PORTADA
J Balvin: un año de éxitos y su lucha contra la depresión
El cantante colombiano más global, a quien la revista “TIME” consagró como uno de los 100 personajes más importantes del mundo, ha enfrentado una profunda depresión. Le contó a SEMANA su estremecedora lucha y cómo está saliendo adelante.
J Balvin es el artista colombiano más exitoso del momento. En 2020 rompió un récord Guinness por llevarse más de 13 nominaciones a los Grammy. También fue el colombiano más escuchado en Deezer y Spotify, y uno de los primeros en el mundo entero. En el escenario lo ha logrado todo: el Super Bowl, Coachella, Lollapalooza y hasta un concierto de Fortnite, el juego sensación en el planeta. Las marcas lo codician. Sacó tenis con Michael Jordan y trabajó con Channel, Guess y Nike.
Muy pocas veces un cantante latino de reguetón había cruzado tantas fronteras. Sin embargo, dice que lo llena de verdad poder ser una inspiración para quienes viven en la oscuridad de una enfermedad mental. Por sus éxitos y esa valiente lucha, la revista TIME lo incluyó en los 100 personajes más influyentes del año. En conversación con Vicky Dávila, habla de cómo ha logrado ver la luz y encender una llama de esperanza en otros. Una labor que, para él, vale más que miles de premios.
Vicky Dávila (V.D.): 2020 ha sido un año muy difícil: todo lo que ha pasado en el planeta y en el país, atravesado por esta pandemia. Pero, en su profesión, las cosas sí han salido muy bien, por fortuna…
J Balvin (J.B.): La verdad es que profesionalmente estoy muy agradecido con todo lo que está pasando. Es muy bonito, porque ya van varios años así. Mantenerse no es fácil y más aún cuando hay tantos artistas nuevos. Entonces sí, es una gran bendición seguir conectando con el público y con el mundo de diferente manera.
Lo más leído
V.D.: ¿Quién es J Balvin?
J.B.: J Balvin es una marca. Una marca que se comunica de diferentes maneras como lo acabo de hacer con el lanzamiento de mi nuevo Jordan o como cuando hago algo junto con Fortnite o una colaboración junto con Guess. J Balvin también es un soñador y un artista que quiere reinventarse y hacer historia para más adelante dejar un legado. Es un hombre que quiere servir como inspiración para que otros puedan lograr sus sueños.
V.D.: ¿Y quién es entonces José Álvaro Osorio Balvin?
J.B.: José es un ser humano como todos, yo creo que incluso hasta más frágil y más sensible. Detrás del artista hay una persona. Y esa persona es como cualquier otra que sufre, llora, ríe, tiene aspiraciones, tiene sueños, desilusiones. Soy un ser humano como cualquier otro con muchos errores. Siempre busco cómo ser mejor, cómo crecer como persona, cómo tener más control, cómo tener más paciencia, cómo tratar de ver la vida en cualquier momento oscuro con optimismo, así sea muy difícil.
V.D.: Hace unas semanas usted les contó de frente a sus millones de seguidores que no estaba bien. ¿Cómo está ahora?
J.B.: Estoy mejor, todavía no al 100 %, aunque quisiera estarlo. Tengo que aprender a reconocerme como un ser vulnerable. A veces la gente confunde el hecho de que uno sea exitoso en su carrera con estar bien. Pero uno es un ser humano como todos, cargando unas cruces bien pesadas. Voy en el proceso juicioso con el medicamento, con el ejercicio, con los buenos hábitos que siempre he tenido. La verdad, nunca he tenido un estilo de vida que me permita hacerme daño, sino, por el contrario, me permite mejorar más rápido. Aunque el tiempo, cuando uno está en la oscuridad, se hace eterno, hay que esperar... Pero vamos bien, vamos positivos y hay esperanza que es lo más importante.
V.D.: ¿A qué le llama “esos momentos de oscuridad”?
