Y segundo, echar para adelante, porque si somos capaces de que esos 8 millones o más se vuelvan poder local pues comenzamos a construir los espacios de la paz.
SEMANA: ¿Las amenazas han frenado el crecimiento de la Colombia Humana?
G.P.: Yo no lo siento. Si pasó de 8 millones a 11 de la consulta -ojo, yo no me estoy apropiando de los votos de la consulta-, sino que ahí estaban los 8 millones de la Colombia Humana. Eso se ve con mucha claridad en la votación de la costa Caribe, porque casi que los votos que hubo allá son exclusivos de la Colombia Humana. Pero en muchas otras regiones creció, ¿y eso qué significa? Más gente, más fuerzas diferentes a nosotros buscando caminos comunes. Si eso se mantiene en el poder local se pueden abrir espacios de paz muy grandes.
SEMANA: Ya que hablaba del proceso de paz, ¿por qué el presidente Duque no habla ni de proceso de paz ni de posconflicto?
G.P.: La sociedad colombiana debe saber con claridad que el gobierno está matando la paz por la vía colombiana, que no es la de hacerle frente sino dejarla marchitar. Eso lo saben premeditadamente. Saben que miles de combatientes de las Farc van a retornar a las armas bajo otros actores armados ya no políticos. Saben que el proceso del ELN ya se cerró. Quisieran elevar conflictos, saben que el narcotráfico se ha empoderado en Colombia mucho más que antes y que ya no es colombiano, pero no actúan porque en medio de esa situación de violencia es que adquieren los apoyos populares.
SEMANA: ¿Qué piensa de la carta de Iván Márquez y el Paisa?
G.P.: Yo le mandé una carta a Iván Márquez antes. No quiero entrar en una discusión de un proceso al cual no fuimos invitados ni por Santos ni por las Farc, pero yo siempre hablé de la paz chiquita y de la paz grande, y que a Santos le había faltado la audacia para hacer la paz grande, que es la que puede impedir el retorno a la guerra, y se quedaron en la paz chiquita: la discusión técnica y jurídica. Pero en la paz grande -la discusión política y el pacto social de cómo la sociedad colombiana logra justicia social- la protagonista no es la guerrilla, es la sociedad. Eso nunca se discutió, yo lo planteé en la campaña electoral como el verdadero camino. Ahora estamos viendo cómo se agota la paz chiquita y ahí están las consecuencias. Ese era el tenor de mi carta a Iván Marquéz. Es decir, el hecho de que Iván Márquez no corra el riesgo de aceptar las consecuencias de lo que él mismo firmó y no vaya al Congreso, a la JEP, le da la excusa de la extrema derecha de matar combatientes de las Farc, que es lo que viene bajo el título y por supuesto la campaña mediática se ha desatado de que las Farc juegan con armas y sin armas. Es más, ya quisieran que Iván Márquez fuera a la frontera para tener la excusa de la guerra con Venezuela y armar un solo paquete. Eso es lo que está buscando la extrema derecha colombiana que está en el gobierno -no todo el gobierno de Duque es de extrema derecha porque no caigo en ese error-. Iván Márquez le está dando la gasolina que necesita y hay momentos en la vida de una persona en los que hay que arriesgar y sufrir las consecuencias de los propios actos. El señor Iván Márquez debe saber, como alguna vez lo entendió Carlos Pizarro cuando vino a Bogotá aún con boleta de captura para hacer la paz, que hay momentos en que la vida de uno no es lo más importante y que hay que asumir el riesgo porque el objetivo más importante es el que está en riesgo: la paz de toda la sociedad colombiana incluida la sobrevivencia física de sus propios compañeros.
SEMANA: ¿Si usted estuviera en el lugar de Márquez lo haría?
G.P.: Claro, lo hicimos en otra época y otras circunstancias, pero sirve de referente. El acuerdo de paz del M-19 y el Estado lo hundió el Congreso en 1989 cuando estábamos en Santo Domingo. Y claro hubiéramos podido tener la decisión fácil de volver a la guerra, pero la decisión de Carlos Pizarro fue ir a Bogotá desde las montañas solo y desarmado. Y le tocó al Estado -por la fuerza misma de la paz- expedir un decreto de estado de sitio para que no lo capturaran y allí se reunió con él y de allí surgió la Asamblea Nacional Constituyente en un papel que se firmó y al rato lo mataron. Pizarro puso su vida. Era el gran comandante de M-19, tenía armas, experiencia y mucha gente detrás, pero él solo lo hizo. Al final lo mataron, pero salvó la paz.
SEMANA: ¿Qué ha pasado con la rectificación de la tutela que ganó Uribe?
G.P.: No he tenido noticias hasta ahora, hice lo que yo supongo era lo que tenía que hacer: rectificar, que significa llevar a la exactitud las palabras.