| Foto: Archivo Semana

ORDEN PÚBLICO

La inseguridad acecha en Cartagena

A pocos días de que se firme la paz con las FARC, sorprenden los hechos violentos ocurridos en la Heroica. ¿Qué está pasando?

22 de septiembre de 2016

Cuando Manuel Vicente Duque, alcalde de Cartagena, dijo a través de su cuenta en Twitter que la ciudad tenía que prepararse con un “maquillaje importante” para la firma del acuerdo de paz, no sabía lo clave que se convertiría esa tarea. Días después de  pronunciar esa frase, la Heroica obtuvo la atención nacional por cuenta de una balacera en Bocagrande y luego, del atraco a mano armada que vivió el polémico Turco Hilsaca. Aunque las autoridades aseguraron que los hechos violentos ocurridos en el sector turístico fueron “aislados”, la preocupación por la seguridad en la ciudad aumentó.

Lo ocurrido en Cartagena en los últimos días no es nuevo, pero sí obtuvo especial notoriedad no sólo por la cercanía de la firma definitiva de los acuerdos de La Habana, sino porque golpeó el corazón de la ciudad turística.

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La “ola de inseguridad” que los medios de comunicación han denunciado recientemente es una constante en barrios aislados como Olaya Herrera, Nelson Mandela, El Pozón, La Esperanza y Pasacaballos. Estos cinco poblados tienen el mayor índice de inseguridad de la ciudad amurallada, según el último informe de Cartagena Cómo Vamos.

En estos sectores, los hechos de violencia son más comunes, aunque no son tan mediáticos como el supuesto intento de secuestro de alias Pichi, miembro del Clan Úsuga, quien está en casa por cárcel en la zona norte de la ciudad, que desató una balacera en pleno sector turístico de Bocagrande.

En Olaya Herrera siete días antes de este hecho, una persona salió herida cuando dos hombres y una mujer intentaban robarle. La Policía se enfrentó con los delincuentes y ambos hombres resultaron con heridas de bala. La madrugada del 4 de septiembre un joven fue asesinado en Nelson Mandela luego de recibir 24 puñaladas.

Sin embargo, ninguna de estas tragedias desató la conmoción del asesinato de Napoleón Perea, hijo del reconocido periodista con el mismo nombre, en un intento de atraco. O el robo masivo en una pizzería en el sector Bocagrande, donde estaba el controvertido empresario Alfonso el Turco Hilsaca, a quien le quitaron un reloj Rolex. Ni el intento de robo en la casa del gerente de Coosalud.

“El mismo fin de semana que asesinaron al hijo de Napoleón Perea, un joven en la Boquilla, un sector deprimido de la ciudad, tuvo la misma suerte y el homicidio escasamente se mencionó. No estamos ante el fin de semana más violento de Cartagena, ni el más sangriento. Estamos en una hipersensibilización de la percepción de inseguridad por los sectores donde han sucedido los hechos y por los personajes involucrados”, le dijo Fredi Eduardo Goyeneche, director del Centro de Observación y Seguimiento del Delito (COSED) de Cartagena, a Semana.com.

El Ministerio del Interior el pasado agosto emitió una alerta temprana para el Distrito por el brote de fenómenos como narcotráfico, extorsión, desplazamiento y reclutamiento de menores, a manos de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, los Rastrojos, las Águilas Negras y otras organizaciones criminales que se han venido tomando Cartagena. Esto demuestra que la ciudad no sólo se presta como escenario de importantes eventos por su ubicación estratégica, sino como cuna logística de operaciones delictivas.

En un documento elaborado por la Defensoría del Pueblo se detalla que estos fenómenos se han extendido prácticamente a toda la ciudad, menos en sectores turísticos. Además se hace énfasis en la vulnerabilidad de los adolescentes.

En Cartagena hay 1.240 personas que gozan del beneficio de la detención domiciliaria. De estos, 390 ya están condenados. Veinte de ellos, dijo el alcalde, están sindicados de ser cabecillas o “capos”, de bandas criminales dedicadas al narcotráfico y la extorsión.

Estos grupos armados, dice el informe, están amenazando a líderes comunales y organizaciones sociales como la Mesa Distrital de Víctimas, a mujeres y a organizaciones sindicales. “Han implementado estrategias tendientes a la instrumentalización y utilización ilícita de niños y adolescentes, para ocultar su participación en la comisión de delitos, implantar el control sobre la distribución local de drogas ilícitas y armas”, señala el documento.

Advierte la Defensoría que quienes están en riego son los sectores que históricamente han presentado altos niveles de desprotección y vulnerabilidad.

Según el último informe de Cartagena Cómo Vamos, esta ciudad es una de las ocho urbes con mayor porcentaje de población en pobreza y pobreza extrema. De acuerdo con los registros de la Secretaría de Educación Distrital, el 46,6 % de los jóvenes de entre 15 y 16 años no están registrados en el sistema educativo.

El secretario del Interior de Cartagena, Fernando Niño Mendoza, le dijo a Semana.com que con base en las recomendaciones que hizo el Ministerio del Interior en su alerta temprana, se han realizado consejos de seguridad de manera periódica para establecer estrategias en los lugares con mayores índices de violencia y microtráfico. Aseguró que se fortalecerán las acciones en 19 barrios, entre ellos Olaya Herrera, Nelson Mandela, La Esperanza y El Pozón.

En cuanto a la población adolescente, según Niño Mendoza, se está haciendo seguimiento en la entrada y la salida de las instituciones educativas. Además se decretó la Ley Zanahoria permanente después de las 10 de la noche, para que los menores no salgan después de esta hora sin compañía de los padres.

La Policía Nacional anunció este martes que todo estaba listo para la firma de la paz en Cartagena. Se dispondrá de 400 uniformados que se encargarán de reforzar los barrios de El Laguito, Bocagrande, Centro Histórico, Crespo, Manga, Pie de la Popa y Catillogrande. Cada uno de los presidentes invitados tendrá un esquema de seguridad.

Según Fredi Eduardo Goyeneche, del Centro de Observación y Seguimiento del Delito, en los próximos días, debido a los cordones de seguridad que se van a implementar, se va a reducir el índice de violencia y la incertidumbre. “Sin embargo, puede suceder como pasó cuando fue la Cumbre de las Américas del 2012, que durante el evento disminuyó la criminalidad pero se disparó una vez culminó”.

Ante este panorama queda la duda de qué pasará con la seguridad en Cartagena una vez se firme la paz y la mirada de los medios ya no esté puesta sobre ella.