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Gustavo Petro puso una ofrenda a los soldados y marinos fallecidos en el memorial en su honor en Pearl Harbor en Hawái
En total, 2.403 estadounidenses murieron y 1.282 más resultaron heridos.
El presidente Gustavo Petro, quien se encuentra en su retorno a Colombia luego de su visita a China, señaló a través de su cuenta de X, que rindió un sentido homenaje a los solados caídos en Pearl Harbor, Hawái.
El mandatario indicó que ha puesto una ofrenda “a los miles de soldados y marinos que cayeron muertos en el memorial en su honor en Pearl Harbor en Hawái, en mi escala hacia Colombia”.
Además, agregó que “Fueron luchadores de la libertad al comienzo de una negra noche de barbarie que se desencadenaba. Ojalá esta noche no vuelva al mundo”.
He puesto una ofrenda a los miles de soldados y marinos que cayeron muertos en el memorial en su honor en Pearl Harbor en Hawai, en mi escala hacia Colombia.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) October 27, 2023
Fueron luchadores de la libertad al comienzo de una negra noche de barbarie que se desencadenaba.
Ojala esta noche no… pic.twitter.com/hRonvKWAM7
El día que Hawái ardió
El estruendo de cientos de aviones caza sorprendió a miles de soldados y oficiales que amanecieron en la isla de Oahu, Hawái. Las aeronaves habían aparecido en los radares, pero los vigías estadounidenses no concebían que pudiera tratarse de un ataque. Después de todo, Japón estaba a 6.500 kilómetros y, hasta ese día, nadie había agredido a Estados Unidos en su territorio. Pero en la mañana del 7 de diciembre de 1941, antes de las 8 a. m., un enjambre de aeronaves cubrió el cielo azul.
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Pronto los asombrados madrugadores salieron de sus dudas: no se trataba de un escuadrón amigo, sino de aviones con el sol naciente en sus alas que comenzaron a soltar sus bombas en una orgía de muerte y destrucción. Pearl Harbor, el centro de operaciones de la Armada estadounidense en el océano Pacífico desde mayo de 1940, era objeto de un ataque inesperado, sin que mediara, como exige el derecho internacional, una declaración de guerra.
La lluvia de fuego cesó dos horas después con un saldo funesto. La operación consistió en dos oleadas aéreas, la primera, de 183 aviones y la segunda, de 167, mientras varios submarinos atacaban con torpedos. En total, murieron 2.403 estadounidenses y 1.282 más quedaron heridos.
De la flota aérea norteamericana, 188 aeronaves quedaron fuera de combate y otras 159 gravemente dañadas. Todas estaban alineadas convenientemente para responder a un eventual ataque japonés que podría ocurrir en algún lugar del Pacífico sur, en Filipinas, Malasia, Singapur. Pero nunca en Hawái, por más que desde Tokio el embajador Joseph Grew hubiera escuchado -y descartado- rumores sobre esa posibilidad.
Estados Unidos, que había evitado involucrarse abiertamente en el conflicto, dejó atrás su manto de neutralidad y entró en la guerra para cambiarlo por completo.
Hasta el momento del ataque, los estadounidenses se mantenían imparciales de puertas para afuera, para cumplir las leyes de neutralidad votadas en el Congreso que, luego del efecto devastador de la Primera Guerra Mundial, pretendían minimizar las intervenciones en el extranjero.