J.B.: Los momentos de oscuridad son los que yo paso. Momentos de una gran tristeza o una gran frustración. El hecho de que uno como artista pueda demostrar que ha logrado lo imposible no quiere decir que, por dentro, cualquier batalla personal sea igual de sencilla. Es difícil cuando uno pierde la esperanza. Es difícil cuando uno siente que no va a salir de ahí o piensa que la vida va a ser así todo el tiempo. Yo estoy muy agradecido con lo que tengo... Pero soy consciente de las sensaciones y los trucos que me juega la mente cuando hay un desbalance químico. Eso es algo en lo que uno debe tener humildad y reconocer su fragilidad. Esto no es solo cuestión de actitud. Es una vulnerabilidad tener estos problemas de salud mental.
V.D.: Usted ha dado un testimonio muy valiente de esa lucha interior, que viven tantas personas en silencio y que se ha sentido tanto en esta pandemia. Cuando habla de esto, ¿piensa en ellos?
J.B.: Claro. 100 por ciento. Antes yo no apoyaba para nada ir a un psiquiatra o un psicólogo, decía que con la educación que me dieron en casa y con mi actitud era suficiente. Pero llegó un momento en que tuve que reconocer con humildad que necesitaba ayuda extra y me funcionó. Me ayudó tener un psiquiatra y estar medicado. Fue muy difícil aceptar estar medicado. Gracias a Dios hay tecnología, gracias a Dios existe la manera de balancear los químicos y permitir que con paciencia todo vaya volviendo a su lugar. Lo hablo con naturalidad, porque sé que hay gente que no lo va a expresar, porque le importa mucho el qué dirán, por la estigmatización que hay a la salud mental.
V.D.: ¿Cuándo fue la primera vez que usted entendió que había un problema?
J.B.: Yo creo que toda la vida fui así. Desde muy pequeño era muy ansioso, pero todo cambia cuando se vuelve algo más patológico y sientes que es mucho más fuerte que tú. La verdad, esa sensación me ha dado pocas veces, pero las veces que la he tenido es horrible. Es muy difícil sentir que pierdes la esperanza. Hay un fenómeno que se llama desrealización, que es como saber que la realidad no te pertenece, que estás como en un tipo de sueño, en una nube o con neblina alrededor. Y hay otro caso que se llama despersonalización, que es sentir que estás fuera de tu propio cuerpo. Ambas son formas del cerebro de protegerse frente a la ansiedad y son sensaciones muy incómodas. Muchas personas lo viven, pero no saben que se llama así, no saben que están sufriendo de un caso severo de ansiedad que los lleva a la depresión.
V.D.: ¿Siente que hoy se comprende la depresión?
J.B.: Muchas personas piensan que la depresión es una tristeza. Pero una tristeza es un sentimiento, y la depresión es un desbalance químico. Puedes tener todo lo que soñaste, estar acompañado de quienes amas y simplemente la respuesta de la serotonina dentro de tu cerebro no es la misma. No te causa nada y nada te sale. Para mí es fuerte cuando leo en Instagram que me dicen: “Eres un desagradecido” o “Lo tienes todo”. También a veces la frialdad de las personas que escriben: “Te vas a terminar suicidando” o “Espero que te suicides”. Es difícil mantener esa presión. Pero yo prefiero tener la responsabilidad social de hablar al respecto. Hay gente que la está pasando mucho peor, porque ni siquiera sabe qué tiene. Y si sirvo como una persona que por ser personaje público y tener tanta conexión con el mundo puede hablar frente a la salud mental, lo voy a seguir haciendo.
V.D.: Un ser humano tan magnífico en el escenario ¿cómo maneja eso?
J.B.: Hay momentos muy duros. Por ejemplo, cuando gané el mejor álbum urbano en los Grammy hace 20 días, era muy difícil demostrar que estaba feliz. Recibir un premio con ganas de bajarse y salir a llorar, y encerrarse, son misiones que no son para todo el mundo. Se pasa mal. Todo cuesta el triple: salir, caminar, disfrutar, reír, cantar, tener giras o darle luz a la gente cuando estás dentro de esa oscuridad.
