POLÍTICA

El regreso de Íngrid Betancourt

Los cuatro días que la ex candidata presidencial estuvo en el país fueron intensos y a la vez decisivos para consolidar el apoyo del centro a Petro. Con Antanas Mockus y Claudia López esa campaña obtuvo un aire. ¿Por qué volvió ella?

12 de junio de 2018
| Foto: Jorge Pérez

Íngrid Betancourt es una mujer que cree en el poder de los símbolos. En pleno proceso 8.000, la entonces joven congresista asistía a los debates con una camiseta pintada con un elefante. El símil no lo había creado ella, pero se había convertido en la forma de explicar el rechazo al papel que tenía Ernesto Samper en la supuesta entrada de dineros calientes a su campaña. Años más tarde, cuando buscaba una curul en el  Senado, Íngrid utilizó un tapabocas. Era común verla en la calle con este puesto y repartiendo volantes con la frase “Colombia necesita Oxígeno” para acabar con la corrupción y la politiquería. Sacó la votación más alta del país. Por eso, para quienes la conocían desde esa época de ‘enfant terrible’ de la política, la imagen de ella al lado de Gustavo Petro, Claudia López y Antanas Mockus, con unos mandamientos tallados en mármol parecía un simple ‘Deja Vu’.

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En medio de la agitada campaña política que vive el país, el regreso de Íngrid pasó sin mayor sorpresa. Sin embargo, detrás de los cuatro días que la excandidata presidencial estuvo en Colombia hay una historia muy interesante. Desde que recuperó la libertad, hace ya casi diez años, Íngrid no había intervenido nunca en política ni había estado en el país tanto tiempo. Regresó el año pasado un par de días para expresar su apoyo al proceso de paz y una semana en abril de este año para participar en una serie de conferencias en la Feria del Libro y asistir a un homenaje que el Icetex le hizo a su papá, Gabriel Betancourt Mejía, quien fundó ese organismo. Gustavo Petro terminó siendo el hombre que hizo romper ese silencio político, ¿por qué?

Hace dos meses, Betancourt se había referido tímidamente al momento electoral que vivía el país. En una entrevista con SEMANA aseguró que veía con mucha esperanza la campaña presidencial y aseguró que sentía que desde hace mucho tiempo los colombianos no tenían la oportunidad de elegir de una baraja con tan buenas cartas. Contó que conocía a Gustavo Petro pues habían sido compañeros en el Senado y lo describió como “el mejor” parlamentario de Colombia. Agregó que, eso sí, el país tenía la oportunidad de proteger el proceso de paz en esa jornada.

Esa actitud discreta cambió completamente el pasado 27 de mayo. Íngrid se encontraba en Europa –donde vive desde su liberación- y por eso, solo vio los resultados hasta el día siguiente. Decidió en ese mismo momento llamar a Petro. “¿Qué hay que hacer?”, cuentan que le dijo. Al candidato de la Colombia Humana le sorprendió esa llamada. Si bien ambos se conocían, los dos habían pasado años sin hablarse y un apoyo de Íngrid a su candidatura no estaba precisamente en las cuentas de la campaña.

Betancourt y Petro hablaron largamente. Ella le insistió en que había decidido buscarlo porque creía que se necesitaba una coalición de centro para proteger el proceso de paz. A diferencia de Duque, que ha dicho que quiere hacer modificaciones sustanciales a los acuerdos, el candidato de la Colombia Humana ha asegurado que una de sus prioridades es cumplir lo pactado en La Habana. Íngrid le dijo que creía que era el momento de unir a varios sectores en torno a este propósito.

Por esos días, Sergio Fajardo y Humberto de la Calle anunciaron que votarían en blanco. Petro e Íngrid volvieron a hablar y el exalcalde de Bogotá le hizo una propuesta: “¿Por qué no viene?”. Íngrid le dijo que comenzaría a ayudar desde Francia haciendo llamadas y que lo pensaría. Finalmente llegó el martes pasado con un tiquete para devolverse dos días después.

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El tiempo que estuvo en Bogotá fue intenso. El mismo martes, el candidato hizo una rueda de prensa para anunciar esa nueva embajadora que llegaba a su campaña. “Bienvenida Íngrid Betancourt a la Colombia Humana. Nos une la esperanza y defender la paz. El 17 de junio ganaremos… una simple X puede echar a la caneca de la historia la corrupción”, dijo en una improvisada rueda de prensa.

Íngrid también habló ese día. Contó que llevaban una semana conversando y que se unía a esa campaña bajo un solo principio, el respeto. Betancourt explicó que ese valor tenía tres pilares fundamentales 1) el respeto a la propiedad privada. 2) el respeto a los acuerdos de paz y al Estado de Derecho y 3) la pluralidad política expresada en el voto libre.

Sin embargo, la ex candidata presidencial no venía a darle su apoyo individual. Como dijo ese día su interés era formar “una coalición amplia” para llamar a todos los que estaban dudando sobre su voto. Agregó que se sumaba porque Colombia vivía un momento extraordinario para “abrirle el país a los colombianos”.

