ENTREVISTA

“Gustavo Petro tiene compromiso, ambición y constancia”: exministro español de Pedro Sánchez habla de los desafíos que vive la izquierda para gobernar

Uno de los hombres más cercanos al presidente español lleva 27 años visitando a Colombia. Conoció al M-19 en la Constituyente de 1991 y hoy analiza sus primeros meses en el poder.

18 de diciembre de 2022
Jose Luis Abalos Gustavo Petro
Jose Luis Ábalos y Gustavo Petro. | Foto: Getty Images / Juan Carlos Sierra

José Luis Ábalos era conocido como el alfil más fuerte del Palacio de la Moncloa. Fue el segundo al mando del Partido Socialista Obrero Español durante los primeros tres años del actual gobierno de Pedro Sánchez y uno de sus ministros estrella. Los medios lo describían como “el hombre para todo” del primer mandatario español. Su salida del Gobierno hace año y medio produjo una enorme polémica política en ese país y abrió a todo tipo de conjeturas. Actualmente es diputado en las Cortes Generales representando a la provincia de Valencia y preside la Comisión de Interior del Congreso.

En su vista a Colombia, la semana pasada, habló extensamente con SEMANA. Contó cómo comenzó su historia con América Latina, y especialmente con Colombia, cómo ve la llegada y los primeros meses de Gustavo Petro en el poder y relató cuáles han sido los desafíos y los tropiezos que ha visto en la izquierda en el poder. Habló de su vida en la Moncloa, de la pandemia, de la crisis de representación en España y de cómo se siente ahora fuera del Poder Ejecutivo de su país.

También contó detalles de lo que ha sido su vida fuera del cargo que le dio un inmenso poder, pero que también lo puso en el eje de múltiples controversias. Y de cómo ve la vida en este momento: “He procurado tener una reserva personal que te permita también vivir la vida, disfrutar la vida. Creo que uno tiene que vivir también y los demás te tienen que permitir eso”, dijo.

SEMANA: ¿Cómo comienza su vínculo con América Latina?

José Luis Ábalos (J. L. A.): Yo tenía unos 28 años, estaba en la Generalitat Valenciana y se puso en marcha el primer programa de cooperación internacional y me lo dieron a mí. Entonces, de pronto, me vi estableciendo un programa de cooperación. Empecé en Nicaragua. Allí había un centro muy famoso de niños huérfanos a los que ayudamos. Con eso quiero decir que no entré por nada político ni ideológico, sino a través del tema de menores en Nicaragua.

SEMANA: ¿Y a Colombia?

J. L. A.: Colombia tenía un convenio con la Unión Europea, un programa de fomento del municipalismo. En este momento, me sedujo el proceso constituyente que vivía el país, el fenómeno de la Alianza Democrática del M-19 en la Constituyente. Eso me sedujo, una fuerza minoritaria pequeña y de la lucha armada. Sin embargo, generó una expectativa que le hizo ser los más votados en la Constituyente. Ellos habían contactado conmigo en Madrid y me enganché. Era una fuerza muy joven, universitarios y curiosamente no ortodoxos.

SEMANA: ¿Cómo así no ortodoxos?

J. L. A.: Tengo una anécdota para explicarlo. Invité a Darío Villamizar a Valencia en España a dar una conferencia. Lógicamente, el público que asistió era mucho de los comités de solidaridad con Centroamérica, muy izquierdistas todos. Y entonces, uno le preguntó si podía aclarar dónde se situaría en las ideologías de Europa. Villamizar dijo, pues hombre, nosotros estaríamos en la socialdemocracia. La que preguntó se ofendió y le dijo que él no era revolucionario. Sin embargo, ellos no entendían algo fundamental, que ellos recurrían a otras vías porque se les habían cerrado espacios.

SEMANA: Y entonces así se volvió cercano a este movimiento...

