POLÍTICA

“Hay una intención del gobierno de dinamitar todo el acuerdo de paz” Luis Felipe Henao

El exministro de vivienda y mano derecha de Germán Vargas Lleras en la campaña presidencial asegura que con las objeciones a la JEP el presidente Duque está entrando en un choque de trenes y que Cambio Radical estudia su postura frente al tema.

19 de marzo de 2019
Luis Felipe Henao, Ex Ministro de Vivienda. | Foto: Carlos Julio Martínez

SEMANA: En su última columna usted defiende la tesis de que las objeciones son una excusa para tumbar toda la Ley Estatutaria. ¿Cómo es eso?

Luis Felipe Henao: Creo que el Gobierno, con una estrategia inteligente que tiene elaborada desde hace mucho tiempo, objeta seis artículos que sabe que no son objetables con el fin de dar el mensaje de que no quiere tumbar toda la ley. Pero no hay duda de que lo que quieren es acabar con el proyecto entero. Ellos saben que el trámite de esas objeciones es un imposible jurídico justamente por lo que señalo en mi columna. Las objeciones formuladas por el Presidente no son a unos artículos de la ley sino a la sentencia C080 de la Corte Constitucional. Esto le deja al Congreso una tarea imposible porque en su labor no puede modificar una sentencia de constitucionalidad.

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SEMANA: ¿Cuales son esos puntos clave que le permiten afirmar que se está objetando la sentencia y no la ley?

L.F.H.: Por ejemplo el tema de la reparación de las víctimas que ha sido una bandera del Gobierno. El artículo 7 señalaba que los victimarios deben adelantar una reparación material con sus bienes que satisfaga a las víctimas. Pero la Corte Constitucional dijo que esa indemnización se debe hacer con los bienes colectivos de las Farc y no con los bienes individuales de cada ex combatiente. Entonces lo que hizo la Corte Constitucional fue darle una interpretación al Artículo séptimo. Así las cosas, lo que el presidente está objetando no es el articulo como tal sino la interpretación que la Corte le dio al mismo. Si el Congreso cambia esa interpretación y escribe el articulo como lo quiere el Presidente, esto igual tendría que volver a la Corte y esta seguramente le daría la misma interpretación que ya le dio en su sentencia.

SEMANA: Pero eso mismo aplica para todos los puntos objetados. Cualquier texto que resulte de esto deberá terminar en la Corte…

L.F.H.: Así es. Ese no es el único tema y con todas las objeciones pasa lo mismo. Está también el asunto de los delitos de lesa humanidad o crímenes de guerra. En eso el Centro Democrático ha sido reiterativo. En este tema hay dos enfoques: la justicia transicional y la justicia maximalista. En esta última se investiga a cada uno de los integrantes de manera individual y es casi imposible llegar a una condena. En la justicia transicional se introdujo el concepto de máximos responsables que asegura todo el proceso de verdad y reparación. En este caso el articulo decía que se daba una renuncia a la acción penal frente a crímenes de lesa humanidad, genocidio o crímenes de guerra en relación con quienes no son máximos responsables. Ese concepto de responsabilidad lo integra la Corte Constitucional al declarar la constitucionalidad de la norma. Si en las objeciones se retira la figura de los máximos responsables la Corte tendrá que tumbar eso alegando inconstitucionalidad.

Si en las objeciones se retira la figura de los máximos responsables la Corte tendrá que tumbar eso alegando inconstitucionalidad.

SEMANA: Si eso es así de claro y se repite en todos los casos entonces, ¿Para qué objetar?

L.F.H.: Aquí hay una clara intención del Gobierno de dinamitar todo el Acuerdo de Paz. Con esto quieren ahondar en su intento de desprestigiar la JEP. Sin una ley que la reglamente, la jurisdicción deberá seguir actuando interpretando las leyes vigentes. Eso se presta para que no haya claridad ni legitimidad suficiente. La estrategia es acabar la con la JEP como lo dijo el ex presidente Álvaro Uribe Vélez en varias declaraciones.

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SEMANA: Se ha empezado a hablar de la posibilidad de que la Corte tumbe las objeciones antes de que lleguen al Congreso. ¿Eso puede pasar?