V.D.: Suena a una situación muy difícil.
J.B.: Yo pienso que el que me quiere va a entender y siempre va a estar ahí. Eso es ser real, ser uno. No soy capaz de aparentar, no me nace aparentar, es muy difícil, no soy capaz de fingir una sonrisa, trato de actuar, he actuado sonrisas.
V.D.: ¿Y qué tal es esa actuación de sonrisas?
J.B.: Mira los Grammy, cuando me entregaron el premio, hace 15 días, y ahí vas a ver una buena actuación. Este día estaba en otro canal, pero ya llegarán los momentos completos.
V.D.: ¿Por qué compartir esos malos momentos?
J.B.: Nunca busco pesar. Si el pesar me salvara, cada cinco minutos los compartiría. Sí creo que sirvo para darle luz a la gente. Siento que alguien dirá: un tipo como este, que yo admiro, la pasa mal, pues yo no estoy tan loco entonces. Quiero que sientan que, si sufren de eso, no es que sean débiles. Simplemente, hay un desbalance y te tocó, nos tocó. Las personas hablan de ir al psiquiatra como si fuera cosa de locos, pero, cuando hablan de ir al cardiólogo, no pasa nada. En los conciertos la gente me dice: “Oye, gracias a ti estoy sano, gracias a ti me atreví a ir al psiquiatra, gracias a ti ya no sufro de depresión, la tengo controlada”. Eso me llena mucho más que tener un número uno, que tener un Grammy.
V.D.: ¿Cómo empiezan esos episodios que padece?
J.B.: Empiezo a sentir temor sin razón. Empiezo a sentir que me voy a morir. Empiezo a sentir que la realidad no me pertenece... veo todo muy oscuro. Prácticamente es como estar en el infierno. Creo que he pasado ahí varios meses de mi vida.
V.D.: ¿Y cómo salir de ahí?
J.B.: Es como si alguien sufre de la presión: por más buena gente que seas, por más mentalidad que le pongas, pues hay ciertos químicos que solo se balancean con un medicamento y eso no te hace menos. Simplemente lo necesitas. En el caso mío, me funciona la psiquiatría. A otras personas les funcionará la meditación. Yo hago todo: medito, hago deporte, me alimento bien, trato de ser una buena persona, no tengo vicios, no tomo alcohol, no consumo ningún tipo de drogas ni marihuana recreativa. No hago nada que permita que me pase y, sin embargo, me termina sucediendo. Esto último que estoy pasando, que vamos a salir con el favor de Dios, fue por la covid.
V.D.: ¿Le dio covid y la depresión despertó de nuevo?
J.B.: Mi experiencia con la covid fue muy fuerte. Estuve muy complicado: fiebre de 39, el oxígeno llegó a bajar a 85, un punto en que casi me intuban. Todos los síntomas me dieron, pero a la equis potencia: dolor de cabeza como unas agujas en la frente, escalofrío, sudoración, pérdida del olfato, pérdida del gusto. Aparentemente la covid causa inflamación general, incluso, en el cerebro. Esta última vez, en mi caso, fue a partir de ahí. Estoy mucho mejor que en otras ocasiones anteriores en las que no era capaz de montarme al avión, al carro, de salir a la calle. Es lenta la recuperación, es para guerreros, la verdad.
V.D.: Hay quienes pierden esa guerra...
J.B.: Entiendo mucho y me duelen mucho las personas que han perdido la vida en el suicidio. Entiendo su dolor y entiendo que de pronto no tuvieron quién les dijera: “Oye, hay una opción” o nunca se atrevieron a contar lo que sentían. Entonces, por eso creo que uno puede salvar muchas vidas cuando habla de eso. Así sea para que alguien sea más tolerante frente a la situación de algún amigo, algún hermano, algún familiar...
