NACIÓN
¡Histórico!
La regularización masiva de migrantes es un gesto humanitario extraordinario y aliviará el drama que viven casi dos millones de venezolanos que han salido huyendo del régimen de Maduro. Pero el camino todavía es muy largo. Análisis.
Ninguna de las decisiones que ha tomado el presidente Duque durante su gobierno habían tenido un respaldo tan certero, y desde sectores tan disímiles, como la de regularizar masivamente a los cerca de dos millones de migrantes radicados en el país.
Pocas veces un tema en la política logra unir voces tan distintas y tan importantes. “Agradezco al presidente Duque y al pueblo de Colombia. Esta decisión salvará vidas y creará un futuro más sólido para toda la región”, escribió Bill Clinton. “Histórico” añadió The New York Times. En el país, la decisión fue elogiada tanto por Álvaro Uribe como por el líder de la oposición al gobierno, Gustavo Petro. Embajadores, empresarios, políticos y organismos internacionales se unieron a este agradecimiento.
El decreto emitido por el gobierno sí es un hecho que no tiene antecedentes. Ninguna de las políticas adoptadas por Colombia en el pasado, o por algún país en la región, es comparable en términos de magnitud. Un tercio de los más de 5 millones de migrantes que la crisis ha expulsado de Venezuela están en Colombia y, de ellos, 960 mil están en condición irregular. La medida le da vida al denominado Estatuto Temporal de Protección para migrantes venezolanos (ETPV), un mecanismo con una vigencia de 10 años que representa la evolución de los Permisos Especiales de Permanencia —que no van más— y que supone una regularización masiva sin antecedentes.
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La migración forzada es un problema que siempre ha acechado a la humanidad. Las filas de miles de venezolanos agolpados en la frontera y luego caminando por las carreteras del país para buscar una segunda oportunidad han conmovido al mundo. Recuerdan las grandes tragedias que se han vivido en otras latitudes y las manos que se han extendido en cada una de esas crisis.
La más reciente quizás ocurrió en el año 2015. Cuando la guerra estremecía a Siria y muchos de los países vecinos, más de un millón de personas pidieron asilo en Alemania. La decisión de la canciller Angela Merkel de abrirles las puertas se consideró en este momento una de las más generosas de la historia. “Lo lograremos”, dijo ella en su momento. Su frase se volvió legendaria. Colombia con muchísimos menos recursos hoy recibe casi al doble de migrantes. La cifra también es alta en términos de los peores dramas de la historia. En la segunda guerra mundial, por ejemplo, Estados Unidos acogió a 400.000 migrantes. Los barcos llenos de víctimas que sobrevivieron a este genocidio son una de las postales más tristes, pero a la vez más esperanzadoras del fin de la era Hitler.
La idea del presidente Duque de regularizar a los migrantes fue trabajada por años. Desde 2018, cuando el primer mandatario apenas llevaba unos meses en el poder, ya hablaba de un estatuto de protección que permitiera regularizar a los ciudadanos del vecino país. Este mismo clamor fue llevado a la Asamblea de las Naciones Unidas un año después.
Además de una acción de buena voluntad para arropar a los migrantes, el anuncio entraña un ejemplo para una región que, solo días antes, vio como Perú, en una operación conjunta con Ecuador, desplegó su ejército y sus tanques de guerra para bloquear el ingreso de migrantes. Chile, además, deportó a una centena de ellos por haber ingresado al país de forma irregular por la frontera con Bolivia.
El plan colombiano se implementará en dos fases: la primera contempla la creación del Registro Único de Migrantes Venezolanos, para su identificación y caracterización, un trámite que se realizará de manera virtual y, la segunda, la expedición del Permiso por Protección Temporal (PPT), que posibilitará la entrada en funcionamiento del sistema de reconocimiento biométrico que hará por fin que el Estado sepa, con exactitud, la identidad de cada uno de los migrantes que están en territorio nacional y estos, a su vez, accedan a toda la oferta social del Estado, a servicios financieros o un empleo formal.
Pero lo que viene tras el anuncio será muy difícil. Colombia no podrá lograrlo en solitario. Por un lado, porque la logística de un proceso de esta magnitud es monumental. Pero por otro lado, porque a pesar de las contribuciones de la cooperación internacional al fenómeno, Colombia sigue enfrentando con muchos menos recursos que otros países que han liderado una apuesta semejante.
Mientras que el Plan Regional para los Refugiados y Migrantes de Venezuela movilizó USD$650 millones para 5,4 millones de personas, el Plan Regional de Respuesta a la Crisis en Siria reportó USD$2.488 millones para 5,6 millones de personas y el Plan de Respuesta Conjunto para la Crisis de los Rohingyas, la minoría musulmana apátrida en Myanmar (Birmania), movió USD$615 millones para 867.000 personas.
A eso se suma que los conflictos con el vecino país siguen latentes y la frontera es hoy una amalgama de dramas humanitarios donde la ley la imponen los grupos armados. El tránsito de personas y mercancías están a merced de la corrupción y la violencia.
En este reto hay, sin embargo, una luz. El anuncio del presidente Duque, por ahora, parece estar acompañado por el recién posesionado presidente de Estados Unidos, Joe Biden. El secretario de Estado, Antony Blinken, aseguró que “EE.UU. está del lado de Colombia en el apoyo de los migrantes”.
La nueva fase que comienza implicará enormes satisfacciones pero también enormes desafíos.