Un Año de coronavirus
Informe Especial: las historias no contadas de la pandemia
Aunque se ha escrito bastante sobre el coronavirus, todavía queda mucho por contar. Con ocasión del primer año de la pandemia en Colombia, SEMANA recopila relatos poco conocidos que ha dejado el virus.
Este 6 de marzo se cumple un año de que el Gobierno confirmara el primer caso de covid-19 en el territorio nacional, el de una joven que había llegado de Milán, Italia. A lo largo de estos 365 días, el coronavirus ha dejado miles de historias. Por los medios de comunicación los colombianos se han enterado del drama de los comerciantes que han tenido que cerrar sus negocios, de los médicos que han arriesgado su vida para atender los contagios, o de los campesinos que han seguido cultivando sus productos. Pero, aun así, quedan muchos relatos por contar, porque, para bien o para mal, esta pandemia es un hito que marcó a la humanidad y será una fuente inagotable de historias.
Para conmemorar este primer año, SEMANA ha recogido algunos relatos, como el de la vida de los venteros de los alrededores de los estadios de fútbol, que tuvieron que cerrar sus negocios una vez el Gobierno prohibió la realización de cualquier espectáculo público.
“Un compañero de nosotros se suicidó por la situación que estaba atravesando, dejando a una mamá y a un niño de 5 años de edad”, dice con profunda nostalgia Helbeth Restrepo, presidente de los venteros y arrendatarios del estadio Atanasio Girardot, en Medellín, quien en sus 40 años vendiendo paquetes, dulces y gaseosas en los juegos del Atlético Nacional o el DIM, jamás se imaginó que un virus mundial iba a dejarlo a él y a más de 550 comerciantes en una muy complicada situación económica.
Hace 60 años, en Bogotá, 40 familias en 14 módulos hicieron del colesterol un palacio cerca del Nemesio Camacho El Campín; no obstante, hace 365 días el trono les fue arrebatado por la covid-19. Y de su majestad el chunchullo, el bofe, la morcilla o el chicharrón no queda ni el sabor ni el olor, irónicamente, dos de los sentidos que puede arrebatar este virus.
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El panorama ahora es de sillas arrumadas, mesas llenas de polvo y vitrinas empañadas por el abandono. Así de descuidados por el IDRD se sienten los hombres entre 60 y 85 años que trabajaban en el lugar: “Nuestra entrada se debe al fútbol. En un día bueno nos hacíamos 900.000 pesos, ahora que no tenemos el dinero, igual seguimos pagando servicios públicos de estrato 4 y poniendo de nuestro bolsillo el vigilante y el mantenimiento del lugar”, dice Carlos Julio Parra Torres.
En Cali, Erik Alejandro Ortiz, vendedor de lechonas Qualy en el estadio Pascual Guerrero y Palmaseca, aprovecha la vitalidad de sus 31 años para aplicar la palabra de moda durante la pandemia: “Reinventarse”. Pasar del espacio real al virtual y ponerle ruedas al cerdo –base de los 12 platos típicos que ofrece en su carta– para que llegue a cada rincón de la ciudad le sirvió para no cerrar su empresa. De 15 empleados despidió a cinco, y de devengar hasta 15 millones en un duelo clase A de los que disputan América de Cali o el Deportivo Cali pasó a ganar menos de la mitad: “Somos un grupo de vendedores enfocados en el fútbol. Nos tocó reinventarnos, tomar el número de teléfono de los clientes y hacer mercadeo”, asegura este esposo y padre de un pequeño de 3 años.
En Barranquilla, los venteros ambulantes parecen tener dudas –o tal vez temor– de hablar. Tres de los comerciantes de Curramba, que prefirieron mantenerse en el anonimato, le contaron a SEMANA que en plena pandemia la Alcaldía de Barranquilla, lejos de ayudarlos, los ha perjudicado. Se refieren a la contratación de un nuevo operador llamado Empresa Puerta de Oro para que maneje todo lo relacionado con las cafeterías y los vendedores informales del escenario deportivo.
“Esa jugadita afecta a más de 650 familias, que devengan su sustento con la venta informal de sus productos en los días de partidos del Junior de Barranquilla. Queremos comunicar también que nunca hemos recibido ninguna ayuda o estímulo de ninguna entidad, lo que hace más difícil nuestra situación. Ayúdenos por favor a difundir por ese medio la terrible situación por la que está pasando este grupo de luchadores que vemos con preocupación cerrarse la oportunidad de seguir luchando por nuestro sustento”, escribieron vía WhatsApp. Para conocer más sobre esta historia y otras vea en Semana.com el especial sobre el primer año de pandemia.