JUSTICIA
Los hermanos Uribe Noguera en el banquillo
Arrancó el desfile de testigos que acusan a Catalina y a Francisco Uribe Noguera de encubrir el abominable crimen de su hermano Rafael. Los chats, el elemento clave del juicio.
El abominable asesinato de Yuliana Samboní estremeció al país y le ha significado un proceso penal a los hermanos del confeso asesino, Catalina y Francisco, cuyo juicio arrancó esta semana.
La Fiscalía acusa a los hermanos de entorpecer la investigación y de destruir material probatorio. La acusación se funda en que Catalina y Francisco no informaron inmediatamente al Gaula una vez encontraron a Rafael en el edificio Eqqus 66. El día de los hechos, por la mañana, Rafael fue en su camioneta hasta el barrio de la niña y la raptó. La desaparición desató una alarma y las autoridades empezaron a buscarla por toda Bogotá. Pronto se supo que el vehículo era de propiedad de la familia Uribe Noguera. Hacia el mediodía la Policía informó a Francisco que su hermano había secuestrado una menor y este empezó a colaborar con la búsqueda.
Avanzada la tarde Francisco y Catalina, incrédulos ante la acusación contra su hermano, fueron a los lugares donde pensaron que podía estar. Finalmente acudieron al edificio Equss, donde lo hallaron. “Los tres hermanos permanecieron en el apartamento aproximadamente desde las cuatro hasta pasadas las 5:30 de la tarde, lapso durante el cual se registró actividad telefónica intensa y constante del señor Francisco Uribe Noguera”, sostuvo un investigador.
Esta semana desfilaron por el estrado 12 testigos entre policías, peritos de la Fiscalía y los médicos que atendieron a Rafael cuando sus hermanos lo llevaron a dos clínicas. Durante ese traslado los agentes del Gaula llamaron insistentemente al teléfono de Francisco sin que este respondiera.
Los hermanos han explicado que vivieron momentos de total desconcierto y que Rafael dijo inicialmente que la niña se había bajado en la avenida circunvalar. Solo cuando estaban de camino a la Clínica Monserrat les habría confesado que la asesinó, sin señalar que el cadáver estaba oculto en el apartamento donde los tres estuvieron.
Luego de conocidos los detalles del crimen, Francisco y Catalina entregaron a la Fiscalía sus teléfonos así como el de Rafael. Pero habían borrado el Whatsapp de los dispositivos. Por eso la Fiscalía envió los aparatos a Estados Unidos para que la agencia ICE ayudara a recuperar la información. Los hermanos sostienen que el día de los hechos la Fiscalía hizo una rueda de prensa en la que se presentaron fotos del apartamento con el anuncio de ‘se vende’ y el número de celular de ellos. A partir de ahí mucha gente empezó a llamarlos con amenazas, por lo que Catalina y Francisco decidieron borrar la aplicación.
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De momento la Fiscalía ha planteado que es sospechoso que el teléfono de Catalina registró 22 llamadas salientes y 21 entrantes. “Eso no es nada inusual si se tiene en cuenta el lapso de tres días: 3, 4 y 5 de diciembre”, dice su abogado Pedro Aguilar, con cierta razón.
El 8 de marzo comenzará de nuevo la audiencia con la intervención del perito gringo que logró recuperar la información de los celulares. En ese momento la Fiscalía expondrá el contenido de chats y demás comunicaciones que están en su poder desde hace casi un año. Se sabe que solo el celular de Rafael arrojó un contenido de 7.000 páginas, que por lógica tiene que abarcar muchos años. La Fiscalía ha buscado en ese celular y en el de los hermanos registros de conversaciones sobre el presunto encubrimiento de estos, pero no ha encontrado nada al respecto.
En todo caso si llegan a aparecer pruebas de que ellos, en su shock inicial, trataron de encubrir a su hermano, eso aunque es humanamente comprensible dada la dimensión de la tragedia, podría constituir un delito.