J. L. A.: Sí. En este momento de mi vida yo le apostaba mucho al municipalismo. Yo creo que allí están los pies o las raíces de los proyectos políticos. Yo sé que en Colombia la gran apuesta siempre es la Presidencia, pero yo creo que un proyecto solo se puede construir desde abajo y si no se construye de abajo tiene que al menos enraizar allí. Esa fue mi apuesta, la verdad es que no triunfé mucho. Hay más tendencia hacia los movimientos políticos que a los partidos. Yo creo es en los partidos, porque creo que son una institución más del Estado y que el fortalecimiento de los mismos, pues permite fortalecer la institucionalidad. Yo creo más en los partidos que en las personas, sé que en América Latina son muy criticados.

SEMANA: ¿A qué se dedicó en tantos años trabajando con Colombia?

J. L. A.: Estuve 27 años trabajando en cooperación española a Colombia. Ayudamos desde a hacer escuelas hasta fortalecimiento institucional. Pero luego asumí la Secretaría de Organización del Partido Socialista y luego me nombraron ministro y dejé de venir tan regularmente como lo hice por años, hasta 2017. Ahora vengo con regularidad, más de paseo, porque este país me encanta.

SEMANA: Debe ser para usted muy especial llegar a este país justo en este momento en que por primera vez un exguerrillero, miembro del M-19, llega a la Presidencia. ¿Cómo ha visto este giro?

J. L. A.: Sí, en lo personal fue gratificante sentir que he colaborado en un proceso político con protagonistas que ahora están con una dimensión importante. 32 años después hay un presidente que en aquel momento estaba vinculado a la Alianza Democrática. Ni en ese momento, ni en años después, lo habría pensado. Recuerdo mucho a personajes del M-19 como Antonio Navarro. Muchos años después, en 2019, me dieron la orden ‘Carlos Pizarro’ que para mí tiene un valor sentimental muy grande. Me dijeron que era el único español que la tenía hasta aquel momento.

Jose Luis Abalos
MADRID, SPAIN - SEPTEMBER 02: The acting minister of Development, José Luis Ábalos, is seen giving a press conference after the Federal Executive Committee of PSOE on September 02, 2019 in Madrid, Spain. (Photo by Óscar J.Barroso/Europa Press via Getty Images) | Foto: Europa Press via Getty Images

SEMANA: En estas tres décadas usted ha sido un espectador excepcional de la historia del país. ¿Cómo explica que el ascenso de Gustavo Petro fuera posible?

J. L. A.: Lo que ocurre en Colombia debe explicarse en el contexto de toda América Latina. Como externo, lo primero que te das cuentas cuando vienes al continente es que se vive una desigualdad tremenda. Y esa desigualdad llegó a admitirse con naturalidad, incluso como parte de la forma de vivir. Ese reto, en la medida que ha estado permanente siempre y que es la causa de las grandes crisis y enfrentamientos en América Latina, en algún momento tenía que atenderse. El grado de madurez de desarrollo de las sociedades en América Latina han permitido apuestas alternativas, ahora el desafío lo tienen estas formaciones: dar respuesta a tantas demandas acumuladas, a tantas expectativas. Este solo es enorme, pero se van a encontrar con otro más importante y es la hostilidad de todos aquellos que les beneficiaba el sistema en el que estaban establecidos y que entienden que esto es una amenaza.

SEMANA: ¿Cómo es esa hostilidad?

J. L. A.: En España se sigue dando después de 40 años de democracia y acostumbrados, digamos, a una cierta alternancia entre básicamente el Partido Popular y el Partido Socialista y, sin embargo, cada vez que llega el PSOE se siente y se siguen planteando inquietudes de legitimidad.

SEMANA: Colombia llegó muy tarde a tener un gobierno de izquierda en comparación de muchos otros países de América Latina. ¿Por qué cree que eso sucedió hasta ahora?

J. L. A.: Por el propio sistema de poder del país y porque Colombia ha tenido sucesivas clases de violencia que no han tenido otros países y también por la posición geo-estratégica clave, por su ubicación y las políticas que ha seguido que llegaron al delirio en la administración anterior.

