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¿Jaque a Piedad Córdoba? El fantasma de Teodora y Álex Saab la tienen contra las cuerdas
La candidata al Senado por el Pacto Histórico pasa por uno de los momentos más difíciles de su vida. Tendrá que declarar en la Corte Suprema de Justicia por su polémico papel en la liberación de los secuestrados de las Farc. El caso de Álex Saab también la persigue.
La larga y convulsionada carrera política de Piedad Córdoba, que inclusive contempló ser presidenta de Colombia, está en manos de los jueces. La Corte Suprema de Justicia tiene su causa bajo la lupa y en cuestión de semanas podría ser llamada a responder por su polémico papel en la liberación de los secuestrados de las Farc.
Aunque no es oficial, la Justicia estadounidense podría también tener a Piedad en la mira no solo por su presunta complicidad en esos secuestros, de los que fueron víctimas tres ciudadanos de ese país, sino por su presunta relación de negocios con Álex Saab y Nicolás Maduro. También, por el caso de su hermano, Álvaro Córdoba, capturado con fines de extradición por vínculos con el narcotráfico.
La Corte Suprema le puso el acelerador al proceso de la Farcpolítica, en el que estaría involucrada Piedad y que llevaba años en sus anaqueles, luego de conocer el testimonio de su exasesor Andrés Vásquez. Él declaró que la exsenadora era quien determinaba cuánto tiempo debían estar en cautiverio los entonces secuestrados de las Farc.
Aunque el papel de Piedad se conoció desde cuando se extrajo la información de los computadores del exjefe de las Farc Raúl Reyes, no pudo ser judicializada por una supuesta violación de las normas sobre la cadena de custodia.
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La declaración de Vásquez, quien entonces acompañaba a Piedad a todas sus citas clandestinas y supo de sus relaciones con la guerrilla, revivió el proceso.
La magistrada de la Corte Cristina Lombana, quien tiene el expediente en su despacho, llamó a Íngrid Betancourt el pasado lunes y le pidió asistir ese mismo día a la diligencia para declarar en el caso. Íngrid canceló actividades propias de su campaña, y ese día, temprano, declaró durante varias horas contra Piedad.
Recientemente, recordó que, cuando se conoció la recomendación para que no fuera liberada, ella estaba a punto de morir en la selva. “Piedad sí es Teodora y debe pagar ante la justicia por sus hechos criminales”, reaccionó airada la ahora candidata presidencial. Betancourt, plagiada por las Farc desde el 23 de febrero de 2002 hasta el 2 de julio de 2008, cuando se registró la Operación Jaque, le aseguró a SEMANA que el asesor no tendría motivos para mentir y, por eso, ella sí cree que Piedad Córdoba era identificada por las Farc como alias Teodora.
Además, Íngrid considera que el papel de Piedad de demorar las liberaciones de los secuestrados para generar réditos políticos a favor de las causas electorales de ella y de su aliado, el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, repercutió en las muertes de muchas personas y así se lo dijo a la Corte. Por ejemplo, mencionó que la demora en la liberación de los diputados del Valle por la presunta presión de Piedad habría llevado al asesinato de 11 de ellos en junio de 2007. Serán cosas que la justicia deberá investigar.
Álvaro Uribe, quien como presidente autorizó a Piedad para mediar en la liberación de los secuestrados que tenían las Farc, también fue citado a declarar ante la Corte. Lo hará este 23 de febrero.
Más testimonios
Tras conocerse el testimonio de Vásquez, varios de los exsecuestrados por las Farc salieron, casi en coro, a confirmar los hechos y a cuestionar a Piedad, como si solo hubiera hecho falta que alguien lo dijera de manera pública para que todos ratificaran lo que habían vivido. El expolicía Frank Pinchao, quien logró escapar del secuestro de las Farc tras nueve años de cautiverio, también condenó la complicidad de Córdoba con la guerrilla, que los sometió a uno de los peores crímenes. “Desde tiempos atrás se sabía que era y sigue siendo muy cercana a los miembros de las Farc. Me parece un hecho indignante, un hecho aberrante que ella haya jugado con la libertad y la vida de los secuestrados a través de los asesoramientos, donde, según su exasesor, definía quién salía primero y quién no”, dijo Pinchao.
