Fabio Aristizábal, superintendente de Salud.
Fabio Aristizábal, superintendente de Salud. | Foto: CORTESÍA SUPERSALUD

Entrevista

Han identificado más de 70 modalidades de fraude al sistema de salud

Habla Fabio Aristizábal, superintendente de salud, y da detalles de los desafíos en el sistema.

10 de abril de 2022

La salud de los colombianos siempre ha despertado inquietudes y el manejo del sistema ha estado en el ojo del huracán. Escuchar a miles de pacientes quejándose porque algunos quieren convertir sus necesidades en un negocio genera indignación. Pero, ¿qué se está haciendo para depurar el sistema de quienes presentan malas prácticas? La Superintendencia de Salud, en cabeza de Fabio Aristizábal, es la encargada de vigilar el sector para proteger la vida y garantizarles a los colombianos una atención oportuna y eficiente. Aristizábal hace un recuento de 44 meses de gestión.

SEMANA: ¿Cuándo llegó al cargo?

F. A. : Yo inicié con el gobierno del presidente Iván Duque. Ya había sido designado, pero en propiedad creo que arranco el 13 de agosto del año 2018.

SEMANA: ¿En qué condiciones encontró el sistema de salud colombiano?

F. A.: Nos recorrimos todo Colombia —incluso hicimos unos foros por todo el territorio explicando cuál iba a ser la propuesta de gobierno, el plan de gobierno del presidente Iván Duque— con la participación prácticamente de todos los gremios, la academia, los aseguradores, prestadores, sociedades científicas, entidades de territorio. Entre todos armamos un plan de gobierno que tenía seis pilares fundamentales: el modelo de atención que íbamos a trabajar; el talento humano; la vigilancia y el control; la rectoría y gobernanza; el sistema de información, y la sostenibilidad financiera.

SEMANA: ¿Usted debió ser ministro, en lugar de Superintendente?

F. A.: Yo creo que el presidente en su inteligencia me designa como superintendente precisamente porque era la persona que él consideraba que podía venir a corregir los problemas del país. Le quiero confesar que inicialmente yo no acepté esa propuesta, pues conociendo mi temperamento le dije: “Presidente, yo me conozco”. Sin embargo, yo creo que puede más la vida la salud de los colombianos y hacer la tarea, que haberle rechazado esa propuesta. Entonces me pudo más ayudarle a mi país y por eso acepté la Superintendencia de Salud.

SEMANA: Seamos sinceros, ¿es una papa caliente que no todo el mundo quiere tener?

F. A.: Yo sabía que íbamos a encontrar muchos problemas. Ya los teníamos identificados y de hecho yo era un gran crítico de la Superintendencia Nacional de Salud porque no veía sus actuaciones, su firmeza. No la veía tomando decisiones. Ahora, cuando nosotros llegamos encontramos un déficit de patrimonio de solvencia cercano a los 8,5 billones de pesos. ¿Con qué más? Con 400 hospitales públicos con alto riesgo financiero, con una deuda histórica del Estado con la EPS porque el contrato de auditoría que maneja la Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud (Adres) estaba siniestrada. Nos encontramos que, de las 43 EPS, solamente 16 tenían el diploma de funcionamiento. Nos encontramos con una Superintendencia con limitada capacidad de reacción. Nosotros rechazábamos el 40% de las llamadas que le hacían a la Superintendencia y a eso súmele la informalidad, la evasión. Todo eso fue lo que encontramos, esa era la herencia.

SEMANA: Si las líneas de atención de la Superintendencia son claves para solucionar, ¿cómo así que no atendían las quejas?

F. A.: Así es, nosotros rechazábamos porque no teníamos la capacidad. Teníamos solamente cerca de 60 funcionarios en el frente contestando las llamadas. Hoy tenemos más de 383, inclusive ampliamos en las regiones. Ahora, han crecido las quejas porque están confiando más en la Superintendencia, porque tenemos más capacidad y porque realmente hoy operamos.

Me les acerqué a los colombianos, el gobierno anterior en sus diálogos con la comunidad hacía dos al año. Yo hice la semana pasada el diálogo número 75, llevo 75 diálogos por lo largo y ancho del territorio nacional.

SEMANA: ¿Cómo funcionan esos diálogos?

