Política
Íngrid Betancourt: “Rodolfo Hernández va a aterrizar en cualquiera de los extremos”
La precandidata de Centro Esperanza dice que, si es elegida presidenta, hará una gran depuración en la Fuerza Pública porque en la institución hay una “rosca corrupta”.
En sus primeras declaraciones como precandidata presidencial, Íngrid Betancourt aseguró que Rodolfo Hernández es tan amigo de la extrema derecha como de la extrema izquierda, que Gustavo Petro “le vendió el alma al diablo” y es una “amenaza para la democracia”, y que si es presidenta hará una gran “depuración” en la Fuerza Pública, porque la institución está tomada por una “rosca” en la que impera la corrupción.
Lamentó que el partido que nació de las Farc haya terminado aliado con el clientelismo y la corrupción que decía combatir, al aliarse con una extrema izquierda sin pudor.
En entrevista con SEMANA, Íngrid contó que no vino como “relleno” de la coalición de Centro Esperanza, sino que espera ganar la consulta y ser la próxima presidenta de los colombianos.
Confesó que solo decidió emprender su carrera por la Presidencia luego de hablar con sus hijos, quienes no querían que ella tomara este rumbo, pues todavía recuerdan con dolor los años que tuvieron que pasar alejados de su madre por el secuestro a manos de las Farc que duró más de seis años.
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SEMANA: ¿qué fue lo que hizo que usted se decidiera ser candidata presidencial?
ÍNGRID BETANCOURT (I. B.): yo creo que esta es una declaración de amor a Colombia. Yo tenía una serie de dificultades que tenía que resolver antes de tomar esta decisión, pero lo logramos.
Ahora tengo el apoyo de mi familia y pude sortear todas las dificultades que se habían presentado contra esta posibilidad. Y también pude cumplirle a la coalición Centro Esperanza. Todo esto se da porque hay un inmenso amor y un inmenso compromiso por Colombia. Eran muchas las dificultades pero todo quedó resuelto.
SEMANA: ¿la falta de apoyo familiar fue un obstáculo?
I. B.: no hubiera podido emprender este proceso sin el apoyo de toda mi familia. Pero también había otras dificultades de orden logístico, de seguridad.
SEMANA: ¿quién de la familia era quien más se oponía?
I. B.: no era que se opusieran. Había miedos, angustias, preocupaciones. Memorias difíciles. Entonces hubo que hacer un diálogo, analizar los problemas que percibíamos y hacer un pacto entre todos nosotros para que cogidos de la mano podamos hacer que esta tarea sea más grata.
Toda mi familia está comprometida en este proceso por Colombia.
SEMANA: ¿la mamá o los hijos, los más difíciles?
I. B.: para mis hijos fue muy difícil.
SEMANA: ¿los persuadió?
I. B.: fue una persuasión conjunta. Y también el amor de ellos conmigo, todo eso influyó. Una de las discusiones que tuvimos fue alrededor de un recuerdo de mi padre, quien solía decir que uno tiene un vector de vida y que uno tiene que saber discernir para saber cuál es. Y que uno lo va decidiendo con las determinaciones conscientes e inconscientes que va a tomando en el curso de la vida. Uno tiene que tener claridad sobre cuál es ese vector para no equivocarse en lo que uno es. Y el vector de vida mío es querer seguir trabajando por Colombia.
SEMANA: ¿Íngrid Betancourt decidió correr por la Presidencia para llenar un espacio o porque cree que puede y quiere ser Presidenta?
I. B.: yo no vine de relleno. Nunca he hecho algo en mi vida por llenar espacios. Me he batido por tener los espacios, nunca me han regalado nada.
Me siento capaz y creo que es el mejor momento para tomar esta decisión. Toda mi vida he trabajado consciente e inconscientemente para el ejercicio público, para liderar los destinos de mi país. Lo he hecho de muchas maneras, con experiencias muy dolorosas, y he aprendido a conocerme y a conocer a Colombia desde una perspectiva diferente.
Soy una mujer que no se doblega, que no se da por vencida, que quiere terminar lo que empezó y eso me hace segura de mi profundo compromiso con Colombia. Me siento totalmente capaz.
SEMANA: ¿cuáles serían esas decisiones principales, urgentes, que tomaría si hoy fuera presidenta de Colombia?
I. B.: lo primero es tener un equipo de gobierno que sea no solamente capaz en lo técnico, sino intachable en lo ético. Esa transformación de Colombia pasa por una preparación técnica, pero también por un compromiso moral que nos permita derrotar la corrupción.
El diseño de ese equipo de gobierno se facilita afortunadamente con la existencia de la coalición Centro Esperanza, porque tenemos al mejor equipo para gobernar. Cualquiera de los precandidatos que salga elegido tiene al mejor equipo de gobierno.
Una vez en el gobierno tenemos varias actividades urgentes para emprender. Y la primera es la transformación de la administración pública, en la que tenemos que hacer una reingeniería, porque es el instrumento con el cual el presidente ejecuta los cambios. Y si ese instrumento está dañado, como ocurre actualmente, contaminado por todo tipo de parásitos y clientelismo, narcotráfico y violencia, deforman nuestro trabajo.
Tenemos que hacer una limpieza, una depuración de nuestras estructuras en la administración pública, con un zar anticorrupción que debe revisar todos esos procesos y poner a andar una aplicación digital que permita tener todas las denuncias de los ciudadanos donde no opere la administración.