V.D.: ¿Esos sentimientos de muerte llegan en esos momentos difíciles?
J.B.: Sí... llegan mucho. Como lo dice Carlos López, mi psiquiatra, se vuelven unas ideas que finalmente no vas a llevar a cabo, pero las tienes demasiado presentes. Cuando eres consciente de esos pensamientos, normalmente no los ejecutas. Pero hay días que uno dice que me quiero morir, que uno se pregunta qué pasa si me muero o si simplemente me apagan. No me da miedo decirlo, porque lo he pensado, pero siempre tengo la fe de que todo va a estar normal de nuevo.
V.D.: ¿Qué lo amarra a la vida cuando llegan esos pensamientos?
J.B.: Me amarra que tengo un nivel alto de conciencia, tengo ese espíritu guerrero de aguantar. Saber que no es la primera ni la última vez que me va a dar. Las tengo contadas en la mano, como cinco... Pero cinco veces de uno ir al infierno nunca se olvidan. Me amarra el apego a la familia, el sueño de tener una familia más adelante, el seguir compartiendo mi arte con el mundo, el ser un ejemplo de superación también.
V.D.: Usted dijo un día que sentía miedo al miedo. ¿Cómo es eso?
J.B.: Sí. La ansiedad causa eso. Tienes miedo y no sabes por qué ni por qué le tienes miedo al miedo. Tengo temor de sentir temor.
V.D.: ¿Cómo vive esto su familia?
J.B.: Mi madre es una mujer muy fuerte. Es mi gran motivación. Ella también tiene una enfermedad en la sangre muy difícil y siempre ha luchado y luchará hasta el final. Entonces, ella me llena de esperanza. Me dice: “Mijo, si yo estoy en esto hace 40 años, pues tú también dale pa’lante”. Y sigue luchando, y entre ella y yo nos vamos ayudando... Mi papá también es una nota.
V.D.: ¿Cómo le dice ella a usted?
J.B.: Mickey, como Mickey Mouse.
V.D.: En estos días estaban diciendo que usted iba a ser papá. ¿Eso es verdad?
J.B.: No es verdad, pero me gustaría. Es uno de mis grandes sueños. Cuando yo pienso en la muerte, digo: no pude ser padre, darle como mucho del amor, del conocimiento o el poco conocimiento que tengo, pero compartirlo con un ser que viene de ti, eso es algo que engancha mucho.
V.D.: ¿Lo ve próximo?
J.B.: Estamos buscando. Estamos juiciosos.
V.D.: ¿Está muy enamorado?
J.B.: Sí, claro, pocas veces hablo de eso. Creo que es la primera vez. Pero sí, claro que sí.
V.D.: ¿Quién es la afortunada, como se suele decir?
J.B.: La afortunada es una argentina. Se llama Valentina Ferrer. Es mi compañera de vida. Nos apoyamos en las buenas y en las malas, y en las regulares…
V.D.: ¿Qué es el reguetón?
J.B.: Es mi parcero, el que me dio la mano y me dijo vamos a conquistar el mundo juntos.
V.D.: ¿Tuvo este sueño desde que era niño?
J.B.: Siempre supe que lo mío tenía que ver con el público. Pasé por muchas cosas: por el circo del colegio, por entretener minitecas. Finalmente empecé a tocar guitarra, tenía una banda de rock y ahí ya supe que lo mío era la música. Siempre lo vi, siempre lo sentí, nunca lo vi imposible.
V.D.: ¿Sus papás qué querían que estudiara?
J.B.: Mi madre quería que yo fuera médico. Yo era buen estudiante y me metí a un semillero de medicina de la Universidad de Antioquia para darle gusto a mi mamá, pero a mí la verdad la sangre no, no. Además, era complicado uno salir del colegio para llegar a otro lugar a ver muertos. Creo que mi padre en algún momento quiso que yo fuera futbolista y después empresario.
