BLOQUEOS
Informe Especial: Colombia, al borde de la quiebra
A los coletazos de la pandemia se suman tres semanas de paro con bloqueos, que han provocado pérdidas billonarias al país. Las empresas piden una salida a la crítica situación. Y los empleos de millones de colombianos están en riesgo.
Se les quiebra la voz y no pueden evitar derramar algunas lágrimas. Sienten impotencia, dolor, rabia y desazón. Y no es para menos. Sus sueños y los de millones de colombianos están en juego: primero, por cuenta del coronavirus, y, en las últimas tres semanas, por los bloqueos y el vandalismo que han acompañado la protesta social.
Aunque los empresarios que siguen en pie se enorgullecen de lo que han construido y de sobrevivir a la peor pandemia del último siglo, hoy están sitiados por los bloqueos en las principales vías del país, los saqueos y los daños en sus bienes.
Estos delitos afectan de manera grave el abastecimiento y la operación de los negocios. Pero, sobre todo, golpean más a los pobres que dicen defender.
Varias compañías advierten que están al borde de la quiebra o contemplan tirar la toalla. Lo que comenzó el 28 de abril como un paro nacional, con protestas pacíficas que pedían reivindicaciones legítimas, tres semanas después terminó infiltrado por vándalos, que han bloqueado vías, destruido bienes públicos, asaltado e invadido la propiedad privada, y ponen en peligro la integridad de muchos ciudadanos. El saldo ya incluye decenas de muertos, miles de heridos, pérdidas billonarias para las empresas y fuertes heridas a la economía nacional.
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El ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, calcula que, a diario, se pierden 484.800 millones de pesos. En los más de 23 días que llevan estas jornadas, las pérdidas materiales se acercan a los 11 billones de pesos.
Los gremios de la producción lanzaron esta semana un llamado de auxilio a la comunidad internacional por los desmanes cometidos en nombre del paro. Bruce Mac Master, presidente de la Andi, asegura que “son muchos los derechos que se están ignorando por parte de quienes propician o se hacen los de la vista gorda con los bloqueos; el daño es inmenso y es sobre millones de personas. Debemos mostrar la voz de todos los ciudadanos afectados, y que son las víctimas silenciosas del sabotaje a la economía”.
Asocaña, el gremio que agrupa a los ingenios azucareros, señaló que las tres semanas de parálisis han provocado el cierre de todos los ingenios con las consecuencias que ello provoca en la dinámica laboral y productiva de la región. Hoy, el sector genera 286.000 empleos entre directos e indirectos.
Los bloqueos tienen a miles de empresas al borde de la quiebra por falta de suministros, producción y ventas. Esta situación pone una gran incógnita sobre la recuperación de la economía, luego de que el país lograra en el primer trimestre un crecimiento de su producto interno bruto del 1,1 por ciento.
Aunque todos los sectores se han visto afectados, el comercio, la industria, el transporte y la actividad agropecuaria son los más perjudicados. Pero la principal amenaza está en el empleo, la principal reivindicación de quienes protestan. ¿Cuál es el impacto para el sector empresarial? Algunos empresarios contaron el drama que viven, y claman para que los dejen trabajar.
“Perdimos otra vez el año”
Un contenedor de café de Amor Perfecto debía llegar a Uruguay hace varias semanas, ya que el comprador lo necesitaba con urgencia para cerrar un negocio. La empresa, como en cada ocasión que realiza este tipo de envíos, se puso en marcha para evitar los inconvenientes en su transporte.
Todo iba bien hasta que Luis Fernando Vélez, fundador y gerente de Amor Perfecto, se dio cuenta de que una semana después de despachado el contenedor seguía en un patio de Cundinamarca. Por los bloqueos en las vías, la compañía perdió la cita para el embarque hacia el sur del continente y debió pagar una millonaria multa. Vélez ha hecho hasta lo imposible para lograr que el café llegue a manos de su comprador, pero, aun así, tendrá un retraso de casi un mes.
Con impotencia, el fundador de Amor Perfecto ruega para que los manifestantes le permitan al sector privado trabajar. “Los señores del paro tienen todo el derecho de manifestarse, pero no de impedir el desarrollo del país ni parar la economía, perjudicando a Colombia. Sobre todo, cuando lo que piden es más y mejores empleos”, dice. Por eso insiste en que los manifestantes deben entender que las empresas son movilizadoras sociales y no el enemigo del pueblo, como muchos las han querido presentar.
