Premio Regional
“Hagamos periodismo con vocación de servicio a la comunidad, no a los poderosos”: ganadora del Premio Orlando Sierra al coraje periodístico
Ana María Ferrer, periodista y exdirectora del diario El Pilón de Valledupar, obtuvo este reconocimiento en el 2016 por su valentía para seguir informando a pesar de las amenazas y el asesinato de algunos de sus colegas. En entrevista con SEMANA reflexiona sobre los nuevos desafíos de hacer buen periodismo desde las regiones.
Un año después de enterrar a su compañero de sala de redacción, Guzmán Quintero, Ana María Ferrer recibió amenazas del mismo grupo que lo había asesinado. A pesar del temor, no desfalleció. Todo lo contrario, tomó como una causa personal trabajar por la verdad y la comunidad cesarense.
Sin embargo, en el 2012 cuando nuevamente recibió amenazas presuntamente del grupo de Los Urabeños dejó la pluma por el temor incontrolable que sentía. Meses más tarde, María Teresa Ronderos le ayudó a recordar la valentía que la había caracterizado y Ferrer saltó nuevamente al ruedo, esta vez para escribir sobre víctimas, paramilitares y grupos guerrilleros.
SEMANA conversó con Ferrer sobre los retos del periodismo en las regiones de Colombia, a propósito del XIV Premio de Periodismo Regional SEMANA-Grupo Argos, cuyos ganadores se conocerán el próximo 25 de julio.
SEMANA: ¿Cuál ha sido su principal motivación para ejercer el periodismo?
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ANA MARÍA FERRER: Afortunadamente he podido hacer lo que siempre me imaginé que era el periodismo cuando estudiaba en la Universidad Autónoma del Caribe, en Barranquilla: decir la verdad, contar lo que otros no quieren que cuenten y darle voz a la gente que no la tiene. Hoy ya son más de 20 años desde que inicié en esta profesión en el periódico El Pilón de Valledupar, donde durante nueve años fui reportera, editora y jefe de redacción. Esa fue mi escuela, que luego me sirvió para trabajar con medios y proyectos periodísticos nacionales, para después llegar a ser directora del diario que me vio nacer como periodista.
SEMANA: ¿Cuál es su mensaje para los periodistas jóvenes y para quienes ejercen el periodismo desde las regiones?
A.M.F.: A los periodistas regionales los invito a que hagamos periodismo con vocación de servicio a la comunidad, no a los poderosos; a que creamos en que nuestro trabajo no es para hacer amigos, sino para ayudar a construir una mejor sociedad, a que nos arriesguemos a salir del confort en que nos hemos sumido para no molestar ni a los gobernantes ni a las empresas porque después no dan publicidad. El respeto se gana con trabajo serio y responsable, lo demás viene por añadidura. Y a los jóvenes, que tengan mística, vocación, que amen el periodismo y no lleguen a él como la última opción sino como un trabajo con mucha responsabilidad.
SEMANA: ¿Cómo ha enfrentado las dificultades de seguridad asociadas a esta profesión en el Cesar?
A.M.F.: No hay un manual que nos diga qué hacer para no causar molestia y no tener riesgos. En mi caso lo he ido aprendiendo durante mi ejercicio periodístico, aunque la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) siempre nos ha dicho cómo y qué hacer en momentos así. Creo hoy que la mejor manera de evitarlos es haciendo un buen trabajo: confrontar, confrontar y confrontar, sin convertirnos en periodistas de una sola fuente, ni en replicadores de boletines de prensa. Igualmente, no hacerles el mandado a sectores poderosos ni a grupos armados porque en ese momento nos convertimos en cómplices. El periodista no es juez ni fiscal, somos un vehículo para informar bien a la sociedad, que merece conocer lo que ocurre.
SEMANA: ¿Cuál es el principal obstáculo que tienen los periodistas regionales en Colombia y cómo vencerlo?
A.M.F.: El principal problema es económico. Por una parte, no hay tantas empresas periodísticas y las pocas que existen en las regiones no pagan bien o pagan por cupos de publicidad. Lo segundo es la repartición de la torta publicitaria, un alto porcentaje de periodistas depende de una pauta y si no se alaba o se reproducen los boletines de prensa de los mandatarios, gerentes, directores de instituciones o entidades los sacan de los planes de medios. Eso hace que el periodismo pierda rigor y credibilidad. Hasta ahora no hay una reglamentación que ayude a distribuir mejor la pauta, porque se sigue dando a dedo y a quien le provoque el que tiene la plata.
SEMANA: ¿Han cambiado las dinámicas del ejercicio del periodismo en el departamento por cuenta del Acuerdo de Paz?
A.M.F.: Hoy se puede hacer periodismo, no hay temas vetados, hay más tranquilidad para escribir y decir las cosas. En el Cesar tuvimos épocas en que desde las bases de los paramilitares y las guerrillas en la Serranía del Perijá y la Sierra Nevada nos dictaban comunicados, nos decían que no sacáramos fotos de las personas que mataban, que no tocáramos ciertos temas. Nos llegaban personas conocidas en la región a la sala de redacción a decirnos que mejor nos cuidáramos, que no publicáramos tal noticia. Eso era muy miedoso. Muchos de mis colegas fueron secuestrados, amenazados, desplazados y otros murieron, como el caso de Amparo Jiménez y Guzmán Quintero, nuestro jefe de redacción. Hoy hay otro tipo de dinámicas, de presiones. Por ejemplo, después de la firma del Acuerdo de Paz con las Farc se publican más historias de personas que vivieron el conflicto, de un lado y de otro, víctimas y victimarios, le hemos dado voz a mucha gente, hemos sido más incluyentes. Aun así nos señalaban como un periódico proguerrillero, pero simplemente contábamos la historia.
SEMANA: ¿Cómo vislumbra a futuro el periodismo en el César y en el resto de regiones del país?
A.M.F.: Soy periodista y siempre lo seré. Espero seguir haciendo periodismo bueno, sin presiones y con el apoyo de la comunidad. Creo que al Cesar le espera una nueva era en el periodismo, pues hay proyectos de otros medios y eso fortalece la información, tendremos una sociedad más informada, con todos los retos a los que nos enfrentamos (redes sociales, noticias falsas, polarización periodística). Los periodistas y los medios de comunicación tenemos una bonita oportunidad de ayudar a construir un mejor país diciendo la verdad, sin caer en el “tapen tapen”. Yo creo en que sí podemos hacerlo mejor.