F. A.: Yo busco un teatro, no importa la región, voy a La Guajira, Leticia, Valle, Caquetá, Tunja, Antioquia. En ese teatro invitamos a los líderes de control social, a todos los usuarios que tengan alguna queja que no haya sido resuelta, pero también a los responsables de cerrar la queja. A esas reuniones van los directores o los representantes legales de las EPS, inmediatamente solucionamos el drama o esa angustia que tiene el ciudadano. Entonces se volvieron muy útiles porque no solamente resolvemos y escuchamos, sino que atendemos de manera inmediata a esos colombianos a los que no se les ha cumplido con algún tratamiento, con el medicamento, con la aprobación de la cirugía.

SEMANA: ¿Qué es lo que a usted más lo ha indignado de esas visitas?

F. A.: Tengo que confesar que nuestros adultos mayores y la niñez. Cuando a un niño no le hacen un diagnóstico oportuno. Tenemos una población especialmente protegida en Colombia y cuando encuentro un paciente adulto mayor con una enfermedad catastrófica, de alto costo, y no lo han atendido, o una mujer a la que no le han hecho el diagnóstico de un cáncer, de un tumor, me indigna.

Es increíble que la EPS no vea solamente la salud como un derecho fundamental, sino que juegue con las personas, esas son las cosas que a mí me indignan. A la vez, son las que más me animan para seguir en mi cargo. Cada vez que le salvamos la vida a alguien, cada vez que autorizamos un tratamiento, que entregan un medicamento, mi trabajo en la Superintendencia cobra sentido.

SEMANA: ¿Cuántas EPS ha intervenido durante su gestión?

F. A.: Desafortunadamente, el país debía tomar decisiones hace mucho tiempo con esta EPS. Muchas de ellas, acudiendo a un decreto que les permite en el tiempo enderezar el camino, corregir su situación financiera, asistencial, administrativa, se apoyaron y con esa excusa empezaron a no cumplirle al país. Nosotros llegamos y encontramos una represa de EPS que no le estaban cumpliendo al país, pero lo más preocupante, en vez de cumplir, en vez de ir cerrando la brecha en sus indicadores, de mejorar la situación financiera, cumplirle a los proveedores, la fueron ampliando, entonces una EPS que debía 100 mil millones de pesos hoy debe 700 mil, 600 mil, 800 mil millones.

Eso nos muestra que no tenían vocación de permanecer, que no tenía la capacidad financiera, que nunca iban a capitalizar, que no iban a conseguir quién les inyectara recursos frescos, no solamente para cumplirle a la red pública y privada del país sino a los proveedores, porque al dilatar estas decisiones el gran perjudicado es el usuario.

Esta es la entrevista completa

Cuando una EPS no tiene capacidad de pago empieza a cerrar la red, a quedarse sin proveedores y ahí es donde empieza a sufrir un usuario, ahí es donde el colombiano empieza a tener dificultades; empiezan a crecer las peticiones, las quejas, los reclamos, las tutelas, los desacatos de tutela.

En las 13 EPS que hemos liquidado miramos su desempeño para revisar bien unos parámetros que tenemos como Índice Global, desempeño de las órdenes que se habían impartido, auditorías, informes de otros entes de control y toda esa información para evitarle un riesgo sistémico al país. Es que nosotros hemos trasladado 9,3 millones de colombianos a otras EPS, eso es casi que el 17% de la población.

SEMANA: Hay quienes señalan que muchos tienen intereses económicos en esas decisiones de trasladar pacientes, entre ellos usted…

F. A.: Por Dios, cuando yo llego a la Superintendencia lo primero que hicimos fue declararnos víctimas de ese tráfico de usuarios. Es más, ese proceso ya no lo hace la Superintendencia Nacional de Salud, eso se lo delegamos al Ministerio. Este, que tiene una resolución, un proceso totalmente reglado, es el encargado de trasladar los usuarios a las EPS que no tienen ninguna medida de vigilancia especial; aquí no hay preferencias, incluso se ha ido modificando el acuerdo evitando que se vayan generando riesgos en el pool de aseguradores. Es decir, que no se vayan generando algunos monopolios, ¿qué interés vamos a tener, yo por ejemplo, en la Superintendencia para que crezca la Nueva EPS o Sanitas? Le quiero contar que los dueños de nueve EPS son las cajas de compensación familiar y el Ministerio de Hacienda. Lo que pasa es que cuando nosotros tocamos callos, cuando nos metemos con gente tan poderosa y les quitamos el negocio a estas mafias que se incrustaron en el sistema, empiezan a buscar cómo atacarnos, empiezan las difamaciones, los falsos periodistas, empiezan a buscar jueces, magistrados. Vienen las tutelatones.