Lo que vamos a hacer es una alianza entre el gobierno y la ciudadanía para sacar a los corruptos de sus puestos. De los espacios de poder.
Nuestra segunda urgencia es la seguridad. Los civiles decidieron que se encargaban de la administración pública y le dejaban el manejo del orden público a los militares y a la policía, y eso ha sido un error, porque en algún momento se rompió la comunicación entre el sector público y el estamento castrense.
En el gobierno Duque hemos visto unas experiencias traumáticas, pues la información de inteligencia militar no solo no le llega el presidente de la República, sino que lo desinforman. Entonces el presidente de la República, que es quien tiene que tomar decisiones, está manipulado por unos intereses oscuros, porque también, desgraciadamente, la fuerza pública ha sido contaminada con estos hechos de corrupción.
Para mí el tema militar es supremamente sensible, porque son mis compañeros de cautiverio, fueron quienes me liberaron, me salvaron la vida, con ellos duré encadenada muchos años cuando estuvimos secuestrados. Sé quiénes son ellos. Tenemos personas extraordinarias, héroes silenciosos.
Pero nuestra fuerza pública viene siendo parasitada desde hace años por una rosca que está dañando su espíritu con la corrupción.
El desafío es lograr el control civil sobre el estamento castrense y realizar una gran depuración para que los buenos puedan surgir, para que tengamos los mejores generales, los mejores soldados y policías.
Tiene que haber una responsabilidad civil sobre los hechos que afectan a la seguridad y la vida de los colombianos.
La institución presidencial no es para lavarse las manos y cambiar a un funcionario y decir que no nos informaron, sino que debe haber plena responsabilidad civil en el control del estamento militar.
SEMANA: ¿qué es eso de la rosca militar? ¿Qué sabe?
I. B.: son informaciones que hemos tenido todos. En los casos de ascensos al generalato se han visto situaciones en las que muchas veces los que merecen ser ascendidos son sacados de la institución y el poder político en cabeza del ministro de Defensa parece ajeno a esas decisiones.
SEMANA: ¿cómo ve usted el hecho de que la FARC, que la tuvieron secuestrada casi siete años, hoy sea parte de la institucionalidad, pues varios de ellos forman parte del Congreso?
I. B.: me parece muy importante que ellos hayan depuesto sus armas, se hayan desmovilizado, hayan desvertebrado esa organización delictiva y terrorista, y que a cambio de eso nosotros hayamos aceptado que entraran al Congreso de la República.
El espacio que se les ha dado es un espacio privilegiado que ellos van a tener que consolidar, pero lo que vemos hasta el momento es que no han sabido hacerlo. Todavía, cuando uno los oye, los escucha más como guerrilleros que como líderes políticos. Nosotros no queremos tener guerrilleros en el Congreso, queremos tener políticos que piensen diferente, sí, pero que estén trabajando para la paz y la consolidación de la democracia.
Y lo digo porque las decisiones políticas que han venido tomando ha hecho que ellos se hayan inscrito en una extrema izquierda que tiene las mismas características de la extrema derecha, desde el punto de vista político. Son personas para quienes el fin justifica los medios y están dispuestos a hacer alianzas con personas espúreas que llegan con sus clientelas y sus maquinarias, dispuestos a recibir dinero no importa de dónde provenga. Es muy triste pensar que después de haber hecho una lucha de tantos años, con tanto costo en vidas, terminen siendo parte del sistema que combatían.
SEMANA: ¿ve a las es-FARC en esa situación hoy?
I: B.: pues sí. Es un partido que sea alinea en una extrema izquierda que recibe apoyos de clientelistas, de testaferros, de corruptos, pues es el sistema que ellos decían que querían acabar. Pero con el cual terminan alineados.
SEMANA: ¿por eso es que usted dice que Petro le vendió el alma al diablo?
I. B.: sí, claro que sí. Petro le vendió el alma al diablo. Es decir, con tal de llegar a la Presidencia está dispuesto a aliarse con cualquiera. Pero eso no lo digo solo yo. Ese fue el debate con Francia Marquez, y eso ha generado todo tipo de cuestionamientos al interior del petrismo.
La llegada de Luis Pérez a ese sector no ha sido explicable para Margarita Rosa de Francisco, como para nadie. Y ahí están las FARC, aliadas con una persona ligada al paramilitarismo. Yo no entiendo esas lógicas.
SEMANA: ¿Petro aliado con la corrupción?
I. B.: está en ese mundo en que el elefante está en el jardín pero no lo ven. Uno no puede ser líder del movimiento político y pretender que no se da cuenta de lo que está pasando adentro. Petro podía tomar la decisión de que esas personas no estén ahí, pero no lo ha hecho.
SEMANA: ¿Petro es una amenaza para la democracia?
I. B.: los extremos políticos, ya sea extrema izquierda o sea o extrema derecha, son amenazas para la democracia. Y Petro está en la extrema izquierda.
SEMANA: ¿cree que Rodolfo Hernández pueda llegar a ser presidente?
I. B.: Rodolfo Hernández es un caso muy ambiguo porque tiene relación con todos los extremos. Es amigo de la extrema derecha y de la extrema izquierda. Y está preparando el terreno para aterrizar en alguno de esos extremos en caso de que no llegue a la segunda vuelta, lo cual me parece que es un oportunismo peligroso todavía o una incoherencia todavía más inexplicable. Yo me pregunto: ¿cómo puede uno pretender estar a gusto con los extremos ideológicos?