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El presidente Gustavo Petro: de la oposición al poder, de criticar a gobernar, de las calles a Palacio, de la euforia a la sensatez, ¿qué está en juego?
Gustavo Petro se posesionó como presidente de Colombia en una ceremonia cargada de símbolos. La espada de Bolívar fue protagonista. ¿Para dónde va el país?
En una ceremonia inédita, ante unas 40.000 personas que llenaron la plaza de Bolívar, Gustavo Francisco Petro Urrego se posesionó ayer como nuevo presidente de los colombianos. El acto estuvo marcado por varios símbolos, entre ellos la famosa espada de Simón Bolívar, que reposa en una urna de cristal en la Casa de Nariño. Dicha pieza histórica había quedado en medio de una puja en los últimos días entre Petro y el presidente saliente, Iván Duque, quien se había opuesto a que fuera exhibida públicamente por razones de seguridad. Pero, una vez fue investido como presidente, y con la banda terciada, el nuevo mandatario dio su primera orden para la sorpresa de muchos. “Como presidente de Colombia, le solicito a la Casa Militar traer la espada de Bolívar”, dijo, en tono perentorio.
Cuando nadie se lo esperaba, el presidente del Congreso, Roy Barreras, anunció un inédito receso de diez minutos, que se convirtió en media hora, tiempo que tardó la llegada de la espada de Bolívar, que realmente es un sable, a la plaza, bajo estrictas medidas de seguridad. Varios soldados vistieron trajes alusivos a la Independencia y la custodiaron.
“Llegar aquí junto a esta espada, para mí, es toda una vida, una existencia. Quiero que nunca más esté enterrada, quiero que nunca más esté retenida; que solo se envaine, como dijo su propietario, el Libertador, cuando haya justicia en este país”, aseguró el presidente.
“La espada de Bolívar es del pueblo colombiano y solo se envainará hasta que haya justicia en Colombia. Así que a lo que aspiro en estos años es que esa espada quede expuesta, como antes, a la mirada pública; aspiro a que las ejecutorias de mi Gobierno puedan llevar, en un futuro próximo, a la posibilidad de envainar la espada, ojalá la última arma que se esgrima en la nación”, agregó Petro. En medio de su discurso, al mandatario se le oyó decir: “¡Oficiales de Bolívar, descansen!”.
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La banda presidencial le fue impuesta a Petro por María José Pizarro, hija del asesinado excomandante del M-19 Carlos Pizarro. Segundos después, entre lágrimas, la senadora del Pacto Histórico le dio un fuerte abrazo a quien desde ayer dirige los destinos de la nación. Ella llevaba una chaqueta de color rojo y en la espalda tenía impresa una imagen de su padre con el mensaje: “Que la lucha por la paz no nos cueste la vida”.
Tanto la espada como el emotivo papel de la hija de Pizarro en la ceremonia fueron los dos símbolos más poderosos que reflejaron el pasado y las luchas en la vida política de Petro, un exmilitante del M-19 que firmó la paz en los años noventa y alcanzó la máxima dignidad del Estado.
Ya en su discurso, Petro no entró en detalles sobre las ambiciosas y controvertidas reformas que se radicarán en el Congreso a partir de este lunes, como la tributaria. “Los impuestos no serán confiscatorios, simplemente serán justos en un país que debe reconocer como aberración la enorme desigualdad social en la que vivimos”, anunció el presidente.
Uno de los principales reparos frente a dicha reforma es que pueda golpear el aparato productivo y a la clase media. No obstante, el presidente dijo: “El llevar una parte de la riqueza de las personas que más tienen y más ganan para abrirle las puertas de la educación a toda la niñez y la juventud no debe ser mirado como un castigo o un sacrificio.
Es simplemente el pago solidario que alguien afortunado hace a una sociedad que le permite y le garantiza la fortuna”.
El mandatario, además de la tributaria, anunció que en su Gobierno habrá reformas a la salud, a las pensiones, al contrato laboral y a la educación. Solo las esbozó y dejó abiertos interrogantes sobre lo que propondrá en los próximos cuatro años.
Petro hizo un fuerte énfasis en su propuesta de “paz total”. “Convocamos a todos los armados a dejar las armas en las nebulosas del pasado y a aceptar beneficios jurídicos a cambio de la paz”, señaló. Asimismo, se mostró dispuesto a escuchar y hablar con todos los colombianos, a defender una “seguridad humana”, luchar contra la corrupción, proteger el medioambiente, cumplir y hacer cumplir la Constitución y unir a Colombia.
De igual manera, Petro habló de una América Latina unida y le hizo una propuesta al mundo: “Le propongo a la humanidad cambiar deuda externa por gastos internos para salvar y recuperar nuestras selvas, bosques y humedales. Disminuyan la deuda externa y gastaremos el excedente en salvar la vida humana”. El mandatario anunció un acercamiento con el mundo árabe como una manera de revitalizar la economía y los negocios.
Petro, en el acto de posesión, se mostró conmovido con unas imágenes del reconocido fotógrafo Mauricio Vélez sobre el conflicto y la crisis social en Colombia, tomadas en los últimos 25 años. Los retratos fueron expuestos acompañados del réquiem de Mozart. Llamó la atención que en las imágenes apareció la bandera del M-19 y hasta una fotografía en la que aparecían Tirofijo y el Mono Jojoy.
Al terminar el acto protocolario, Petro salió tomado de la mano de su esposa, Verónica Alcocer, y acompañado de sus hijos y nietas. A las afueras de la Casa de Nariño le rindieron los honores militares respectivos. Este tal vez fue uno de los momentos más trascendentales de la posesión presidencial. Contrario a los rumores, las Fuerzas Armadas en pleno se alinearon con Petro, marcharon con él y lo recibieron como su comandante supremo, tal como lo ordena la Constitución. La cúpula que acompañó al expresidente Iván Duque estuvo junto a Petro. Atrás quedaron los “ruidos de sable” infundados y hasta las falsas teorías de un supuesto golpe de Estado.