Han buscado un sinnúmero de artimañas para frenar nuestras decisiones, para intimidarme, pero al contrario eso me muestra que voy por el camino correcto. Eso a mí no me angustia, cualquiera que tenga una denuncia yo creo que a donde tiene que ir es a la Fiscalía General de la Nación, llevar las pruebas, pero nosotros no solamente lo hemos denunciado, sino que estamos atacando todas estas modalidades de malas prácticas.

Es que yo ya encontré más de 70 modalidades de hacerle trampa al sistema de todos los actores, aseguradores, prestadores usuarios, entidades territoriales... Cuando uno detecta y empieza a tomar decisiones y a corregir, ¿qué puede haber detrás de una entidad que pierde 5.000, 10.000, 20.000 millones de pesos mensuales y quiere seguir en el sistema?

Lo primero que uno puede detectar es que hay poder financiero y quieren mantenerse a toda costa, por eso hacen las difamaciones. Es que la respuesta tiene que ser muy clara, tiene que haber algún incentivo económico perverso detrás de eso que no permita que nosotros traslademos a los colombianos. Le quiero contar que el 95% de los colombianos que hemos traslado, porque lo hemos medido a través de una firma encuestadora, nos dice que está feliz en la EPS que le asignó el Ministerio.

Además, lo advirtió el Presidente de la República en campaña y durante todo su gobierno: que vamos a depurar el sistema y depurar quiere decir sacar lo que está mal. Nosotros tenemos un muy buen sistema de salud, uno de los mejores modelos del mundo, el problema que tiene Colombia es de actores, esos actores que se incrustaron en todo el sistema y que no nos han dejado avanzar. Mire, los medios de comunicación hablan de carteles: el cartel del sida, de los pañales, de la hemofilia, del bastón, las chapas o las prótesis, de los abogados, el del Soat. Claro, cuando usted les toca el bolsillo a esas mafias, obviamente empiezan a buscar la manera o de tumbar al Superintendente o de ver cómo nosotros no tomamos decisiones.

En el país se ha avanzado muy bien en salud, tenemos unos indicadores que son probablemente los mejores de la región, hemos logrado disminuir la mortalidad materna, la infantil. Eso se lo debemos al modelo de salud.

Antes de la Ley 100 el acceso a la población era menor al 20%, hoy prácticamente todo está incluido en el plan de beneficios, eso para las familias pobres es proteger el bolsillo de su hogar, pero no lo decimos nunca, nos damos palo, hablamos mal.

Hace poco sacamos las cámaras de la Superintendencia de Salud a la calle con algunos funcionarios nuestros a preguntarles a los usuarios sobre el sistema de salud y muchos nos decían: “Que el sistema no sirve para nada, es un negocio, es que aún no le dan nada”, y le preguntábamos al usuario ¿usted ha ido al médico últimamente?. “Sí, yo fui como en enero”, ¿y cómo le fue? “Muy bien”. ¿Pero entonces por qué habla mal del sistema?. ”Ah, no, porque eso dicen, que es que estamos muy mal”. Nosotros hemos hecho mucho con muy poquito recurso.

SEMANA: ¿Hay buenas herramientas para sancionar?

F. A.: Yo necesitaba leyes, necesitaba fortalecer mi capacidad de inspección, vigilancia y control para que respeten a la Superintendencia Nacional de Salud, cuando la Superintendencia lo visitaba uno a uno no le daba tanto susto, pero cuando iba la Dian uno entraba en pánico, porque la Superintendencia no tení­a los dientes, no tenía las herramientas y no tenía esa función de ir contra el que toma las decisiones. En la ley 1949 que me aprueba el Congreso de la República amplía el portafolio de sanciones, pero a mí me da capacidad de ir contra el que toma las decisiones, incluso me permite inhabilitar hasta por 15 años a una persona. En esa ley 1949 nos fortalecieron algo muy importante, el juez de la salud.

SEMANA: ¿Ha tenido amenazas?

F. A.: Cuando uno toma estas decisiones y le dicen: “Súper, cuídese, tenga cuidado que por allá escuchamos tal cosa, tenga cuidado que le mandan estas razones”. Yo por eso les pido a los que escuchan que hagan las denuncias, que vayan a la Fiscalía y pongan las denuncias. Es muy complicado, claro que yo me angustio y mucho, porque cuando salen y dicen que se está metido en un cartel, que soy un hombre corrupto, es poner en riesgo la vida de nosotros.

Eso genera angustia, para la familia, me duele por mi hijo, porque yo inclusive lo que más quiero es que él se sienta orgulloso de lo que está haciendo su papá en la Superintendencia, y estoy defendiendo la vida de todos los colombianos, pero eso es ponerlo en riesgo a uno.