L.F.H.: Yo no creo que se llegue a eso. Ahora, sí se está dando un choque de trenes por cuenta de la decisión del presidente de desconocer una sentencia de la Corte. Y no solo eso. Toda la comunidad internacional, la ONU y la CPI, se han pronunciado en favor de la puesta en marcha de la JEP pero el Gobierno prefirió irse en contravía y meterse en un enfrentamiento con la rama judicial. Esto ya se había vivido en el gobierno de Uribe. Veo aquí una estrategia equívoca de jugársela por temas taquilleros en la opinión pero que pueden tener consecuencias nefastas para el país en el largo plazo.

SEMANA: ¿Cuales serán las consecuencias para el gobierno del llamado choque de trenes?

L.F.H.: Yo creo que desde el punto de vista estratégico las consecuencias son nefastas y ya la Corte Constitucional empieza a dar señales de ello. Ese organismo debe ser el garante de la constitución y no de los intereses de ningún gobierno. Se anticipan consecuencias en decisiones claves para el ejecutivo como el tema de la fumigación con glifosato o la ley de financiamiento. Eso en el escenario jurídico. Pero el tema político también será complejo. El gobierno ha demostrado incapacidad a la hora de sacar adelante su agenda legislativa. No fue capaz de sacar una reforma a la justicia ni una reforma política y sacó una ley de financiamiento a medias.

SEMANA: Usted pinta un panorama en el que al Gobierno le será muy difícil sacar adelante sus iniciativas. ¿Aquí hubo un error de cálculo?

L.F.H.: El presidente está entrando en una dificultad institucional con una relación muy tensionada con el Legislativo. Pero también está perdiendo una oportunidad histórica de avanzar en otros temas que son importantes para sus electores. La salud, la educación o la famosa economía naranja. Sin duda se perdieron oportunidades de avance a mediano y largo plazo.

SEMANA: Hablando de la relación con el legislativo, ¿Cómo ve la gobernabilidad? ¿Se verá obligado el gobierno a ofrecer mermelada a cambio de apoyo a las objeciones?

L.F.H.: El frasco de mermelada está abierto y está abierto desde hace rato. Basta con mirar lo que ha pasado en el DPS, en la Cancillería y en otros temas por ahí. No puede el gobierno decir que la mermelada no existe. Yo creo que el Gobierno recurrió a una estrategia de volver al Estado al estado de opinión. Se han dedicado a capitalizar los sentimientos de la gente y a sembrar odio por los enemigos. Algo que todos los estrategas políticos recomiendan cuando se tiene una bajada de imagen es reforzar las bases. Eso es lo que ha hecho Duque. Acercarse a las tesis de su partido y gobernar con su partido.

El frasco de mermelada está abierto y está abierto desde hace rato.

SEMANA: Pero miremos el tema político. Los votos de Cambio Radical son fundamentales para sacar adelante las objeciones. ¿Contará con esos votos el Gobierno?

L.F.H.: Yo no puedo hablar por Cambio Radical. Me remito a la columna de Germán Vargas Lleras donde dice que el partido está dividido, que algunos de los miembros de Cambio Radical apoyarían algunas de las objeciones y otros, como yo, no estamos de acuerdo con ninguna.

SEMANA: Pero están muy herméticos. Denos una pista…

L.F.H.: Es que eso no depende de mí sino de los Senadores y Representantes. El próximo viernes el partido se reunirá en Valledupar a cotejar los argumentos de los unos y de los otros porque lo que se quiere es tener una posición monolítica y unificada no solamente frente a la JEP sino frente a todos los temas de la agenda.

SEMANA: Los críticos de Gobierno dicen que más que las objeciones el tema de fondo estará en las modificaciones que se planteen al acto legislativo. ¿Usted coincide con esa lectura?

L.F.H.: El presidente Duque había ofrecido un enfoque moderado en campaña. Eso se perdió en el camino. Hoy hay una guerra frontal contra la paz. Yo coincido de alguna manera en la preocupación por la intención de reformar la constitución. Aun cuando a este gobierno ya se le han caído varias reformas, en lo que vamos a estar es en unos debates continuos donde el ejecutivo se está gastando su capital político en temas que no nos hacen avanzar sino retroceder.