V.D.: Cuando le dicen que usted es uno de los 100 personajes más influyentes del mundo y que lo dice “TIME”, ¿cómo se siente?
J.B.: Me siento muy halagado y muy agradecido, pero lo que he hecho nunca lo hice para aparecer ahí. Es de corazón que hemos llegado a romper todos estos récords.
V.D.: Lo de Spotify, ser el colombiano más escuchado, es un logro muy importante.
J.B.: Brutal. Hemos logrado mucho: ser el artista más escuchado en todo el planeta. Desde hace dos años no hemos bajado del top diez de los artistas más sonados y este año terminamos como el tercer artista en este ranking. Mantenernos es lo difícil. También ser el artista más sonado en Deezer en el mundo. Este año realmente se lograron varios hechos. Es la primera vez que el reguetón llega al Super Bowl, el primer artista latino en hacer una colaboración con la marca de Michael Jordan; en ser el principal en Lollapalooza, en 30 años; en tener un stage gigante en Coachella. Logramos cosas impresionantes, con la casa Channel, antes de que muriera Karl Lagerfeld. Muchas cosas que nunca iban a ver en un artista latino y mucho menos dentro del reguetón.
V.D.: ¿Le gusta la política?
J.B.: No. Soy fanático de las cosas bien hechas, de la moral y de la ética. Eso sí no es negociable. Cuando siento que tengo que hablar algo de política, porque tengo la responsabilidad, lo hago.
V.D.: Hoy el país está muy polarizado. Algunos artistas se meten en esa polarización, usted casi nunca.
J.B.: Yo era muy neutral, pero ahora…
V.D.: ¿Menos?
J.B.: Ya no soy neutral. Si veo que algo está mal, doy mi opinión. Finalmente somos líderes sociales. Sin querer queriendo nos volvemos líderes de la juventud, de muchas personas que esperan que uno diga lo que piensa. No soy esclavo de eso, pero cuando siento que lo tengo que hacer, lo hago.
V.D.: ¿Usted cree que el país va bien o mal?
J.B.: Yo creo que no soy nadie para decir qué va bien o qué va mal. Desconozco mucha información. Pero sí soy un hombre demasiado positivo y veo en esta nueva generación a jóvenes muy inteligentes y con una visión muy clara. He visto momentos muy difíciles este año, muertes inexplicables, esos casos de racismo... en esos casos no hay que ser neutral. Hay cosas que no hay por qué quedarse callado. Pero sí tengo mucha fe, soy un hombre positivo, no lo puedo negar.
V.D.: ¿Se siente de izquierda, de derecha, de centro o, sencillamente, de nada?
J.B.: Yo me siento es en la silla (risas).
V.D.: Le va mejor, creo... ¿Admira a algún político en Colombia?
J.B.: Admiro la fuerza que tienen y la fuerza mental en general para aguantar tanto palo. Algunos se lo merecen mucho y otros no sé si lo merezcan tanto.
V.D.: ¿Tiene algún nombre en especial o no lo quiere decir?
J.B.: No. Tengo líderes sociales que quiero mucho. En Medellín un joven llamado el Jeque que hace muchas veces más que cualquier político…
V.D.: El otro día le hice una entrevista a Tomás Uribe y le preguntamos con quién le gustaría encontrarse en un ascensor. Lo mencionó a usted. ¿Cómo le parece?
J.B.: ¡Qué cool! La verdad sigo insistiendo en que los personajes públicos como nosotros también podemos influir mucho positivamente, sin meternos en el mundo de la política directamente.
V.D.: ¿Este Gobierno le gusta o no le gusta?
J.B.: Decir me gusta o no me gusta depende de la realidad de cada quien. Por eso es tan difícil, porque, si me hago con el pueblo y entiendo al pueblo, sé que a muchos no les está gustando.
V.D.: ¿Qué piensa de estas personas? Iván Duque, por ejemplo.
