SALUD

Invima restringe medicamentos para la malaria en pacientes con covid-19

Francia y Estados Unidos aprobaron el uso médico de dos fármacos empleados para combatir la malaria en tratamientos a pacientes críticos de coronavirus. El debate se abre paso en Colombia con mensajes contradictorios y limitantes. La cloroquina y la hidroxicloroquina ¿milagro o imprudencia?

3 de abril de 2020
| Foto: Archivo particular

La pandemia se extiende y no hay vacuna. La alternativa más próxima se refiere al uso de dos medicamentos empleados desde hace más de siete décadas en la cura de la malaria y en el tratamiento de enfermedades reumáticas. Por sus efectos de inhibición en la replicación del virus se ha sugerido que la hidroxicloroquina y la cloroquina podrían constituir un tratamiento efectivo. Pero la certeza es incierta.

A pesar de ello, las noticias alentadoras fueron usadas por el presidente Donald Trump en una rueda de prensa para calificar esta medicina como un “don del cielo” en el que trabajaba para garantizar su disponibilidad inmediata en droguerías. Su anuncio provocó un desabastecimiento inmediato en Estados Unidos, así como la intoxicación de una pareja en Arizona que ingirió un aditivo para piscinas que contenía la sustancia. El hombre murió de un paro cardiaco y la mujer se recuperó después de estar en estado crítico.

Lo ocurrido en Estados Unidos abrió un debate mundial alrededor del uso de esa droga, cuya expectativa concentra el interés de los científicos y el mayor número de ensayos, aunque hasta ahora su efectividad no está probada. Los acercamientos los comenzaron a hacer científicos en Wuhan, quienes concluyeron que la cloroquina impedía que el coronavirus se replicara en cultivos celulares. En los primeros quince días de marzo, Francia hizo ensayos con 36 pacientes contagiados: 20 de estos fueron tratados con hidroxicloroquina. En el 70 por ciento de los casos se dejó de detectar virus después de 6 días, un promedio cuatro veces superior comparado con los pacientes a los que solo se les hizo manejo de síntomas. El porcentaje sube al cien por ciento con el complemento de azitromicina, otro antibiótico que también está siendo analizado. Aunque el resultado es prometedor, un experimento con tan pocos individuos es definitivamente insuficiente para que el mundo cante victoria.

Con este estudio como base, el debate tuvo un accidentado aterrizaje en Colombia. El jefe del Servicio de Infectología de la Fundación Valle del Lili en Cali, Juan Diego Vélez, salió a los medios de comunicación a explicar que la hidroxicloroquina y la cloroquina pueden disminuir rápidamente el crecimiento y la expansión del virus en el paciente, disminuyendo los riesgos de enfermedad grave o insuficiencia respiratoria. “Hay una luz en el camino muy importante”, dijo Vélez.

En contexto: 

Aunque el especialista advirtió que los pacientes no deben automedicarse, emitió una comunicación donde señala las dosis recomendadas para adultos y niños: “En mi concepto, y hasta que tengamos nuevos datos que nos permitan cambiar o retomar el rumbo, pienso que los pacientes tanto leves como graves deben recibir (la dosis)”. Dicho concepto no tardó en ser replicado por personalidades ajenas al mundo de la ciencia pero influyentes como el expresidente Álvaro Uribe, quien trinó: Científico del Hospital Valle de Lili, Cali, recomienda medicamento, ¡habrá provisión!”.

La reacción de la comunidad médica en Colombia fue de alarma. La Asociación Colombiana de Infectología y la Asociación Colombiana de Reumatología aseguraron que no existe evidencia científica que respalde el uso de cloroquina para prevenir, evitar o hacer profilaxis de la infección. El temor de desabastecimiento llevó a que los reumatólogos le pidieran el Gobierno controlar la venta de este medicamento exigiendo fórmula médica con datos del paciente, médico, la EPS y la IPS donde se generó la atención. 

“Este tipo de comunicación debe ser cautelosa. Las efectos secundarios que puede generar son graves, alteraciones en el ritmo cardiaco y hay reportes hasta de muertes súbitas”, aseguró Antonio Veira del Castillo, médico oftalmólogo especialista en salud pública. Claudia Vacca, directora del Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder de la Universidad Nacional señala que actualmente hay 23 ensayos a nivel mundial. “Los reportes no muestran que el medicamento cambie completamente el curso de la enfermedad. Los hallazgos son prometedores, pero las pruebas no son concluyentes”, dice.


En contexto:


A pesar del temprano anuncio de Trump, Estados Unidos apenas aprobó esta semana el uso de estos medicamentos para pacientes en estado crítico y bajo control médico, al igual que lo había hecho Francia. En Colombia, se recomienda su uso en protocolos de investigación mientras se publica más información que avale su uso. Así lo establece el Consenso Colombia de Atención, Diagnóstico y Manejo de infección por covid-19 donde además se pide realizar vigilancia electrocardiográfica en especial en pacientes con disfunción renal y hepática.

De hecho, el Invima emitió una alerta para pacientes y personal médico con el fin de que en Colombia se usen solamente para tratar malaria, paludismo, artritis reumatoidea y lupus eritematoso sistémico. El uso en ensayos clínicos advirtió el comunicado debe estar aprobado previamente por el Invima. Varias universidades del país están pidiendo pista para iniciar ensayos clínicos.


Así que, con expectativa moderada, Colombia se suma a una discusión científica que podría ser crucial para el manejo de la peste que azota al mundo.