A la búsqueda de esa coalición Íngrid le metió empeño. Al primero que buscó fue a Humberto de la Calle. Como no pudo concretar fácilmente una cita con él, le llegó a la casa. Su esposa Rosalba la recibió y concretaron encontrarse más tarde. Al final el ex jefe negociador del proceso de paz le reiteró que había decidido votar en blanco.

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Entre las decenas de llamadas que había hecho para esa misión también estuvo alguien inesperado: Germán Vargas Lleras. El exvicepresidente habló con ella por telefono largo rato y en buen tono, y al final le dijo que por el momento no estaba interesado en participar más en la contienda.

Su compañera en varias de esas citas fue la recién electa senadora Angélica Lozano, que cuando era estudiante de derecho había trabajado con ella en el Senado. Lozano, quien fue una de las más activas voces a favor de Sergio Fajardo, había manifestado públicamente que en segunda vuelta apoyaría a Petro.

La coalición, sin embargo, solo cuajó con otros dos protagonistas. Antanas Mockus y Claudia López también venían hablando por su lado. Los dos habían sido el corazón de la campaña de Sergio Fajardo y ante la decisión de este de votar en blanco, sus más de 4,6 millones de electores estaban pendientes de qué hacían los demás mosqueteros de esa causa. Los verdes, con Navarro a la cabeza, se habían sumado de manera individual, pero con algunos compromisos. Robledo, quien tiene su historia con Petro, había dicho que votaba en blanco.

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Después de varios encuentros, Íngrid, Antanas y Claudia decidieron que había que anunciar esa coalición, pero no de cualquier manera. Hablaron de la necesidad de hacer un ritual, distinto a lo que haría cualquier político tradicional. Mockus aseguró que era necesario reflexionar sobre el valor pedagógico de los rituales para cambiar los comportamientos de líderes y de los ciudadanos. De allí surgió la idea de lograr una suerte de "profesión de fe de Petro" sobre lo que no era aceptable para ellos al adherir y lo que sí. Pensaron en un inicio en algo en el Cementerio Central para homenajear a quienes habían perdido la vida en el conflicto. Luego en el Parque Nacional, en esa misma pileta en la que años atrás Mockus pidió perdón por haber renunciado a la alcaldía.

Al final, fue el mismo Gustavo Petro quien propuso el lugar: la iglesia del Voto Nacional. Todos estuvieron de acuerdo. Mockus combinó una expresión que había sido usada en la campaña de Fajardo “Podemos” y la terminó con la expresión de la liturgia “podemos ir en paz”. A pesar de que entre los visionarios había opiniones encontradas sobre esa adhesión, Mockus terminó encarnando con Claudia e Íngrid el corazón de esa alianza naciente. Su esposa, Adriana Córdoba, quien fue veedora de Petro, también jugó un papel clave.

Al Voto Nacional llegaron el viernes Petro, Claudia López, Antanas Mockus, Angélica Lozano, Ángela María Robledo, María José Pizarro. Mockus le preguntó a Petro si juraba cumplir con 12 mandamientos. “No expropiaré”, “No convocaré a una Asamblea Nacional Constituyente”, eran dos de ellos. La imagen de todos se convirtió en un momento simbólico de esta carrera por la presidencia. En últimas, la unión de estos personajes alrededor de Petro intentaba disipar dudas frente a los extremismos de que lo acusan.

El escenario no era una simple decoración. La Basílica fue construida como símbolo de reconciliación entre liberales y conservadores cuando terminó la Guerra de los Mil Días. La obra también fue hecha para consagrar al país al Sagrado Corazón y por esta razón, Colombia lleva ese mote.

Para Íngrid el Sagrado Corazón tiene un significado adicional. Cuando estaba secuestrada, Betancourt sentía que no iba a poder resistir más el cautiverio y pensó en un momento de oración que ojalá Dios le enviara una señal. No pidió que la liberaran sino poder tener una idea de cuánto más se debía esperar. Prometió que si eso sucedía, ella todos los viernes iría a misa.

En ese momento pudo sintonizar un programa de radio. El locutor contaba que ese era el día del Sagrado Corazón y recordaba las 12 promesas que él hizo: volver a unir a sus familias, consolarlas en todas sus penas, tocar el corazón duro de los enemigos. Íngrid quiso copiarlas porque sintió que se identificaban totalmente con lo que estaba esperando. Le quedaba un pedazo pequeño de lápiz y encontró en el piso un cartón de una cajetilla de cigarrillos. A los pocos días ‘alias Gafas’ se le acercó y le dijo que llegaría una comisión europea para hablar con ellos. En más de seis años y medio que llevaban secuestrados nadie del mundo exterior había podido tener contacto. Íngrid pensó que esa conversación podía ser la señal de su liberación, sin embargo terminó siendo la Operación Jaque que la devolvió a la libertad.

El día de la adhesión a Petro, Íngrid entró a la iglesia y compartió la misa con un centenar de feligreses. Al otro día tomó un vuelo de nuevo para Europa. No se sabe qué impacto tendrá ese momento en esta carrera presidencial. Con las encuestas en su contra, Gustavo Petro aspira a remontar en la última semana. Por ahora se sabe que esos cuatro días en el país, no significan de ninguna manera su regreso a la arena política en Colombia. Sin embargo, con los resultados del próximo domingo, cualquier cosa puede pasar.