“Este país no aguanta más”
Muy triste y preocupado. Así se declara Arturo Calle, fundador de la reconocida marca de ropa y calzado, cuando habla de la situación de parálisis que atraviesa el país. Para la compañía, el golpe ha sido brutal: están vendiendo apenas 20 o 30 por ciento de lo usual, a la vez que tienen que incurrir en mayores gastos.
“Estamos muy preocupados por la situación: la economía para atrás, el recaudo con cifras muy malas, las empresas generando pérdidas... Mi pregunta es: ¿de dónde va a salir la plata, entonces? Este país no aguanta ocho o diez días más en esta situación”, dice.
La compañía está dejando de vender un 70 por ciento no solo por las marchas, sino por el coletazo de la pandemia. Por tanto les pide a los manifestantes que dialoguen y le exijan al Gobierno que les cumpla, pero también les advierte que deben darle un compás de espera. Eso sí, solicita que se levanten los bloqueos de vías, pues estos les están haciendo un daño irreparable a la economía y a las empresas.
“Por amor a Dios, saquemos de nuevo el país adelante. Si lo acabamos, ninguno de los 50 millones de colombianos saldrá triunfador”, señala.
No hay subsidio que alcance
La transformación de residuos es una de las tareas clave del sector privado, que muchas veces pasa desapercibida para los ciudadanos. Convertir estos elementos en productos nuevos beneficia a la sociedad y el medioambiente.
Ecodek se encarga de ello. Y, aunque logró sobrevivir al duro embate de la pandemia, ahora, con los paros y bloqueos, Andrés David Martínez, cofundador de la firma, no duda en decir que están en jaque.
La parálisis de actividades de las tres últimas semanas tendrá un impacto más allá de su empresa, pues, al ser una firma de economía circular, se resiente el medioambiente. “Si no podemos hacer la transformación, estaríamos hablando de que 120.000 toneladas de residuos quedarían mal dispuestos”, dice Martínez.
Asegura que la iniciativa privada es la que genera empleo y valor agregado y que ningún Estado puede subsidiar todo. “Si a mí me regalan el estudio y la comida, pero no existen empresas, ¿cómo saldré adelante? No veo una sociedad subsidiada al 100 por ciento. La iniciativa privada es y seguirá siendo la clave para salir adelante”, concluye.
Hay que cuidar las empresas
Siete minutos separan la fábrica de Buencafé en Chinchiná, Caldas, de donde extraen la materia prima para producir el café soluble que exportan al mundo. La diferencia es poca y, regularmente, les permite tener un índice de productividad elevado. Pero el cierre de las vías cambió por completo esta dinámica de producción.
Cristina Madriñán, directora de la Fábrica de Café Liofilizado, explica que uno de los momentos más complejos de las últimas semanas fue cuando los vándalos les retuvieron uno de sus camiones de café verde. No ha sido lo único: han tenido que parar su producción, ya que no han podido recibir los empaques que llegan de Yumbo, y las pérdidas son millonarias.
“Tenemos cinco líneas de producción y, en este momento, tuvimos que parar dos plantas, lo cual significa que estamos dejando de producir unos 150.000 dólares por día, pero, además, que hemos exportado 30 por ciento de lo que deberíamos haber enviado”, señala.
Esto se ha traducido en incumplimientos a clientes del extranjero, lo cual los afecta a largo plazo y pone en riesgo los 760 empleos. De ahí la importancia de proteger al empresariado colombiano: “Tenemos que cuidar y fortalecer a las empresas, estas son el motor de la economía”, dice Madriñán.
“Esto nos afecta a todos”
En El Tambo, Cauca, 80 familias dejaron la coca e invirtieron sus ahorros en ganadería de leche, conformaron la organización Proagrotam y hoy le producen ingresos al municipio por 800 millones de pesos al año. Son pequeñas familias ganaderas, muchas de las cuales tienen en esta actividad su único sustento.
Diego Arboleda, cofundador de la organización, cuenta que el proyecto llegó como alternativa a la coca, y les ha permitido bancarizarse y contar con un ingreso fijo quincenal.
Pero, por cuenta de los bloqueos, no han podido recibirlo en los últimos días, y la gran mayoría de familias han tenido que fabricar quesos y competir entre ellas mismas.
“Ahí es donde llega la competencia con la persona que ha estado a mi lado sufriendo, buscando cómo salir adelante, y me toca tener mejores precios que él, porque, si no, me toca botar la leche”, afirma.