J.B.: Bacán.
V.D.: ¿Álvaro Uribe?
J.B.: Bacán.
V.D.: ¿Juan Manuel Santos?
J.B.: (silencio)
V.D.: ¿Gustavo Petro?
J.B.: (silencio)
V.D.: ¿Sergio Fajardo?
J.B.: No lo conozco bien.
V.D.: ¿Claudia López?
J.B.: Tesa.
V.D.: ¿Qué es lo que más le gusta de Colombia?
J.B.: La gente, porque, a pesar de todos los problemas que tenemos, siguen sonriendo. Lo he visto, porque yo soy de los que voy al barrio de vez en cuando y veo cómo los que menos tienen comparten con muchísimo amor y sonríen más que cualquiera.
V.D.: ¿Le gustan las marchas?
J.B.: A mí me gusta toda marcha que sea pacífica. No tengo ningún problema en que la gente salga por lo que necesita y por sus derechos. Lo que no estoy de acuerdo es con la violencia de ninguna manera, sea por la razón que estén luchando, y de parte y parte, tanto de quienes protegen al pueblo como del pueblo que va.
V.D.: ¿Se acuerda de cuál fue la primera canción que cantó?
J.B.: Posiblemente fue cualquier canción de diciembre. Pastor López me gusta, que en paz descanse.
V.D.: ¿Alguna otra canción?
J.B.: El cantante, de Héctor Lavoe, me encanta.
V.D.: ¿Y se acuerda de un poquito de esa letra?
J.B.: ¡Claro!... “Yo, soy el cantante, muy popular donde quiera, pero cuando el show se acaba, soy otro humano cualquiera”.
V.D.: Usted había dicho que no estaba mucho en las redes sociales estos días, ¿ya volvió?
J.B.: Sí, pero pongo lo que siento que debo poner.
V.D.: ¿Qué piensa de las redes sociales?
J.B.: Las redes sociales son un arma de doble filo. Sería mejor que las utilizáramos como herramienta, pero no que nosotros seamos las herramientas de ellas... Ahí es como la dicotomía frente a las redes sociales. Uno se vuelve muy adicto a estar todo el tiempo ahí. En las redes sociales también les dieron mucha fuerza a los cobardes.
V.D.: Hay mucho odio, ¿verdad?
J.B.: Sí, y eso que yo soy de los que menos me siento atacado. Como dije, es muy fácil para los cobardes trinar desde la habitación y no ponerse en los zapatos de los demás.
V.D.: ¿Qué significa para usted el dinero?
J.B.: El dinero es necesario. Yo lo veo como energía, aunque me digan loco. Cuando tú trabajas y le metes mucha energía, vas a ver los resultados. La plata es buena, muy buena, y es necesaria.
V.D.: ¿Y quienes no la tienen?
J.B.: Yo no soy Bill Gates... Soy un soñador que trabajo por lo mío; obviamente, gracias a Dios.
V.D.: Y le ha tocado muy duro…
J.B.: Ha sido muy difícil. Hay una frase muy bonita que decía Jim Carrey: “Espero que todo el mundo sea rico y famoso para que se den cuenta de que ahí no está la felicidad”. Creo que el dinero potencializa a la persona que eres. Si eres buena, posiblemente hará que tu bondad crezca más. Si eres malo, también es posible que esa maldad crezca más.
V.D.: ¿Quiere decirles algo a las 38.000 familias que han perdido un familiar por covid en Colombia?
J.B.: Quiero decirles que se sigan protegiendo y, obviamente, que tengan mucha fuerza, que están en nuestras oraciones y en nuestra mente.
V.D.: Usted nos ha regalado hoy más de José que de J Balvin. ¿Qué quisiera decirle a la gente?
J.B.: Que se queden con el ser humano, que esto es lo que hay, esto es lo que soy. No es más ni es menos. Pero que sueñen y que siempre sean muy tolerantes y traten de estar en los zapatos de los demás.