El congresista Jaime Felipe Lozada, otra víctima del secuestro (su madre, Gloria Polanco, fue secuestrada por las Farc), cree en el testimonio de Vásquez. “Puedo decir que gran parte de lo que dice Andrés Vásquez es cierto, pues como hijo de Gloria Polanco y en Venezuela lo pude constatar”. Lozada fue llamado a testimoniar contra Piedad ante la Corte y la diligencia se cumplirá esta semana.
El general (r) Luis Mendieta, quien estuvo en poder de las Farc 11 años, le dio crédito a los testimonios de Vásquez y aseguró que “Piedad fue una traficante del dolor de los secuestrados”.
Su hermano y Álex SaabEl 4 de febrero, Álvaro Córdoba Ruiz, hermano de la exsenadora, fue capturado por la Policía con fines de extradición por pedido de un tribunal estadounidense que lo acusa de vínculos con el narcotráfico. Fue imputado por un tribunal de Nueva York por tráfico de más de 5 kilos de cocaína y uso de armas de fuego.
Piedad se ha defendido diciendo que todo es “un entrampamiento” y “una persecución política” contra ella, su familia, el Pacto Histórico y Gustavo Petro. “Ni mi hermano Álvaro Córdoba ni yo tenemos relación alguna con el narcotráfico ni con grupos armados”, dijo Córdoba en su cuenta de Twitter.
Según lo publicó SEMANA, los investigadores de Estados Unidos, por medio de agentes encubiertos, lograron infiltrar esa organización que enviaba cocaína desde Colombia, pasando por Centroamérica, hasta ese país. Entre las primeras evidencias encontradas, descubrieron que este cartel no trabajaba solo, estaba articulado con las disidencias de las Farc y los carteles mexicanos. Paso a paso, fueron armando la cadena de tráfico de drogas hasta encontrar quién era el enlace entre los narcotraficantes y las disidencias. Álvaro Córdoba, quien manejaba un bajo perfil, según fuentes judiciales de ese país era supuestamente el encargado de conseguir la droga con la organización del disidente Gentil Duarte, con quien había establecido los contactos desde hace más de un año. Él habría asistido a reuniones para pactar negocios en Bogotá y Medellín.
Sin duda, estas acusaciones y hechos de la justicia en marcha hacen que Piedad Córdoba, quien llegó a ser presidenta del Partido Liberal y senadora por tres periodos legislativos, esté pasando por su peor momento. Ella tampoco duerme tranquila desde que el Gobierno de Estados Unidos logró la extradición de Álex Saab, un colombiano de origen italiano a quien ella presentó con Hugo Chávez y Nicolás Maduro, y terminó convirtiéndose en un superpoder del Gobierno venezolano.
Saab, preso en Estados Unidos, es acusado de lavar millones de dólares, de liderar millonarios negocios de corrupción del Gobierno de Caracas y de ser el principal testaferro de Maduro. Irá a juicio dentro de pocas semanas y hay mucha expectativa por lo que pueda revelar de líderes del Gobierno venezolano y, por supuesto, de Piedad.
Ante esta encrucijada, sectores cercanos a la exsenadora trabajan en las salidas que la candidata al Senado, por la lista de Petro, debería optar.
Ella dice que no tuvo mayor relación con Saab, pero documentos conocidos hablan de una estrecha relación y de la existencia de millonarios negocios entre ambos. SEMANA reveló un listado de tiquetes aéreos pagados por empresas del entorno criminal de Saab a ella y a miembros de su familia. “Piedad le presenta a Álex Saab tanto a Nicolás (Maduro) como a Tareck El Aissami. Yo estuve en esa reunión con Tareck. En esa reunión, Piedad se reúne con el director del Sebin, el Servicio Bolivariano de Inteligencia de Venezuela, en donde compartió varias cosas”, dijo Vásquez sobre la relación de Piedad con Saab ante la justicia.
Frente a la avalancha de estos hechos, es claro que Piedad también teme por lo que pueda pasar con ella en las cortes de Estados Unidos. Una opción es que acuda a la JEP y prometa contar la verdad, lo que le garantizaría no ir a la cárcel en caso de ser hallada culpable. La otra sería salir del país y refugiarse posiblemente en Venezuela o Cuba para evitar la acción de la justicia. Piedad lo ha negado todo. Pero hay evidencias en su caso que se empiezan a convertir en irrefutables.