Se ha vuelto una costumbre que cada año haya bloqueos, que se cierre la vía Panamericana, y, si bien apoyan el paro, Arboleda cree que no es la forma: “No es afectándonos a nosotros”. El paro frenó la ganadería en El Tambo y dejó a decenas de familias sin ingresos. Con el dolor en el alma, más de una familia cree que la única alternativa parece ser volver a la coca.
Pendiendo de un hilo
La imagen de 5.000 pollitos regados en una vía nacional quedó grabada en la mente de los colombianos. Esto sucedió frente a la planta de incubación de Pronavícola, en Mediacanoa, Valle del Cauca, cuando los animales fueron botados al asfalto “para que la gente los recogiera y tratara de salvarlos”.
El crudo relato lo hace Rafael Serrano, gerente de la compañía, quien agrega que otros 355.000 pollitos se murieron ahogados en la planta.
La crisis no termina allí. Las gallinas ponedoras también se están muriendo de hambre, pues los bloqueos impiden que lleguen alimentos. “A las más viejitas no les dimos comida y se murieron; a las otras las mandamos a un ayuno forzoso”, explica Serrano.
De las 180 toneladas de alimento que necesitan a diario, han logrado entrar 70. La compañía provee el 33 por ciento de las gallinas ponedoras del país y sin estas no hay huevos, lo cual afecta a los hogares más pobres, que subsisten con esta proteína.
Pronavícola genera más de 700 empleos directos, rurales y formales, pero la compleja realidad del paro los ha obligado a liquidar el 10 por ciento. Serrano dice que desde el día cero le advirtieron esto al Gobierno, “pero ellos son muy sordos”. El empresario no duda en expresar que hoy 40 años de industria penden de un hilo.
“Perderemos la inversión”
Fernando González se define como un “emprendedor social” que siempre está buscando nuevas oportunidades. Por eso, cuando empezó el auge del cannabis medicinal, no dudó en invertir en el sector: fundó Asomiravalle Norte, asociación con la que inició un cultivo de alrededor de 20 hectáreas y dos más de invernaderos, e invirtió unos 3.000 millones de pesos.
Todo iba bien: la finca, ubicada en Vijes, Valle del Cauca, producía al trimestre entre 1.000 y 3.000 kilos de cannabis, y lo vendía a empresas locales de cosméticos, aceites e investigación. Esto creó en el municipio cerca de 20 empleos formales, la mayoría estables durante la pandemia.
Sin embargo, con el paro comenzó la crisis. Los bloqueos en las vías de acceso a Vijes impiden que los insumos para el cuidado de las plantas lleguen, con lo que la producción ya se está viendo afectada. “Los trabajadores que tenemos allá están mirando para el techo, los que tienen que ir desde Cali no pueden llegar por los bloqueos. Si esta situación se mantiene dos semanas más, las plantas madre del cultivo comenzarán a morir y, con ello, se perderá toda la inversión”, cuenta con preocupación.
“Quizás, debamos cerrar”
Lorenzo Navarro, de la Ferretería LN y Cía., cuenta con dolor que entre abril y mayo de 2020 tuvieron que cerrar los cuatro almacenes que tenían en el sector de Paloquemao, en Bogotá. La empresa se dedica a la importación, ensamblaje y venta de maquinaria para la construcción y el agro, y sus ventas promedio son de 1.800 a 2.000 millones de pesos.
“Para junio y julio comenzamos a facturar muy poquito, apenas un 10 por ciento, porque logramos vender por teléfono y despacharles a clientes conocidos. A pesar de la crisis, logramos sobrevivir sin despedir al personal”, dice.
Desde agosto hasta final de año abrieron de forma intermitente, y apenas llegaron a facturar un 30 por ciento. El cambio de año empezó con esperanza: entre enero y marzo de 2021 lograron subir las ventas al 50 por ciento. Pero la felicidad les duró poco: “Volvimos a decaer desde que empezó el paro nacional, porque por la calle 13, donde tenemos los almacenes, solo podemos abrir a ratos”, asegura.
La ferretería volvió al oscuro panorama de abril del año pasado cuando su facturación se desplomó. Ahora, luego de un año arrastrando la crisis, no están seguros de si podrán seguir trabajando o se verán obligados a cerrar definitivamente.
Hay que aguantar
En Promociones La Gran Manzana, los colombianos encuentran desde libros, papelería y música en físico hasta ferretería para el hogar, bisutería y belleza. Su nombre es reconocido en Bogotá, donde tienen tres locales. El negocio siempre había sido próspero, con ventas anuales de más de 13.000 millones de pesos, hasta que llegó la pandemia y les bajó la cifra a menos de 5.000 millones.