SEMANA: ¿En qué sentido?

J. L. A.: En el sentido de tratar de ejercer una posición muy combativa respecto a los países vecinos, de erigirse como el guardián de determinados valores.

SEMANA: ¿Cómo ha visto la apertura del Gobierno Petro a restablecer las relaciones con Venezuela?

J. L. A.: España tiene problemas de vecindad, como todos, pero con los vecinos todo el mundo sabe que hay que entenderse, aunque no te guste. Si tenemos un vecino incómodo o molesto, lo peor es llevarse mal, no te queda más que irte de la comunidad. Los vínculos históricos con Venezuela no tendría por qué referirlos, pero además, la presencia poblacional de un país y del otro en ambos territorios es enorme y eso obliga a que sea por las propias personas a tener buenas relaciones de vecindad. Cuando comencé a venir a América Latina era al revés, había muchos colombianos desplazados de Venezuela. Creo que el gobierno se ha planteado esto de manera pragmática y no ideológica, y debe ser así.

SEMANA: ¿Qué cree que tiene en su personalidad Gustavo Petro para haber llegado a la Presidencia?

J. L. A.: Es curioso porque hemos llevado procesos de coincidencia, pero no tengo ninguna relación personal con él. Siempre lo he escuchado y siempre ha sido una referencia, pero me puedo aventurar a decir que compromiso, ambición y constancia. Esto es lo que exige el liderazgo, creo que constancia y permanencia ha tenido siempre en la vida política. Ha tenido momentos muy duros. En algunos momentos se le tachó de maligno. Llegó a la alcaldía y acreditó una gestión. Pero tiene la constancia y la ambición que debe tener todo líder.

SEMANA: ¿Cuál es la hostilidad a la que se enfrenta un gobierno de izquierda como el de Petro?

J. L. A.: Hay sectores, personas y entidades que tienen unos intereses que van a defender, frente a cualquier amenaza. Eso siempre ha sido así, la defensa de los intereses particulares. Los medios tienen un rol muy importante ahí. Yo lo he vivido en España y lamentablemente cuando hay esa hostilidad, no se refiere a un debate político que es necesario y a la crítica política que es más que necesaria democracia. Lo hemos vivido en España y en América Latina.

SEMANA: Existe la impresión de que la izquierda es muy buena en la oposición y muy mala en la gestión. ¿La comparte?

J. L. A.: Bueno, tampoco es que le hayan dado mucho la oportunidad. En España lo hemos visto. Por ejemplo, siempre se ha querido proyectar la idea de que la izquierda es buena en política social y, en cambio, la derecha es buena en la gestión económica. No puede ser. Si la gestión económica es buena y no permite beneficios sociales, ¿de qué sirve?, pero si tú haces política social de verdad no la puedes hacer si no hay una gestión económica adecuada que te permita financiar esa política social, así que es un cuento… nosotros hemos tenido aquí dos experiencias muy recientes.

España Madrid Coronavirus Navidad
A man wearing a face mask to protect against the spread of coronavirus takes a selfie at Mayor square in downtown Madrid, Spain, Saturday, Dec. 12, 2020. The rate of Spain's coronavirus contagion has dropped to levels not seen since the end of August, when a resurgence began in earnest, but the country's top coronavirus expert says that the situation remains of "high risk" and that the curve of contagion needs to be flattened to avoid a third wave before vaccination begins. (AP Photo/Manu Fernandez) | Foto: AP

SEMANA: ¿Cuáles?

J. L. A.: La gestión de la crisis de 2008, esa gran crisis económica que afectó a todo el mundo. Y, por otro lado, la crisis de la pandemia que ha sido brutal. Se ha enfocado totalmente distinto, poniendo simplemente la preocupación de a quién quieres salvar. En el 2008 había que salvar al sistema financiero. El tema fue de traer recursos, no gastar.