Petro y su familia fueron recibidos en las puertas de la Casa de Nariño por Duque y su esposa. Hubo un saludo cordial, frío y muy rápido. Al tiempo que Duque con su comitiva abandonaban el palacio presidencial, Petro ingresaba sonriente. Allí fue recibido por los empleados de la casa presidencial, a quienes saludó, uno a uno, de mano. Tras un breve recorrido por la sede de Gobierno, posesionó a buena parte de su gabinete.
“Nosotros no podemos fallar, este es el Gobierno del cambio, el cambio es de verdad, no es retórico, no es discurso, no es de maquillaje. ¿Un cambio hacia dónde? Hacia democracia, más democracia y más democracia”, dijo Petro. “La situación actual es insostenible”, les advirtió a sus nuevos ministros.
Tal como lo pidió el nuevo presidente, no hubo ni alfombra roja ni el tradicional besamanos. Por el contrario, los invitados internacionales ingresaron por la puerta principal de la Casa de Nariño, por donde ingresa cualquier ciudadano.
Entre los invitados no solamente estuvo el rey Felipe VI de España. También estuvieron presentes los presidentes de Chile, Gabriel Boric; de Argentina, Alberto Fernández, y de Ecuador, Guillermo Lasso, entre otros. Asimismo, estuvo Samantha Power, máxima cabeza de Usaid, enviada por el presidente Joe Biden. Ayer, tres expresidentes colombianos acompañaron a Petro: Ernesto Samper, quien se vio feliz en todo momento; César Gaviria y Juan Manuel Santos. Andrés Pastrana y Álvaro Uribe no asistieron. Durante toda la posesión, los miles de asistentes se encargaron de ‘alimentar’ las pausas gritando “¡Sí se pudo, sí se pudo!” y “¡Petro, Petro, Petro!”.
El nuevo Gobierno apenas empieza. Hasta ahora ha vivido una verdadera luna de miel desde que ganó las elecciones. Le tocará sortear con los partidos políticos, a los cuales necesita para sacar adelante sus reformas. Pero dichas colectividades no saben hacer política sin mermelada, y el presidente Petro ya se mostró dispuesto a negociar. Parece que no quiere reeducarlos. Aunque su bancada del Pacto Histórico es poderosa en el Congreso, sin los partidos tradicionales sabe que no hará absolutamente nada en el Senado y la Cámara.
El primer pulso que se avecina será el próximo 18 de agosto, con la elección del contralor. ¿Será que Petro logra imponer a su candidato, Carlos Hernán Rodríguez Becerra, y desmontar la candidatura de María Fernanda Rangel, quien había obtenido de forma pública y prematura el apoyo de los liberales, conservadores, La U y Cambio Radical?
Para Petro, dicha elección se convirtió en un punto de honor y en una prueba de fuego para saber si puede contar o no con la voluntad de los partidos que, en principio, conforman la coalición de Gobierno. En las últimas horas, trascendió que la moneda transaccional habrían sido tres ministerios.
En esta legislatura, el presidente necesitará sacar adelante una reforma tributaria dura y su anunciada reforma agraria. Se trata de dos retos inmensos que, sin lugar a dudas, generarán más de una controversia. En este semestre, Petro va a saber realmente lo que es ser presidente y lidiar con los intereses de los políticos, los gremios, la opinión pública, los expertos, entre otros, que se pueden convertir en un palo en la rueda para sus propósitos.
En la búsqueda de la “paz total”, con el cese unilateral de hostilidades anunciado por el Clan del Golfo, se esperan pronto noticias sobre los diálogos que se iniciarán con el ELN y con las disidencias de las Farc. Petro deberá pasar del discurso a los hechos y allí también descubrirá lo difícil que es negociar con delincuentes y manejar a la opinión pública.
La “paz total” tiene que ir de la mano con sus políticas para luchar contra el narcotráfico, y que son completamente distintas a lo que Colombia ha visto en las últimas décadas: el presidente habló en su discurso de acabar la guerra contra la droga y transformarla en prevención, bajo un nuevo enfoque. Esto partiendo de su visión de acabar con el negocio no por medio de las armas y de imponer un manejo más blando en materia de consumo, lejos de la penalización.
En este punto, Petro no podrá dar pasos en falso y, en todo momento, su destino estará ligado a Estados Unidos. ¿Cuál será la posición real de la Casa Blanca cuando llegue el momento de las decisiones definitivas en esta materia? Y más cuando pronto entrará en furor la campaña presidencial en ese país, y en un escenario en el que Biden está debilitado y los republicanos ganan espacio con posiciones de línea dura en la lucha contra el narcotráfico.
Este domingo, el sol y el buen clima acompañaron la posesión de Petro, lejos de aquel 7 de agosto de 2018, cuando la lluvia y el viento se convirtieron en el presagio de los tiempos difíciles que tuvo que enfrentar Iván Duque. Si a Petro le va bien, a Colombia y a todos los ciudadanos les irá bien. Todo dependerá de la responsabilidad, la sensatez y la cordura del presidente. Petro deberá cuidar la democracia y las instituciones, y como lo prometió al recibir el mandato, deberá defender y respetar, por encima de todo, la Constitución. Los colombianos lo eligieron para que haga un cambio. Evidentemente, tiene que ser para mejorar y no convertirse en un salto al vacío que ponga en peligro la estabilidad de todo un país.