“Lo más doloroso de esa supervivencia es que tuvimos que despedir a mucha gente. En febrero de 2020 teníamos a 130 empleados y para julio ya solo contábamos con 50 personas. Esas fueron decisiones muy difíciles”, dice Édgar Ramírez, su gerente.
Y sin levantar cabeza por la pandemia, ahora el paro ha extendido su sufrimiento. Las marchas los han afectado directamente porque dos de sus locales están en sitios donde, constantemente, hay enfrentamientos. Por eso solo han podido abrir dos o tres horas al día.
“Tenemos que estar listos para bajar la reja, para evitar que nos vayan a saquear”, relata. La facturación de la empresa no alcanza ni al 30 por ciento de lo que vendían en 2019. Y, por ahora, intentan aguantar hasta que puedan. Eso sí, la angustia los persigue a diario.
“No hemos movido ni un grano”
El miedo no deja a los transportadores moverse. Han sido amenazados una y otra vez por no apoyar el paro. Les dicen que, si arrancan motores, no responden. Cientos de camiones han sido apedreados, pintados o incinerados en las vías del país. Coounida, empresa transportadora de carga que opera en el Valle, ha contado con algo de suerte: solo uno de sus 60 carros ha sido vandalizado. Aunque otra decena de ellos están varados en las carreteras.
“No hemos movido ni un grano”, relata Enrique Vacaflor, gerente de la compañía; al mes transportaban 30.000 toneladas. Como la razón de ser de Coounida son sus clientes y sus conductores, decidieron proteger a los hombres que manejan los camiones. Pero el directivo cree que no hay garantías para transitar en el Valle. Hasta ahora no han recortado personal, pero la falta de facturación desde el 27 de abril los tiene contra las cuerdas: han dejado de percibir unos 1.100 millones de pesos, mientras las obligaciones crecen. “Estamos prácticamente secuestrados… Así es imposible trabajar”, se queja el directivo.
“Cada vez lo veo más difícil”
“Monté la peluquería en 1996 en la carrera 4 con calle 19, muy cerca de donde murió Dilan Cruz, en Bogotá. Antes del coronavirus el negocio era próspero: tenía siete empleados y una clientela fidelizada. Anualmente, percibía unos 70 millones de pesos en ganancias”. Neider Riveros cuenta, con tristeza, lo duro que ha sido este último año.
Primero, por la pandemia, que lo llevó a cerrar su peluquería y a recurrir a sus ahorros para sobrevivir. La situación fue tal que no recibió un peso hasta julio de 2020 cuando por fin logró un acuerdo con la dueña del local donde opera y pudo mantener su negocio.
“Hacia marzo de 2021 ya podía respirar, pues, aunque seguía teniendo poquito trabajo, al menos podía abrir el negocio regularmente. La cuestión es que todo se vino a pique cuando empezaron las protestas del paro, porque todas vienen hacia el centro. Me tocó volver a cerrar”, asegura.
No niega que en ocasiones intenta abrir su peluquería por unas horas o seguir atendiendo a puerta cerrada. Pero nunca sabe cuándo la marcha pacífica subirá de tono y se convertirá en una batalla campal, entre manifestantes y policías. “No he pensado en cerrar la peluquería y quiero mantenerme, pero esa posibilidad es cada vez más incierta”, dice.
“Los peores meses, en años”
En los 30 años de funcionamiento de Cabo Distribuciones, fabricante de productos de aseo personal para hoteles, nunca habían vivido tanta incertidumbre como en las últimas semanas. A la crisis causada por la pandemia se sumó el paro nacional, una combinación que pocos pueden soportar.
Y es que, si alguien temía viajar por el virus, ahora con los bloqueos lo piensa dos veces: por eso el turismo volvió a decaer. No es gratuito, entonces, que hoteles y centros vacacionales suspendieran compras. “De 200 pedidos que llegaban al mes, ahora llegan 70. Vamos un 30 por ciento de la meta de mayo y ya se va a acabar el mes”, dice Daniela Osorio, una de las gerentes.
Si bien los pedidos son pocos, se ha vuelto difícil cumplirlos: por ende, buena parte de los 25 empleados están en riesgo. De hecho, esta semana se vencieron algunos contratos y no pudieron renovarlos. “Si no cambian las cosas, vamos a tener que congelar los contratos de más trabajadores y funcionar al mínimo”, dice.
Los empresarios reclaman su derecho a trabajar porque el impacto de los bloqueos puede quebrarlos. Los organizadores del paro y el Gobierno tienen la palabra.