Con la pandemia ha sido al revés. Generar todos los recursos posibles para que las empresas se mantuvieran, para que el puesto de trabajo se mantuviera. Ahora mismo se dan muchas críticas, pero tenemos control de la inflación. Se ha logrado a través del control del gasto de energía que decían que no se podía hacer y se ha podido hacer. Tenemos más trabajadores que nunca, más afiliados a la Seguridad Social que nunca bueno y tenemos un nivel de endeudamiento superior, pero justificado por todo el gasto que hemos hecho. El que heredamos es importante y digamos que no había justificación para ello. De manera que no es verdad, es un mito. Hay buenos y malos gestores. La izquierda no tiene una gran trayectoria, y, por lo tanto, debe ser capaz de demostrar que puede gestionar, pero no quiere decir que los demás hayan gestionado estupendamente porque si la situación social y política fuera tan buena, no habrían ganado estas otras opciones.

SEMANA: Hay gobiernos de izquierda que comienzan con propuestas muy radicales. En el caso de Colombia se ha visto en la reforma tributaria o en el tema del petróleo. ¿Se pueden dar pasos así de rápidos?

J. L. A.: No creo que sea radical el tema de una reforma fiscal. Si queremos realmente atender las necesidades de la gente y tener políticas de distribución, hace falta contribuciones. Cualquier política de redistribución que tenga que ver con la superación de la desigualdad tiene que ver con la política fiscal. Así ha sido siempre, pero en España también tenemos ese debate. Ahora ha habido una iniciativa, hacia las grandes fortunas y también hacia la banca y las eléctricas, y obviamente se han opuesto. Pero no es de buen recibo que en situaciones críticas haya personas que no tienen nada que comer y, sin embargo, haya empresas que tengan beneficios en ascenso. Entonces no se pueden aprovechar tanto de las coyunturas. Es que eso es lo que le corresponde a un gobierno. Yo puedo entender que una empresa privada sea poco sensible y que su fundamento y su pretensión sea generar el mayor beneficio posible, pero para eso tiene que estar el gobierno porque en teoría gobierna para todos. No me parece atrevido ni radical, esa es la gran tarea pendiente que tiene América Latina.

SEMANA: Pedro Sánchez también llegó en un momento de mucha turbulencia política en España.

J. L. A.: No. Él llegó en un contexto, no superado, de crisis de representación política que venía a España padeciendo a partir de la crisis económica; lógicamente, cuando hay una crisis económica con mucha gente que se queda al margen, uno se plantea también y, ¿qué hacen mis representantes?, ¿no? la democracia se quiebra cuando los ciudadanos no se sienten representados. Ahí es cuando además el populismo encuentra una vía de expresión.

SEMANA: ¿Y eso cómo surgió en España?

J. L. A.: Pues eso en España surgió con la consecuencia de que las dos grandes formaciones políticas que habían venido protagonizando la gobernabilidad, el Partido Popular, por parte de la derecha, o el PSOE en el ámbito de la izquierda, pues sufrieron un coste de representación importante. Entonces, en ese contexto las organizaciones mayoritarias necesitan ya de minorías para garantizar la gobernabilidad. En paralelo, el proyecto del Partido Popular se desgasta y colapsa, especialmente con un desafío territorial en Cataluña, una amenaza clara de separación de independentismo, que se delegó a la justicia, cuando era un problema político. Y esos problemas los tienen que ganar los políticos. A eso se sumó una verificación de temas de corrupción.

SEMANA: ¿Y eso a qué llevó?

J. L. A.: Todo eso fue el detonante de la moción de censura de Mariano Rajoy en 2018, que la derecha sigue pensando que es ilegítima, no entiendo por qué, como si esa figura estuviera de adorno en la Constitución. No han superado el trauma. De todas formas, ahí sigue, seguimos arrastrando esa crisis de representación, seguimos arrastrando algunos problemas. Para volver a su pregunta, la crispación tiene que ver un poco como siempre por negar la legitimidad. Parece que uno todavía está frente a quienes creen en las teorías del poder de origen divino.