Pero cuando veo que cerca del 95% de los colombianos que hemos trasladado está contento, pues hay que seguir tomando las decisiones y digo: hay que seguir echando para adelante. Eso es lo que tenía que hacer Colombia: ir corrigiendo estas malas prácticas.

Si nosotros erradicamos estas 70 modalidades de malas prácticas de fraude estaríamos ante uno de los mejores modelos de salud del mundo, si quitamos esas hemorragias, si cada actor hace lo que tiene que hacer y cumple su papel, creo que tendríamos uno de los mejores jugadores de salud del mundo, los dineros fluyendo tranquilamente sin intermediarios, sin estar buscando coimas, sin fraudes y llegando a los médicos, llegándoles a los proveedores de manera oportuna, a la red pública y privada. Le garantizo que tendríamos uno de los mejores modelos de salud del mundo y a eso le estamos apuntando.

Por eso yo estoy tomando decisiones. Hoy tengo más de 522 investigaciones abiertas contra personas naturales, contra los que tomaban las decisiones. Cuando llegué a la Superintendencia me encontré que al superintendente cada rato le llegaba una multa, una sanción contra el hospital tal, contra el municipio tal, de 200 millones, de 100 millones de pesos. No la van a pagar nunca y si lo hace lo hacen con recursos púbicos; por eso, en vez de irse contra la entidad, ahora me estoy yendo contra el secretario de Salud, contra el gerente de la EPS, contra el gerente de la IPS.

Mire lo de Córdoba: se enteran de que vamos a intervenir el Hospital San Jerónimo de Montería y esa gerente en un solo día firmó 500 contratos, 500, sin cumplir los requisitos legales. Pero se va y lo premian: lo iban a nombrar en otro hospital, esos son los gerentes de los hospitales públicos que se van cambiando de hospital, desangrándolos, dejándolos en la ruina como los que encontré. Tengo casi 17 que hoy estamos sacando adelante.

Tengo cerca de 1.149 multas que suman cerca de 161.000 millones de pesos y muchas de esas multas ya van contra los representantes legales, contra las personas que tomaban las decisiones. Eso ha ido enderezando el camino, pero no tenemos un sistema corrupto, tenemos actores corruptos, que es muy distinto.

SEMANA: ¿A dónde llegan los pagos de las multas?

F. A.: Esos recursos, esas multas, llegan al Tesoro Nacional, con eso se financia el sistema.

SEMANA: ¿Las sanciones también son para las personas que cometen irregularidades dentro de la Superintendencia?

F. A.: Para nadie es desconocido el problema que encontramos, acuérdese de que hay una superintendente delegada que tiene problemas jurídicos, que en este momento tiene detención en recinto carcelario. Una Superintendencia con mucho ruido, una Superintendencia que no actuaba que no tomaba; hoy estamos dejando una Superintendencia totalmente distinta, un rediseño institucional, que ya funciona por delegados, una entidad que llegó a los territorios. Me siento muy contento porque creo que estamos transformando esta entidad, estamos entregando una entidad que hoy cumplió con todos los puntos a los que se había comprometido o los superó y que está recuperando no solamente EPS, sino hospitales. Yo me siento muy tranquilo.

SEMANA: ¿Con todo ese estrés que menciona no se ha enfermado, ha requerido atención médica?

F. A.: Por ahí tuve una enfermedad chiquita que me tiró a una hospitalización, pero fueron 2 o 3 días, un dolor de cabeza que tuve que casi no se me quitaba. Realmente por el estrés, y he pasado muchísimas noches en vela. Cuando vamos a tomar una decisión de fondo, normalmente el día anterior prácticamente no duermo y preparo muy bien los comunicados, toda la información…

SEMANA: ¿Qué EPS tiene?

F. A.: Yo tengo Sura, a mí­ siempre me ha ido bien.

SEMANA: usted muy seguramente sale al terminar este gobierno, ¿qué quedó pendiente por hacer?

F. A.: Me hubiera gustado poder ver las sanciones, lo que pasa es que tengo que respetar el debido proceso. Ojalá haya contundencia en el gobierno que venga, lo importante es que entre las personas que vengan, el superintendente que venga, el gobierno entrante, siga con esa ruta. Yo creo que eso va a obligar a que los colombianos nos enamoremos menos de los recursos de la salud. Eso va a evitar que sigan esos carteles creciendo. Eso va a generar que cada uno haga lo que tiene que hacer.