SEMANA: Usted es uno de los hombres que conoce al hoy presidente Pedro Sánchez. ¿Qué rasgos ve en su personalidad para afrontar el Gobierno en un momento tan difícil?

J. L. A.: Muchos factores: mucha constancia, mucha dedicación, mucho tesón.

SEMANA: ¿Cuál ha sido el tema en que más ha sido constante?

J. L. A.: El gran desafío fue la pandemia. Buscar restablecer políticas sociales. En materia de libertades no se han aparcado ni se han dejado al margen, porque en ese contexto nosotros, por ejemplo, en plena pandemia, hemos aprobado la Ley de eutanasia. También hemos sacado el ingreso mínimo vital que se pensaba que era imposible y que no había como pagarlo, se aprobó en plena pandemia. Se protegió a los desempleados. Cuando menos recursos podía haber a lo mejor, fue cuando dimos más.

Jose Luis Abalos
MADRID, SPAIN - SEPTEMBER 02: The acting minister of Development, José Luis Ábalos, is seen giving a press conference after the Federal Executive Committee of PSOE on September 02, 2019 in Madrid, Spain. (Photo by Óscar J.Barroso/Europa Press via Getty Images) | Foto: Europa Press via Getty Images

SEMANA: ¿Y cómo se pudo hacer gobierno así?

J. L. A.: Tuvimos un gobierno de coalición por primera vez en esta democracia, el único antecedente que teníamos era de la Guerra Civil con participación de personas a la izquierda. Eso para muchos fue una provocación. Y a su vez, teníamos el desafío de evitar que el sistema se cayera en la pandemia. Por ejemplo, yo fui una de las cuatro autoridades que decretó el estado de alarma. En mi caso eran transportes e imagínate un ministerio promotor de la movilidad que de pronto tiene que parar la movilidad porque la movilidad movía el bicho… ¿Cómo paras un sistema sin que se te caiga? esa era la pregunta que yo tenía siempre. Porque tú le quitas una pieza y se te cae, entonces tienes que claro que hay que garantizar que no haya que no haya movilidad del virus, pero al mismo tiempo garantizar lo básico. Fue un contexto muy difícil. Y la derecha nunca cedió. Llamaron incluso al gobierno criminal. Todo vale y todo valía.

SEMANA: Todos los perfiles sobre usted cuentan de entrada que es hijo de un gran torero.

J. L. A.: Siempre creo que los recorridos en internet pueden ser lamentables (risas). También soy nieto de la Guardia Civil y eso a la derecha le pone… Entonces ser de izquierda y tener este pasado, les llama la atención. Porque la Guardia Civil es muy emblemática en España, un cuerpo policial fundado para el mundo rural con un papel fundamental en el estado centralizado. Entonces yo empecé en la clandestinidad con el partido comunista, tengo vínculos con América Latina y eso, me imagino, lo ven como una paradoja.

SEMANA: Usted se retiró del Gobierno hace un año y medio. ¿No extraña esa vida dentro del Gobierno? ¿Quiere volver?

J. L. A.: Hay veces que digo: de menuda me estoy librando, ¿no? Agradezco mucho no tener esa tensión, esa renuncia de la vida, porque además yo siempre he tenido un compromiso político y le he dedicado toda mi vida a esto. Pero he procurado tener una reserva personal que te permita también vivir la vida, disfrutar la vida… creo que uno tiene que vivir también y los demás te tienen que permitir eso. No tengo esa presión y por este lado lo valoro bien. Pero, por otro lado, nada es indiferente. Todo impacta. No estoy ajeno tampoco, presido una comisión del Congreso. Me he empeñado en dejar esto, pero la verdad es que no lo puedo dejar. Me he dedicado a encarar presiones personales, sin esa presión política.